¿QUÉ VIENE LUEGO
DEL NO?
Una vez pasados los merecidos
festejos por el triunfo del NO en la consulta popular del 16 de noviembre de
2025. Toca analizar con más calma, ¿qué significa este triunfo?, ¿cuáles fueron
los principales actores?, y sobre todo ¿qué escenarios y desafíos se presentan
a futuro? Sin duda, las reflexiones al respecto serán prolongadas y muy
variadas, seguramente llenas de polémica.
Un querido amigo, cuyas sabias
reflexiones siempre escucho con atención, me decía que más difícil es asimilar
un triunfo que una derrota. Y tiene mucha razón. El triunfo del SI, hubiera significado
la necesidad evidente de seguir resistiendo, aunque sea desunidos, los embates
de la necropolítica de la derecha global y de sus expresiones nacionales a
través del gobierno de Daniel Noboa Azín.
El triunfo del NO en cambio es
más desafiante. Estamos -el pueblo- obligados a ser más creativos, para no
desperdiciar este triunfo y dar pasos adelante, sea en un proyecto
revolucionario, o en la más cercana protección de derechos. Hay que considerar
además que todos los pueblos de Latinoamérica y posiblemente de otras partes
del mundo, están a la expectativa de lo que hagamos los ecuatorianos a futuro.
El triunfo del NO es del pueblo
en general, de sus organizaciones de base, de activistas francotiradores, viejos
y jóvenes, que expusieron su paz, su salud y hasta sus vidas por ello. Es un
triunfo de las comunidades de pueblos y nacionalidades y los aliados urbanos,
que resintieron durante un mes contra la represión más brutal que hayamos
vivido en el Ecuador en las últimas décadas.
No es un triunfo de los partidos
y movimientos políticos, que en general (excepto tal vez el partido Unidad
Popular, que fue más activo): se mantuvieron más como espectadores y analistas
antes que como actores. Fue especialmente notoria la apatía del partido
Revolución Ciudadana de Rafael Correa en la campaña electoral, aunque algunos
de sus militantes festejaron y se atribuyeron el NO como triunfo suyo; pero
ello también se debió a los obstáculos que le puso expresamente el Consejo Nacional
Electoral para la campaña.
Algunos piensan que la mejor
campaña por el NO, la hizo el propio gobierno de Daniel Noboa, con la serie de
absurdos que cometió en vísperas del proceso de consulta, entre otros:
·
La brutal represión contra el pueblo,
especialmente comunidades de pueblos y nacionalidades, durante el paro nacional.
·
La evidente falsedad de los “convoyes
humanitarios”, así como de los supuestos atentados contra el presidente Noboa.
·
Las “encuestas” obviamente falsificadas para
tratar de canalizar votos a favor del gobierno.
·
El anuncio de eliminación de las prestaciones de
salud del IESS.
·
Las mentiras sobre la Constitución del 2008,
asegurando que protege delincuentes.
·
El tratar al pueblo que vota NO, como ignorante;
peor aún como “narcotraficantes”, “delincuentes” o aliados de los mismos.
·
El querer comprar votos con fundas de migajas,
bonos y adelantos de sueldos…
Y muchas otras tonterías que
cometieron el gobierno y sus burdos aliados, que no tuvieron ningún autocontrol
en sus peroratas. Ello, además del acumulado de abusos anteriores, que incluyen
el robo de 90 millones de dólares al fisco, el crimen de Estado con los niños
de Las Malvinas y todos los negociados de la familia presidencial abusando del
poder ejecutivo.
Seguramente pensaron en hacer
fraude y debieron haber organizado los preparativos para ello. Pero el voto
popular por el NO, fue tan abrumador, que les fue difícil concretar sus planes.
Obviamente, en un proceso de múltiple elección (como esta consulta de 4
preguntas) es más difícil hacer fraude que en una votación de elección única,
como las presidenciales.
Los resultados del 16 de
noviembre refuerzan las sospechas de que en la segunda vuelta (balotaje) de las
presidenciales (13 de abril 2025) hubo fraude. Incluso posiblemente en la
primera vuelta del 7 de febrero 2025. No pudo haber cambiado tanto en pocos
meses la aceptación y rechazo del pueblo a Daniel Noboa y lo que él representa.
O significa que están haciendo tan mal las cosas, que su simpatía cae en picada.
El 13 de abril supuestamente el
voto por Noboa fue de 55,63% (votos válidos). Para el 16 de noviembre, siete
meses después, los votos que obtiene Noboa (SI) en sus dos preguntas clave, la
A) sobre las bases militares extranjeras y la D) sobre la pretensión de una
nueva constituyente, no llegan al 40% (corte al 19 de noviembre 09h40, pregunta
A: 60,85% para el NO y 39,15% para el SI; pregunta D: 61,83% para el NO y 38,17%
para el SI). Lo que significa una caída en la simpatía de más de 17 puntos, catastrófico
para los intereses de Noboa y la ultraderecha.
O fueron falsos los resultados
del 13 de abril; o Noboa está definitivamente perdido, se nota en la desperada
reestructuración de su gabinete y círculo de colaboradores cercanos, y en el refugio
inmediato que buscó en USA después de la derrota.
Y AHORA, ¿QUÉ?
De todas maneras, la derecha
tiene una gran presencia en el electorado ecuatoriano, cerca del 40% es una
cifra nada despreciable. Ello, incluso si las fuerzas contestatarias (de
izquierda, progresistas, o llámense como se llamen) suman potencialmente un 60%
de votantes, y de población dispuesta a luchar.
La derecha se ha unificado en un
lento proceso que viene desde la década del 2000, con una fuerte ideologización
a jóvenes a través de las redes sociales. Antes de ello, claramente estaba
representada por el partido socialcristiano, con el liderazgo de León Febres
Cordero; y una más marginal participación de la democracia cristiana (partido
Democracia Popular), que sin embargo llegó al poder con Mahuad; así como del
partido de Álvaro Noboa, padre de Daniel Noboa Azín (PRIAN y otros nombres).
Por su parte, la social
democracia ortodoxa (partido Izquierda Democrática), comenzó su declive después
del relativamente buen gobierno de su máximo líder, Rodrigo Borja Cevallos.
En esa recomposición de fuerzas
que comienza en el presente siglo y apunta hacia el bipartidismo burgués (la
consulta pretendía también fortalecer ello): la ultraderecha fue ensayando
diferentes partidos y liderazgos, la mayoría de los cuales fracasaron. Del
PRIAN de Álvaro Noboa, pasaron a fortalecer el movimiento CREO de Guillermo
Lasso y finalmente terminaron en el nuevo partido, ADN (Acción Democrática
Nacional) del hijo de Álvaro, Daniel Noboa Azín, y su madre Annabella Azín (una
práctica hereditaria, muy común en el caudillismo oligárquico familiar de
América Latina). En el camino quedaron otros ensayos, como el de SUMA. Hoy, al
votante de derecha no le importa cual sea el candidato o cual la propuesta,
vota ciegamente por lo que diga el líder de turno, y rebusca argumentos para
justificar su voto.
Por su parte, la socialdemocracia
clásica no tiene un heredero claro. El alejamiento de la política activa de su
líder histórico Rodrigo Borja, dejó un vacío, que sería aprovechado más tarde
por Alianza PAIS / Revolución Ciudadana y su líder, Rafael Correa. La
militancia de la Izquierda Democrática se desbandó; unos, como Andrés Páez, no
tuvieron ningún empacho de pasarse a la ultra derecha, contradiciendo
totalmente el pensamiento de Borja y de la socialdemocracia; muchos viejos
militantes y simpatizantes de la Izquierda Democrática siguieron y siguen ese
mismo camino de derechización. Otros se sumaron, como tabla de salvación, a la
naciente Alianza PAIS en los años 2006 y 2007, como es el caso de Ramiro
González o el propio hermano de Rodrigo Borja, Francisco Borja Cevallos.
Pero Alianza PAIS se nutrió
también de políticos de la derecha, siendo uno de los casos más emblemáticos,
el de Alexis Mera, ex hombre de confianza de Febres Cordero.
Sea como sea que se dio un
reacomodo de la vieja clase política burguesa y hoy de sus hijos o
descendientes. Lo cierto es que claramente se consolida un bipartidismo: la
ultraderecha actualmente representada por ADN y Daniel Noboa; y la nueva socialdemocracia
con Rafael Correa y algunos líderes alternativos que emergen, como Andrés Arauz
y Luisa González. Ambas tendencias, ultraderecha y socialdemocracia actuales,
tienen fuertes rasgos populistas.
En este marco, algunos piensan
que el relativo silencio de Rafael Correa y los líderes más visibles de la
Revolución Ciudadana durante la campaña electoral de la última consulta popular,
fue un signo de que se fraguaba un pacto (o se consolidaba el pacto que ya fue
evidente en algunas leyes regresivas del gobierno de Noboa). Si triunfaba el SI
en la pregunta sobre la constituyente, Noboa iba a necesitar los votos de la
bancada correísta en la supuesta Asamblea Constituyente, para consolidar su
proyecto de nueva Constitución. Por su parte, Revolución Ciudadana negociaría algo,
algunos dicen el retorno de su líder con alguna figura legal que no sea el
indulto, porque ello sería muy humillante para Rafael Correa.
Hay que considerar que Correa no
se sentía cómodo con la Constitución de Montecristi (2008) cuando fue
gobernante, frustró al final el rico proceso participativo que lideró Alberto
Acosta en la elaboración de la misma. Quería más concentración de poder y le
molestaba la amplia protección de derechos, incluyendo los derechos ambientales, los derechos de pueblos y nacionalidades, y los derechos sexuales
y reproductivos. Y ello también lo han demostrado algunos líderes conservadores
de “Revolución Ciudadana”, como Luisa González. De allí que su apatía por la
consulta (de sus líderes, más no de sus bases), no sorprende, no puede
explicarse solamente por las restricciones que le impuso el CNE.
Con este panorama, luego del
triunfo del NO, hay quienes proponen que el siguiente paso lógico es la
revocatoria del mandato de Daniel Noboa. Pero ello no cambiaría mucho la
situación; de lograrlo, sería sólo un golpe simbólico, un golpe al ego de Noboa.
Lo que se denomina el “estado profundo”, seguiría gobernando y tomando las decisiones
fundamentales tras bastidores. Sería probablemente reemplazado Noboa por uno de
sus incondicionales. Además de que el proceso de consulta para la revocatoria,
con una sola pregunta, tendría muchas posibilidades de fraude con el control que
tiene la ultraderecha del Consejo Nacional Electoral y otras instituciones;
permitiendo de esa manera la “reivindicación” de Noboa y el proyecto
oligárquico, luego de la humillante derrota en la consulta del 2025.
La otra alternativa sería, dejar
que continúe el gobierno de Noboa y su posible mayor desgaste, con una más
fuerte veeduría y fiscalización popular de su gestión, ya que la Asamblea y
otros poderes del Estado no lo hacen, no lo van a hacer. Ello, pensando en
acumular fuerzas y unidad para los próximos procesos electorales, incluyendo
las presidenciales del 2029. Unidad de la izquierda y movimientos sociales, que
incluya al progresismo, desafío en el cual ya se ha visto las enormes barreras.
Optar sólo por esta alternativa, es priorizar los procesos electorales en el
marco de la democracia burguesa; y ello no es suficiente.
Los levantamientos populares del
2019, 2022 y 2025, demuestran que más importantes son las victorias del pueblo
(a pesar del dolor por sus sacrificios) en su propio terreno: las calles, las
plazas, las carreteras, las comunidades, sus organizaciones de bases y
asambleas populares, su arte y su cultura… Allí se va creando un verdadero
poder popular, para librar las batallas definitivas cuando sea el caso.
Y todo ello hay que insertarlo en
los procesos internacionales, no sólo de Latinoamérica y El Caribe, que están
constantemente cambiando. Hoy, los tres países más poblados de Latinoamérica,
Brasil, México y Colombia, tienen gobiernos progresistas o de izquierda, y ello
es un gran respaldo para acciones subregionales conjuntas, como enfrentar la
agresión de Estados Unidos, que no es sólo contra Venezuela y El Caribe, sino
contra toda Latinoamérica y El Caribe. Por otro lado, hay cambios regresivos en
Bolivia o amenazas en Chile, que se sumarían al polo facho Milei-Noboa-Bukele y
similares en Perú, Paraguay o República Dominicana. En ese sentido, el pequeño
triunfo del NO en el Ecuador, el haber dicho NO al proyecto imperial de
expansión militar y reapropiación de recursos, tiene un impacto en la subregión.
Pero más allá de América Latina.
A nivel global es evidente la crisis del capitalismo central, tanto en Estados
Unidos de Norteamérica, como en Europa, Japón y Corea, o en otros bastiones imperiales
como el del sionismo de Israel. Trump (o sus asesores) entienden claramente eso,
por ello su afán alocado de querer ser el grotesco “emperador del mundo” y de aparecer
como héroe y pacificador (paradójicamente con guerras), en Gaza, en Rusia y
Ucrania, y en tantos otros lugares. Además de que ello (las guerras
intervencionistas y el nuevo coloniaje) es fundamental para reactivar sus
jugosos negocios, la economía imperial, tan en crisis.
A pesar de todos estos esfuerzos
del capitalismo central, el panorama a mediano plazo avanza implacable.
Probablemente para la década de 2030 y con más seguridad para mediados del
siglo, la correlación de fuerzas a nivel global se habrá transformado
radicalmente, si antes no desaparece el mundo en una guerra nuclear. Las
economías de los países llamados periféricos, en América Latina Brasil y
México, van a estar, junto a la de otros países de Asia y África, entre las
economías más sólidas, desplazando a varios países europeos, incluso USA será desplazada
por detrás de China y la India. Este es un escenario que podría favorecer
grandes trasformaciones, lentas pero globales.
EL DESAFÍO DE LA UNIDAD
Evidentemente no es hora de la lucha
armada focal, a la manera de los movimientos de liberación de las décadas de
1950 – 1980, a nadie se le ocurriría; a pesar de que la ultraderecha fascista y
las fuerzas armadas de muchos países se preparan para ello y para otros
escenarios, como posibles grandes estallidos sociales.
La resistencia de los pueblos de
la Abya Yala durante 530 años, nos da la lección de que la dignidad de los
pueblos nunca puede ser quebrada, y de que los grandes triunfos se logran con
paciencia, con un lento proceso de acumulación de fuerzas, donde los procesos
electorales, sobre todo locales, o incluso nacionales (progresismos) pueden
ayudar. Pero no es allí donde se librarán las batallas fundamentales, sino
posiblemente en otros espacios, como el arte y la cultura, el cuidado de la
vida, la soberanía alimentaria… y evidentemente en el fortalecimiento de
nuestro legado comunitario; procesos que en conjunto se oponen a la guerra y
otras formas de violencia capitalista.
No es la hora tampoco de la
llamada “tercera vía”, al menos no en lo electoral. Porque ello debilita la
unidad de un gran polo popular, que queramos o no, debe sumar tanto las fuerzas
de izquierda, como las progresistas y las comunitarias que no necesariamente se
identifican con alguna de ellas. El rotundo triunfo del NO demuestra ese
potencial unitario. Si actuamos desunidos, sólo nos espera el fortalecimiento
del proyecto necro fascista, sin una resistencia fuerte que lo detenga. La tercera
vía, que es la vía de la independencia de clase, siempre estará allí presente,
fuerte, y ojalá se fortalezca más, pero necesita de alianzas más amplias.
Sabemos que son difíciles los
procesos unitarios. De lado y lado hay obstáculos, el anti correísmo obcecado
dentro de la izquierda, es uno de ellos. Sabemos que el progresismo no es un
proyecto revolucionario, sino socialdemócrata (y probamos ya en Ecuador su
autoritarismo y su corte represivo), pero las amplias alianzas en contra de la
ultraderecha, deben incluirlo, para ensanchar la resistencia. Tanto el líder
del progresismo, Rafael Correa, como sectores de la izquierda más radical, han
dado muestras de intolerancia. El proceso unitario que intentó Leonidas Iza el
año 2024, cuando era presidente de la CONAIE, no fructificó por esas
intolerancias. Pero no por ello hay que renunciar a la unidad más amplia de un polo
popular anticapitalista y antifascista, hay que multiplicar los acercamientos y
los mecanismos para ello; de lo contrario, habremos desperdiciado el triunfo
del NO y los sacrificios que hizo el pueblo en el 2019, en el 2022 y en el 2025.
hnc / 20 noviembre 2025
Comentarios
Publicar un comentario