DEFENDER LAS
PRESTACIONES DE SALUD DEL IESS
Foto tomada de telesurtv.net
Es lo que siempre han querido los
privatizadores, desmantelarle al IESS, deshuesarlo por donde puedan agarrarlo.
La declaración de Daniel Noboa, de
que el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social no debería dar prestaciones de
salud, de que éstas deben pasar al Ministerio de Salud Pública (MSP), no es
fortuita. Hay que entenderla en el marco de todas las tretas para privatizar el
IESS que han tratado de implementar desde la década de 1990, en diferentes
gobiernos burgueses de los más variados tintes políticos.
Encaja con lo que la reciente Ley
de Fortalecimiento y Sostenibilidad Crediticia (del gobierno de Daniel Noboa),
permite al Banco del IESS (BIESS) vender su cartera de créditos vencida a
empresas especializadas en cobranza, como la banca privada. Y encaja también
con las pretensiones de aumentar la edad y número de aportaciones para la
jubilación, así como diluir las pensiones jubilares. Entre otras medidas
neoliberales para estrangular a los trabajadores, impulsadas por el Fondo Monetario
Internacional.
La pretensión final es que el
IESS se convierta en un seguro cualquiera, sin carácter social ni solidario, a
la usanza de los seguros privados; y en una banca de libre disponibilidad, de
la cual la oligarquía, a través de los gobiernos de turno, pueda echar mano a
su antojo. Ello incluso, antes de pasarle al IESS directa y totalmente a manos
privadas. El mayor negocio del siglo siempre soñado por las oligarquías, y la
mayor afectación masiva a derechos económicos y sociales.
Los servicios de salud del
IESS
El IESS tiene una larga historia,
de más de un siglo. Durante la Revolución Juliana, en el gobierno de Isidro
Ayora (1928), se creó la Caja de Pensiones, que fue el germen del sistema de
seguro social ecuatoriano. Pero, aún antes, durante la revolución liberal
(1903) se expidió la primera ley de jubilación.
Con la creación del Instituto
Nacional de Previsión en 1936, se creó también el primer servicio de salud del
seguro social, adscrito al antiguo hospital San Juan de Dios en Quito. Y estos servicios
se ampliaron, cuando en 1937 se creó otro en el entonces joven hospital Eugenio
Espejo de Quito (inaugurado en 1933); posteriormente, otros servicios de salud se
inauguraron en diferentes partes del país. Para el mismo año 1937, se creó el
seguro de enfermedad y el Departamento Médico de la Caja del Seguro Social.
De tal manera que Ecuador ya tenía
una experiencia en servicios de salud para afiliados, cuando en 1952, en una de
las conferencias internacionales del trabajo, se define una “Norma Mínima de
Seguridad Social” a la cual el país se acoge: “asistencia médica, subsidio por
enfermedad, desempleo, vejez, accidentes de trabajo y enfermedades
profesionales, asignaciones familiares, maternidad, invalidez y muerte”.
En todo caso, la red de servicios
de salud del seguro social (IESS, antes Caja de Pensiones y Caja del Seguro
Social), antecedió en 30 años a la constitución del Ministerio de Salud Pública
(1967).
Hay que considerar, además, que
debido al retraso en la creación del MSP (recuerden que el primer ministerio de
salud de Latinoamérica, el de Cuba, data de 1902, y los del área andina, excepto
Ecuador, se constituyeron en las décadas de 1930 y 1940) y a que algunas
funciones importantes de salud pública ya fueron asumidas por instituciones
privadas (SOLCA control del cáncer; Cruz Roja manejo de sangre y hemoderivados,
manejo de atención prehospitalaria de emergencias; Junta de Beneficencia de Guayaquil
una gran red de servicios locales que compiten con los públicos): el Ministerio
de Salud Pública nació mermado, tanto en su capacidad rectora como en la de
prestar servicios de salud “gratuitos” (en realidad no hay gratuidad, se paga
con impuestos) a la población, más aun considerando la gran magnitud y
diversidad de servicios privados con y sin fines de lucro. Lo que se refleja en
que siempre Ecuador, hasta la actualidad, tuvo y tiene uno de los más altos
gastos de bolsillo en salud, de toda Latinoamérica y El Caribe, gastos que
tienen especial impacto en la economía, en la integridad, e incluso en la vida de
las familias más empobrecidas.
El sistema de salud en el
Ecuador, así en singular, es una entelequia. En realidad, existen varios
sistemas, desarticulados; las diferentes constituciones, incluida la del 2008,
no han podido resolver ese problema, no lo han pretendido siquiera.
En esas condiciones de ineficiencia
y desarticulación de los sistemas de salud (públicos y privados), dentro de lo
cual, los servicios de salud del IESS son de los que mejor han funcionado a
pesar de sus graves problemas que incluyen la corrupción infiltrada por grupos
de poder: es que Daniel Noboa pretende aniquilar esos servicios de salud del
IESS, con ello agravar la catástrofe sanitaria del país.
Hoy la red de servicios de salud
del IESS es enorme, con: 3 hospitales de nivel III (los más complejos); 17
hospitales de nivel II distribuidos en todo el país; 52 unidades médicas con
cierto nivel de complejidad que incluyen 13 centros de especialidades y 19 hospitales
del día; a más de una gran red de dispensarios, unidades y centros de atención
ambulatoria (CAA y UAA), incluyendo la red de dispensarios del Seguro Social
Campesino. No es posible imaginar siquiera cómo ello puede ser destruido.
Pero, adicionalmente, el sistema
del IESS en relación a la atención de salud y enfermedad, no es un simple
servicio prestador como el de sectores privados, incluso como los del MSP. De
acuerdo a mandatos internacionales de la seguridad social, contempla
compensaciones económicas para los trabajadores que se ausentan del trabajo por
enfermedad, todo un sistema de atención a accidentes y enfermedades laborales,
así como prestaciones especiales para la maternidad de las mujeres afiliadas;
que el MSP no lo asumiría, quedarían eliminados esos logros fruto de las luchas
de los trabajadores en todo el mundo, sería una grave regresión en derechos.
Los sistemas de salud, su
diversidad
La propuesta del gobierno neo y
necro liberal de Daniel Noboa, no pretende solucionar los graves problemas de
salud de la población ecuatoriana. Obviamente busca la manera de hacer
negocios, más negocios, ahora a costa de la salud. Acostumbrados a engordar los
bienes familiares a costa de la explotación y del Estado, su madre, Annabella
Azín, que es médica, estará ya pensando en cómo crear un emporio empresarial en
este campo, beneficiándose de la aniquilación de los servicios públicos; de
hecho ya ha estado ensayando en las campañas electorales con su “Fundación
Cruzada Nueva Humanidad” (hay experiencias de cómo fundaciones sin fines de
lucro se ha convertido en grandes empresas médicas).
Muchos (incluso médicos que han
trabajado en el IESS) están pensando que es una buena idea que el MSP asuma la
atención de la población afiliada al IESS, incluso se creen teóricos iluminados
al afirmar que nunca el IESS debió dar prestaciones de salud. Para algunos, se
ve interesante que el Estado asuma la atención universal de salud a toda la
población que reside en el territorio ecuatoriano; confieso que en otros
tiempos y en otras condiciones, yo pensaba así. De hecho, es el modelo cubano y
el de todos los países socialistas en el mundo, incluyendo la ex URSS y China, la
atención no es mediada por una condición de aseguramiento; y han sido muy
eficientes en dar buena atención a la población y en mejorar los indicadores de
salud. Pero ello ocurre sólo en el marco de revoluciones que tienen a la
igualdad social como un principio y un fin; no es el caso del “nuevo Ecuador” del
narco gobierno de Daniel Noboa, excluyente, violento, enemigo del pueblo.
A más de Cuba, en Latinoamérica,
Brasil ensayó un modelo similar con el Sistema Único de Salud (SUS) que se
desarrolló aun antes de los gobiernos progresistas de Ignacio Lula da Silva y
Dilma Rousseff. Pero Brasil es justamente una muestra de que no es posible lograrlo
a cabalidad en un sistema social de clases, de inequidades y de privilegios. De
hecho, en Brasil hubo muchas inequidades en los servicios descentralizados, dependiendo
de las capacidades financieras y de gestión de estados y municipios. Al final
hubo también infiltración de intereses del gran complejo médico industrial y
las aseguradoras privadas; ello es trágicamente inevitable en una economía
capitalista. Pero aún con esas dificultades, el espíritu del SUS sigue siendo
una utopía y un desafío en Brasil.
En otro modelo, Costa Rica, uno
de los sistemas de salud más exitosos en Latinoamérica, hizo todo lo contrario
de lo que propone Daniel Noboa (o más bien dicho, sus tenebrosos asesores,
porque dudo que el muchacho tenga idea de lo que está planteando). Costa Rica,
en 1983, al organizar su sistema de salud, decidió que todos los servicios
públicos de salud, de carácter universal, sean asumidos y gestionados por la
Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). Hoy por hoy, el modelo costarricense
ha logrado tener los mejores indicadores de salud en América Latina y El
Caribe, junto a Cuba (que tiene su modelo estatal centralizado), a Uruguay que
ha emulado parcialmente el sistema de Costa Rica y que tiene una de las
poblaciones más envejecidas de la región, y Chile, que logró recuperar su
antigua tradición de buena salud pública, superando el modelo privatizador que
impuso la dictadura de Pinochet. No hay receta única, cada país debe construir
su propio camino.
De todos los modelos (sistemas) de
salud en el mundo, el de Estados Unidos de Norteamérica es de los peores,
privilegia el negocio de las grandes corporaciones (aseguradoras privadas,
complejo médico industrial), por sobre los derechos de la población. Y
seguramente hacia allá es a donde apuntan Daniel Noboa y su camarilla. No puede
entenderse de otra manera su exabrupto.
Incluso dentro de los países del
capitalismo central hay esfuerzos por lograr un sistema de salud solidario y
universal. Dos de los ejemplos más conocidos son los de Canadá e Inglaterra.
Ello ha significado que muchos ciudadanos estadounidenses crucen la frontera
con Canadá, en búsqueda de servicios de salud de calidad y gratuitos o de bajo
costo (ver la ya clásica película documental "Sicko" de Michael Moore,
hoy más vigente que nunca).
Un cuadro de los sistemas de
salud en Suramérica, del Instituto de Gobernanza en Salud de la UNASUR, del año
2012, resume la situación diversa en ese momento en el subcontinente, lo que en
gran medida sigue vigente (ver https://docs.bvsalud.org/biblioref/2019/10/816019/678763-sistemas-de-salud-en-america-del-sur.pdf):
El modelo ecuatoriano es uno de
los más inequitativos. Garantiza la salud y la respuesta a enfermedades y
problemas de salud, sólo a quienes pueden pagar; una atención de calidad aceptable
para los afiliados y pensionistas del IESS (aunque hoy mermada intencionalmente);
una atención casi caritativa para el resto de la población, cuando puede acceder
a la misma. Y ello se ha agravado con el enorme flujo de recursos económicos
del IESS y del MSP hacia clínicas y otros servicios privados (Ver: Iturralde,
Pablo, 2015. Privatización de la salud en Ecuador Estudio de la interacción
pública con clínicas y hospitales privados. Plataforma por el Derecho a la
Salud. http://saludyderechos.fundaciondonum.org/wp-content/uploads/2015/11/privatizaci%C3%B3n-salud-baja-resoluci%C3%B3n.pdf).
Ha habido pocas propuestas serias para solucionar esas inequidades y la
irracionalidad de varios sistemas de salud coexistentes y desarticulados.
Por otro lado, es común oír -aun
hoy- que un solo gobierno, el de Rafael Correa, es el responsable de la crisis
de la seguridad social. La verdad es que esta crisis ha sido montada desde el
poder a partir de la década de 1990, cuando el gobierno de Sixto Duran Ballen
recibió las primeras presiones del Banco Mundial y del FMI para romper con un
modelo de seguro social (el ecuatoriano) único en el mundo, que tiene como una
de sus principales virtudes un sistema solidario y comunal en el Seguro Social
Campesino, en el que los afiliados organizados tienen voz.
Lo cierto es que todos los
gobiernos burgueses, de diferentes tendencias, han arremetido contra el IESS. La
corrupción no sólo ocurrió durante el correísmo. Antes fueron los social
cristianos los que hicieron de las suyas. La familia Bucaram también ha estado
involucrada con la corrupción en los servicios del IESS, hay varias pruebas de
ello. Y se agravó esta corrupción sobre todo en los últimos tres gobiernos. Existen
muchas sospechas (no investigadas por la Fiscalía) del involucramiento de
personajes del gobierno de Lenin Moreno en el reparto de los hospitales del MSP
y del IESS, para tráfico de influencias. Sin embargo, han sido los gobiernos de
Lasso y Noboa quienes han llevado al extremo esa corrupción en el IESS. ¿Acaso
no es la mayor corrupción el haber permitido el crecimiento de la deuda pública
y privada por sobre los 24.000 millones de dólares (una estimación del mismo
IESS con corte noviembre del 2024, cifra que a la fecha debe haberse
incrementado), para conducir intencionadamente a una crisis a la institución? En
hechos sin precedentes, el gobierno de Noboa ha puesto a la cabeza del Consejo
Directivo del IESS a personas con claros conflictos de interés, tanto de las
aseguradoras privadas (Peña, seguros Cóndor), como de los servicios médicos privados
que se benefician del traspaso de fondos del IESS (Lama, sus clínicas vinculadas
en Guayaquil; ver denuncias de perjudicados, en diario Expreso). Al mismo estilo
de los negocios redondos de la familia gobernante Noboa con la gran minería
transnacional, protegidos con normativas y resoluciones expedidas por los mismos
interesados.
Las acusaciones de que el correísmo
es el responsable de la crisis del IESS, no sólo por la corrupción, sino por
haber dejado de aportar (o proponer el aporte condicionado del Estado) el 40%
del fondo de pensiones jubilares, o por haber reformado la Ley de Seguridad
Social para ampliar la atención médica a los hijos de afiliados hasta los 18
años de edad; son las muletillas más repetidas.
No quieren ver sin embargo otras
aristas, tener una mirada más integral.
Como el hecho de que el aporte estatal para la pensión jubilar de militares
y policías, no es del 40 sino del 60%; pero como son necesarios los cuerpos
represivos para los negocios del poder, con ellos mejor ni meterse. En todo
caso, el debate sobre el aporte estatal del 40 y 60% para las pensiones
jubilares, debe darse en un marco más amplio de protección y seguridad social
universales, solidarias y equitativas. No es justo que un general reciba
anualmente un aporte estatal en su pensión jubilar de más de 20.000 dólares
anuales (para aumentar sus gastos lujosos), o que un privilegiado jubilado
civil reciba como aporte estatal más de 13.000 dólares anuales, mientras un
adulto mayor que no recibe pensión jubilar, que vive en condiciones de pobreza,
recibe apenas 1.200 dólares anuales como bono de la pobreza (“bono de
desarrollo humano”), cuando es quien más protección social del Estado debería
tener. El mundo está patas arriba, como diría Galeano.
Es cierto que el gobierno de
Correa hizo reformas a la Ley de Seguridad Social, especialmente en los
artículos 102, 105 y 117, que ampliaron la atención de salud en los servicios
del IESS a los hijos de los afiliados hasta los 18 años de edad, sin modificar
el financiamiento. Pero hay que recordar que ello no fue invención del
correísmo, se basó en una ventana que quedó abierta en un artículo de la ley
original del año 2001, elaborada por la neoliberal comisión interventora del
IESS (mucho antes del gobierno de Correa), específicamente el artículo 14,
sobre las exenciones a la base presuntiva de aportación (BPA), reconociendo con
ello el derecho a la protección de la salud de los hijos menores de 18 años
(ver foto del registro oficial de la ley original del 2001). Hay quienes
irresponsablemente repiten sin fundamento que “la atención a los hijos menores
de 18 años de los afiliados representa un 30% del presupuesto de la salud del
IESS”, ¿de dónde sacan tal aseveración?, que lo demuestren, si no, están
alimentando los propósitos neoliberales.
En resumen
Como dice José Gomes Temporão (quien fuera ministro de salud en el primer gobierno de Lula): “los sistemas de salud son estructuras dinámicas e hipercomplejas y no podemos pensar más en la salud en nuestros países sin considerar las profundas transformaciones coyunturales y estructurales que se expresan en sus sistemas de salud, para lo que hay que considerar el fenómeno de las transiciones en el campo de la salud pública.” Transiciones que básicamente son:
·
Demográfica.
·
De cambio en el perfil epidemiológico.
·
En el patrón alimentario de la población (irrupción
de ultraprocesados).
·
Tecnológica (biodrogas, robótica, nanodispositivos,
vacunas terapéuticas, tratamientos más individualizados, AI).
·
Cultural. Intereses empresariales que afectan la
consciencia política en salud (consumo, medicalización, información,
judicialización).
·
Organizacional: redes, gran complejo médico industrial.
·
Económica. Salud como estrategia de desarrollo
(o no).
Con toda seguridad Daniel Noboa y
su círculo no están pensando en esa complejidad, cuando de manera de lo más
ligera e irresponsable se le ocurre plantear en medio de una campaña electoral (su
estilo) la aniquilación de los servicios de salud del IESS y la indefensión de
un amplio sector de la población.
Sin duda, el afán es estrictamente
privatizador. Para ello requieren poner en mayor crisis, no sólo a los servicios
del IESS, sino también a los del MSP, por sobrecarga. Y no plantean ningún
aumento de presupuesto, ni tienen un plan, el cual no se puede elaborar de la
noche a la mañana y sin una amplia participación, desconociendo la historia.
Esta imprudente propuesta de Daniel
Noboa, de llevarse a cabo, a quien más afectaría es a la población más
empobrecida. Sabido es que cuando accede a los servicios públicos una población
con mayor poder de influencia (en este caso la del IESS en los servicios del MSP), la que se
ve desplazada es la población más vulnerable.
Así que no sólo se trata de que
los afiliados y pensionistas del IESS defiendan sus servicios de salud, lo que
por sí mismo es un gran desafío. Sino que se trata de defender la salud en
general, los derechos de toda la población que vive en el territorio ecuatoriano;
porque la amenaza se cierne sobre todos, con mayor impacto en las poblaciones
en condiciones de mayor pobreza y vulnerabilidad.
Hay que exigir primero el pago de
la deuda pública y privada al IESS.
Hay que oponerse a la privatización
de la salud. Exigir la suspensión del traspaso de fondos del MSP y el IESS al
complejo médico industrial.
Hay que exigir el archivo de esta
absurda idea de pasar la atención de salud de los afiliados y pensionistas al
MSP. No hay condiciones en el país, ni un plan coherente para ello.
Hay que luchar por una seguridad
social universal, solidaria y garantizada por el Estado. En lugar de andar
repartiendo bonos y dádivas con fines electorales.
hnc / 4 de noviembre de 2025
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