SER “CULTO”:
alcances del decreto 60
Las personas citadinas de nuestra
generación, la de quienes nacimos en los cincuentas, crecimos con una falsa
idea de que la cultura (“ser cultos”) era sinónimo de ser “educaditos”, muy
bien comportados, respetando los cánones del poder hegemónico (en lo público y
en lo privado), que por su puesto era y es un poder blanco-mestizo, masculino,
de la clase “alta” y urbano.
Quienes no se sometían a esas
normas, eran considerados bárbaros, el populacho, los cholos, los indios y los negros,
o los colectivos urbanos contestatarios, todos “vagos” y “sucios”. En realidad,
despreciaban a los trabajadores del campo y la ciudad, despreciaban al pueblo
(aunque lo abracen en campañas electorales), a los diferentes. A los que trabajan
de sol a sol para poner la comida, los bienes, los servicios y las artes, en la
mesa y en la casa de los patrones, o de los que se creen tales.
Y esa deformación de lo que
pensaban de la “cultura” o de “ser cultos” se expresaba también en la estructura
institucional del estado. Durante décadas existió el “Ministerio de Educación y
Cultura”, como que las dos categorías fueran sinónimos o las partes naturales
de un todo, cuando ambas son importantes pero diferentes, tienen su propio
curso. Era el viejo ministerio de la educación y de la seudo cultura,
dominantes, hegemónicas.
Esa concepción caduca y construida
desde el poder dominante, es la que hoy ha revivido el gobierno necroliberal de
la oligarquía, presidido por Daniel Noboa Azín, mediante su decreto ejecutivo Nº
60 del 24 de julio de 2025. Y lo de la fusión de los ministerios de educación,
cultura y deporte, es sólo una parte de las medidas neoliberales (reducción del
tamaño del Estado) exigidas por el Fondo Monetario Internacional para desembolsar
los créditos condicionados, que ya nos tienen endeudados hasta el cuello.
Otras aberraciones retrógradas
contenidas en este decreto del FMI, son: la entrega de las funciones del ministerio
del ambiente, al ministerio de energía y minas, es decir poner en manos de las
industrias petrolera y minera, con conflicto de interés, los derechos
ambientales; la desaparición del ministerio de la mujer y derechos humanos,
poniendo temas tan sensibles en manos de la policía represiva; la desaparición
de la secretaría de educación superior, ciencia, tecnología e innovación
(SENESCYT); la desaparición del ministerio del deporte, a pesar de las tantas
glorias que los deportistas nacionales ha dado al país en las últimas décadas;
y así una serie de desatinos.
El objetivo de estas absurdas
reformas, es también atentar gravemente contra derechos laborales de los
trabajadores, contra los derechos de los pueblos y nacionalidades, los derechos
ambientales y de la Madre Tierra. Todo, para favorecer intereses comerciales de
grandes corporaciones internacionales, pero también de la burguesía criolla,
incluyendo los de la familia del presidente de la república.
Dentro de esas reformas,
realizadas por decreto, sin consulta alguna (ni siquiera al legislativo donde
tiene mayoría el partido de gobierno, después de comprar conciencias), de las más graves son las que atentan
contra las culturas diversas, contra la interculturalidad, contempladas como
derechos fundamentales en la Constitución.
Varios artistas y trabajadores de
la cultura se han pronunciado ya, en el sentido de que el ministerio de cultura
no funcionaba de la mejor manera. Pero, en lugar de mejorarlo, de alimentarlo, deciden
matar al niño que apenas tiene unos pocos años de vida. Matar ese ministerio
significa despreciar las artes y las culturas diversas en nuestro país. Una
deuda añeja tiene el Estado con esos sectores y hoy el presidente Noboa decide
ignorar y sepultar esa deuda, al convertir nuevamente a la “cultura” en estereotipos
de comportamiento de la clase dominante.
Esperamos que este duro golpe que
el gobierno ha dado a varios sectores sociales con el decreto 60, sea el inicio
de un gran levantamiento popular, que ponga a temblar al poder y que permita
construir a largo plazo un proceso unitario amplio, para la edificación de una
sociedad justa, libre e igualitaria, donde el fortalecimiento de la diversidad
cultural y de las artes de los pueblos, sea el alma, la belleza y la identidad del
proceso.
hnc / 26 julio 2025
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