CÉSAR ENDARA, COMUNISTA
INCLAUDICABLE (1905 – 2010)[1]
El 31 de
marzo de 2010 César Endara dejo de existir, cuando le faltaban pocos días para
cumplir 105 años de vida y cerca de 90 años de actividad militante por la
revolución. César era el único fundador sobreviviente de los Partidos
Socialista y Comunista del Ecuador, fue también el mayor y el último
sobreviviente de cinco hermanos comprometidos con las causas democráticas y
sociales del pueblo ecuatoriano: César (tipógrafo, librero y militante
multifacético a tiempo completo), Ernesto (contador y linotipista), Aníbal
(contador y maestro), Luis (trabajador gráfico, fotograbador) y Piedad
(médica).
Nació
César en Quito el 30 de mayo de 1905 cuando vientos de revoluciones liberales y
socialistas soplaban por todo el mundo. Su padre Carlos Manuel Endara fue
zapatero, con un taller con tres oficiales y su madre Dioselina González una
pequeña comerciante, con una tienda en la que vendía incluso productos
importados (vinos, enlatados, embutidos). Ambos vivían y tenían sus negocios en
la calle Ambato, al pie del Yavirac (Panecillo), de ellos aprendió César a
comprometerse con las causas justas.
César tuvo
dos compañeras en su vida. Con Beatriz Murgueitio procreo tres hijos: Espartaco
(maestro y filósofo), Iván (Ingeniero en Geología y Minas) y Bolívar
(trabajador gráfico), varios nietos y bisnietos. Luego se casó con su compañera,
militante comunista, Esther Osorio Sierra, con quien compartió su vida hasta el
final.
César Endara con sus
tres hijos
La educación primaria la hizo César en la escuela de los Hermanos Cristianos, que para entonces tenía ocho años de enseñanza. Terminada la escuela primaria se dedicó a la profesión de tipógrafo, espacio en el cual, entre lecturas y debates con obreros, fue forjando sus ideas socialistas y comunistas.
En 1925
participó en las primeras reuniones de intelectuales y obreros para la
conformación de un partido socialista, hecho histórico que se concretó en la
Primera Asamblea Nacional de Socialistas el 23 de mayo de 1926, cuando César
tenía 21 años de edad.
César fue
miembro del primer Consejo Ejecutivo Central del Partido Socialista
Ecuatoriano, junto a Jorge y César Carrera Andrade, Emilio Uzcátegui, Ricardo
Paredes, Pablo Charpentier y otros. Para el año 1927, pasó a conformar la
denominada “ala radical” o “ala comunista” dentro del Partido Socialista
liderada por Ricardo Paredes y Juan Genaro Jaramillo, que forjó el Partido
Comunista del Ecuador hacia 1931 después de la Tercera Internacional Comunista
de 1928; partido en el que militó de corazón toda su vida.
Algunos de los fundadores del partido Socialista. Foto
del año 1927. César Endara, el primero de pie a la izquierda de la foto.
En 1928,
por decisión de su partido viajó a Moscú con una beca a estudiar en la
Universidad Comunista de los Trabajadores de Oriente (KUTB), en la cual
permaneció hasta 1930, cuando fue llamado urgentemente por su partido a
retornar al país, pues pensaban que las posibilidades de una revolución
socialista en el Ecuador eran inminentes.
Tal vez
para muchos no sea sorprendente que una persona supere el siglo de vida, pero
lo extraordinario de César Endara es que llegó a esa importante edad con una
gran lucidez en todos sus actos y por su puesto en su capacidad de análisis
político y compromiso revolucionario firme.
Con su
palabra de mucho respeto y ajena al sectarismo, continuó siempre abogando por
la unidad de la izquierda ecuatoriana y por la necesidad de reforzar la
solidaridad de los pueblos en contra de la prepotencia del imperio.
César fue
un comunista inclaudicable, pero esa férrea militancia partidista, que en otros
fue motivo de intolerancia hacia las tendencias menos ortodoxas, en su caso fue
más bien una oportunidad de permanente diálogo y una búsqueda de información y
lecturas de los diferentes enfoques sobre la revolución ecuatoriana,
latinoamericana y mundial.
Una de las
pasiones de César Endara fueron los libros. De hecho, fue un “librero” de cepa,
y continuó siéndolo en la intimidad de su modesto hogar tapizado de volúmenes
de literatura y marxismo. En su librería “Endara” se reunían militantes,
artistas e intelectuales de izquierda como Jorge Icaza, Eduardo y Nicolás
Kingman, Benjamín Carrión, Manuel Agustín Aguirre, Humberto Salvador, Hugo
Alemán, Edmundo Ribadeneira o, cuando estaba en el país, Jorge Carrera Andrade,
en largas tertulias y noches de bohemia acompañadas muchas veces con “guagua
montado” o años más tarde con vodka Stolishnaya.
Su oficio
de librero lo tenía siempre en la sangre, pero se le apresuró por la urgencia
de las necesidades económicas allá por el año
A Ernesto
Albán, el teatrero, le tentó con la idea y ambos juntaron un pequeño capital
para iniciar con la empresa. Los dos mil sucres que puso Ernesto Albán tuvieron
que ser devueltos de prisa, con el aporte de otros camaradas, cuando su familia
conservadora se enteró de que había invertido en material comunista.
La
librería “Endara” funcionó por veinte años en la calle Venezuela, frente al
Círculo Militar, hasta que, por disposición del partido, pasó a manos de los
camaradas Roura y Echeverría para su administración, poco más tarde ellos
pasaron a engrosar la escisión que conformó el Partido Comunista Marxista
Leninista del Ecuador, que seguramente se benefició de los vestigios de la
librería. En ese período de veinte años, César incluso logró comprometer a un
miembro de las Fuerzas Armadas para que distribuyera libros de literatura y
alguno que otro libro subversivo entre los oficiales que acudían al Círculo.
Entre
otras anécdotas que contaba el propio César. Aquella vez, saliendo de la
Universidad Central luego de la Asamblea Constituyente del Partido Socialista
en 1926, al cruzar por la Plaza Grande en compañía de otros compañeros, se les
ocurrió gritar: “¡Viva el Socialismo!”, la respuesta no se hizo esperar, una
turba de curuchupas liderados por el padre de Oswaldo Guayasamín, que era
chofer de taxi en
Otras
anécdotas de César, como el relato de un comunista en la procesión de Viernes
Santo (con la vela apagada, por algo le decían judío) o aquel de un perro que frustra la revolución al
sacar en picada al César en una importante misión, se encargó de recogerlas con
mucha gracia Jaime Muñoz, su compañero de partido, en su libro “El Quiteño que
no pudo vender su alma al diablo: Memorias quiteñas” (2004).
César fue
el Segundo Secretario General del Partido Socialista entre 1927 y 1928, después
de Jorge Carrera Andrade, hasta cuando viajó a la URSS. Fue miembro del Comité
Central del Partido Comunista del Ecuador varias ocasiones, desde su
constitución hasta 1985. Colaboró estrechamente con Raymundo Meriguet en la
constitución del “Comité anti – nazi” durante
Durante la segunda guerra mundial, en el comité anti
nazi del Ecuador, en un acto en la Universidad Central del Ecuador. En la mesa
directiva, entre otros: Dolores Cacuango, Raymundo Meriguet y César Endara.
Fue
miembro del Comité Directivo de la Alianza Democrática del Ecuador que lideró
la insurrección que derrocó a Arroyo del Río en 1944 y, en ese mismo año y en
1945, fue miembro de la Asamblea Constituyente.
César fue
también periodista militante. Fundador del periódico “
Desde el
1º de mayo de 1968 fue el representante en el Ecuador de
Fue hombre
de prensa, dueño de la Editorial e Imprenta “Rumiñahui” entre 1948 y 1961,
hasta que claudicó la máquina principal. En su imprenta se editaba el periódico
“El Pueblo” del Partido Comunista.
Actuó en
Entre las
condecoraciones que ha recibido por su actividad militante están: la del
Gobierno de Bulgaria por los 100 años del natalicio de Dimitrov en 1983; la
orden de la “Amistad entre los Pueblos” de la ex URSS en su 80 cumpleaños en
1985 y; los reconocimientos que como su fundador le hiciera el Partido
Socialista Ecuatoriano – Frente Amplio en su 75 aniversario en el año 2001. En
el 2005, el Partido Socialista, el Partido Comunista y otras organizaciones
sociales, le rindieron varios homenajes al cumplir 100 años de edad.
César Endara
recibiendo la orden de la “Amistad entre los Pueblos” de la ex URSS en 1985.
Junto a él, su compañera, Esther Osorio.
En
su hoja de vida no podían estar ausentes también sus pasos por las cárceles, en
varias ocasiones, en calidad de preso político.
César
Endara dejó un gran legado de dignidad y espíritu revolucionario, fue un
verdadero bastión y archivo viviente de la revolución ecuatoriana, así como de
los principales hechos sociales y culturales que marcaron la historia del
último siglo en el Ecuador.
César Endara con varios
de sus amigos artistas, intelectuales y militantes de izquierda
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