LA SALUD PÚBLICA EN EL ECUADOR ENTRE 1960 Y 2023. UNA MIRADA[1]
Hugo Noboa Cruz[2]
(Ponencia presentada en el
Simposio "Pensamiento médico del Ecuador" organizado por el Taller de
Historia de la Salud - UASB, dentro del XI Congreso Ecuatoriano de Historia 2023,
Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador, septiembre 2023)
ESQUEMA
I. Década 1960, consolidación de
institucionalidad dispersa y fundación del MSP. Del asistencialismo a la
emergencia de derechos en salud. El legado de líderes y colectivos.
II. Primera etapa del MSP,
extensión de cobertura, el Plan Nacional de Salud Rural. La medicina social
como dispositivo biopolítico. El IESS, la salud y seguridad de los
trabajadores. SSC, una luz para un sistema solidario. La universidad busca
caminos de compromiso (década 1970 y posteriores).
III. La salud colectiva y los
primeros postgrados de salud pública. Desarrollo de pensamiento crítico en
salud pública, diversos senderos. Influencia de Alma Ata y Atención Primaria de
Salud (APS). El SAFIC y la Áreas de Salud. Los Registros de Cáncer. La lucha
contra las industrias nocivas (década de 1980).
IV. Los proyectos con el Banco
Mundial, FASBASE y MODERSA, la imposición de un modelo neoliberal. La
resistencia. La epidemia de cólera. LMGyAI, AIEPI, Normas SSyR (décadas 1990 y
2000).
V. Desde el discurso del
“aseguramiento universal” del Banco Mundial (en realidad privatizador), hasta
un ensayo de modernización del progresismo ecuatoriano. El MAIS,
reestructuración del MSP (zonas y distritos), eliminación de la participación
social. Crisis en la salud pública. Pandemia Covid-19, pretendidas reformas del
IESS, el “plan decenal” de Lasso (2000 - 2023).
INTRODUCCIÓN
Seis décadas de transformaciones
en el perfil epidemiológico de la población ecuatoriana; de cambios sociales y
económicos que no sólo afectan a la población, sino al ambiente; de ensayos de
políticas públicas y acciones de instituciones públicas, privadas, no
gubernamentales y comunitarias, así como de organismos internacionales;
estructuran un panorama bastante amplio y complejo. Tratar de dilucidarlo es
una tarea enorme, que requiere de un abordaje integrado, colectivo e
interdisciplinario; de un gran esfuerzo de varias instituciones, organizaciones
y activistas académicos y no académicos.
De lo que se conoce, ha habido al
menos tres intentos colectivos, relativamente recientes, de abordar en
publicaciones y de manera amplia, lo que ha sucedido en diferentes momentos de
la salud pública ecuatoriana y que incluyen parte del período 1960-2023. En
orden cronológico: el primero fue “El Condor, la Serpiente y el Colibrí. La
OPS/OMS y la Salud Pública en el Ecuador del siglo XX” (OPS/OMS 2002, Rodrigo
Fierro y otros, editores); el segundo “La Equidad en la mira: La salud pública
en el Ecuador durante las últimas décadas”, (OPS/OMS 2007, Plutarco Naranjo y
otros, editores, compilación Margarita Velasco) y el tercero “La medicina
ecuatoriana en el siglo XXI” (Academia Ecuatoriana de Medicina, Universidad
Andina Simón Bolívar Sede Ecuador y Corporación Editora Nacional 2018, Jaime
Breilh, editor). Otros intentos colectivos de menor alcance y más delimitados
también han ocurrido, como “Panorama Epidemiológico del Ecuador” (MSP 1992, Roberto
Sempértegui y otros, editores).
Luego de algunos trabajos
clásicos, entre ellos “Historia de la Medicina en el Ecuador” (Virgilio Paredes
Borja, Ed. CCE 1963) o las publicaciones históricas de César Hermida Piedra en
Cuenca (décadas de 1950 y 1960), ha habido también posteriores esfuerzos
individuales al respecto, con diferentes miradas, extensiones y énfasis, como
la abundante producción de Germán Rodas sobre historia de la medicina y la
salud en el Ecuador, u otras como: “Medicina y Estructura Socio-Económica” (Eduardo
Estrella, 1980), “El pensamiento médico ecuatoriano en el siglo XX” (Ninfa
León, 1989), “Historia del Seguro Social Ecuatoriano” (Jorge Nuñez, 1992). “La
salud de la población: medio siglo de cambios” (Margarita Velasco, FLACSO
2011), “Una mirada biopolítica al discurso legislativo ecuatoriano acerca de la
salud en la segunda mitad del siglo XX” (Edison Aguilar, FLACSO 2018). O la
recopilación de algunos de los escritos y conferencias de Edmundo Granda, en
los tres volúmenes (el último colectivo) “Edmundo Granda: La salud y la Vida”
(2009-2011).
Una ponencia con el título
planteado, en el Simposio Desarrollo del Pensamiento Médico en el Ecuador del XI
Congreso Ecuatoriano de Historia 2023, apenas puede intentar una breve aproximación
tratando de llegar a una visión del momento actual, con los respectivos sesgos
y vacíos que son inevitables; siempre considerando que ya han existido
importantes esfuerzos colectivos e individuales al respecto. Probablemente sólo
es posible hacer una línea de tiempo con hitos fundamentales. Y dejar planteadas
preguntas, a fin de que a futuro se pueda trabajar en algunas de ellas, o
descartarlas y proponer otras. Esa sería una buena forma de avanzar en estudios
históricos de esta importante etapa de la salud pública ecuatoriana.
Dado que la periodización
histórica es un abordaje que permite caracterizar períodos más amplios, cada
uno de ellos con hitos fundamentales, sería improcedente tratar de dividir a
estas seis décadas de desarrollo de la salud pública nacional (1960-2020) en
subperíodos.
Los historiadores de la medicina
y de la salud en el Ecuador, han hecho ya esfuerzos de periodización más
amplios: el período anterior a la conquista europea; el período de la
conquista y la colonia; el período republicano temprano, que a groso modo se
extiende desde la fundación de la República hasta la revolución juliana y
décadas posteriores. Podríamos atrevernos a decir, que las décadas a las que
nos referimos en esta ponencia (1960-2020), por su trascendencia, puede
considerarse como un período diferenciado; claro está, reconociendo que no hay
límites precisos entre períodos; de hecho la salud pública contemporánea tiene
importantes fundamentos anteriores, se ha levantado sobre los aportes de
procesos y personajes, incluso desde la época colonial, y por su puesto de las
medicinas ancestrales tan invisibilizadas por la historia y la política oficiales.
En esta línea de tiempo 1960 –
2020 (gráfico Nº 1), podemos identificar, desde diferentes miradas y
categorizaciones, varios hitos importantes que permiten trazar un mapa inicial
de este (llamémoslo por ahora) período.
Gráfico Nº 1
Pero es interesante también ver
como en este amplio período se han modificado las principales causas de
mortalidad general y su magnitud (desde 1954[3]
en que existen las primeras estadísticas vitales nacionales), como un grueso
trazador de la situación epidemiológica (ver gráfico Nº 2). A groso modo: hemos
pasado de un perfil dominado por enfermedades infecciosas, algunas de ellas
inmunoprevenibles, así como de graves carencias nutricionales (que sin duda
incidieron mucho en la mortalidad general, pero especialmente en grupos más
vulnerables como la población infantil); hasta llegar a un perfil dominado por
enfermedades no transmisibles (cardiovasculares, cáncer, diabetes,
respiratorias crónicas), pero también por accidentes y otras formas de
violencia; ello incluso cuando los años 2020 y 2021 tuvieron un fuerte impacto
de la pandemia de covid-19, lo cual nos obliga a considerar que de ninguna
manera las enfermedades infecciosas han sido superadas, nos hace respetar con
humildad el mundo microbiano.
Gráfico Nº 2
A continuación, sin que se trate
de un intento de definir subperíodos, se aborda en diferentes capítulos algunos
hechos relevantes, que se los tratará de organizar más o menos por décadas
(cuando sea posible), para tener un cierto orden cronológico. Sin embargo, no
siempre es posible circunscribirse a una sola década cuando se analiza un tema
o un proceso, muchos que inician en un momento determinado se proyectan varios años
o décadas en el futuro, por lo que no hay delimitaciones exactas y con
frecuencia estaremos adelantándonos y retrocediendo en el tiempo según las
necesidades de abordaje. En lo posible, algunas acciones desde organizaciones gremiales,
sociales y populares, serán incluidas en la descripción.
I.
Década 1960, consolidación de
institucionalidad dispersa y fundación del MSP. Del asistencialismo a la emergencia
de derechos en salud. El legado de líderes y colectivos.
Sin duda, el hecho más relevante
para la salud pública del Ecuador en la década de 1960 es la fundación del
Ministerio de Salud Pública (MSP) en el año 1967. Luego de que, durante
décadas, la gestión nacional de la salud pública estuvo a cargo de una
dependencia del Ministerio de Previsión Social y Trabajo, aunque también se realizaban
esfuerzos aislados por parte de gobiernos locales (con gran diversidad y
disparidad) o desde diversas organizaciones públicas, privadas o mixtas,
incluyendo las religiosas y fisco misionales, organizaciones no
gubernamentales, populares y comunitarias. Los servicios de salud del Instituto
Ecuatoriano de Seguridad Social (antes Caja del Seguro Social y Caja de
Pensiones) se adelantaron al MSP.
Según consta en el sitio Web del
MSP, a propósito de los cincuenta años de su fundación (2017):
“El MSP se
creó el 16 de junio de 1967 por mandato de la Asamblea Constituyente de aquel
entonces; hasta ese momento funcionaba como Subsecretaría de Salud del
Ministerio de Provisión Social y Trabajo. Al momento de su creación, Ecuador
era el único país de América que no contaba con un Ministerio de Salud. Esta
cartera de estado nació con el objetivo de «Atender los ramos de sanidad,
asistencia social y demás que se relacionan con la salud en general».”[4]
La fundación del Ministerio de
Salud Pública en Ecuador, en efecto, tuvo un importante retraso en relación a
otros países latinoamericanos. “El primer ministerio de salud (MS) de la
región latinoamericana es el cubano, que data de 1902, año de la creación de la
Organización Panamericana de la Salud como Oficina Sanitaria Internacional y,
posteriormente, Oficina Sanitaria Panamericana (1923). En Suramérica surge
primero el MS de Chile (1932), luego siguen Perú (1935), Venezuela y Paraguay
(1936); el último ministerio creado fue el de Ecuador, en 1967.” (ISAGS,
2012)
Como sucedió con muchos sistemas
y servicios de salud en Latinoamérica y posiblemente en otras partes del mundo,
el objetivo inicial fue cuidar la no afectación del comercio internacional,
debido a las epidemias de los países periféricos que podían llegar con el
transporte a Norteamérica, Europa y otros países del capitalismo central. No
tanto la preocupación fue por la transmisión de epidemias en sentido contrario,
de los países europeos y Norteamérica hacia la periferia.
Era muy conocido, a partir de la
conquista europea al territorio de la Abya Yala (América), pero también a otras
colonias en el mundo, que las epidemias llegaban con el comercio y los
viajeros.
“Sean los
que fuesen los corpúsculos tenues, pero pestilentes de la Viruela, nuestra
experiencia nos está diciendo, que éstos nos vinieron de la España y de otras
regiones de la Europa.
…En los
tiempos anteriores, en que el ramo de comercio activo que hacia ésta (se
refiere a España) con la América, especialmente a sus mares del Sur, no era
tan frecuente; del mismo modo era más rara la epidemia de Viruelas. Conforme la
negociación europea se fue aumentando y haciéndose más común, también las
Viruelas se hicieron más familiares…” (Eugenio Espejo, Reflexiones sobre las
viruelas, 1785)
“A lo largo
de la historia, el abordaje de la salud ha sido variable, concebida por las
culturas originarias como parte indisoluble de la vida, pero asociada
posteriormente a una visión que redujo la salud a la enfermedad y las
respuestas a la curación, hospicios e instituciones de caridad, básicamente
para atender a los más pobres. Desde el punto de vista institucional, en
América Latina, los sistemas de salud surgen en la primera mitad del siglo XX
con políticas enfocadas fundamentalmente al control de las grandes epidemias
vinculadas al creciente intercambio comercial, que diezmaban la población y
dificultaban los intereses económicos” (ISAGS, 2012, citando a Rovere, 2007
y Cueto, 2007).
Pero también los ministerios y
los sistemas de salud en Latinoamérica (y Ecuador no era la excepción), debían
responder a las altas mortalidades materna e infantil. A las enfermedades que
afectaban a niñas y niños pequeños.
De tal manera que el MSP surgió
en el Ecuador, como en otros países, básicamente para enfrentar dos problemas
grandes: las epidemias de enfermedades transmisibles y la mortalidad y
morbilidad que afectaba a los niños y sus madres (salud materno – infantil).
Y era de esperarse. La magnitud
de la mortalidad infantil (menores de un año de edad) era en el Ecuador tan
grande (y muy asociada a enfermedades infecciosas y desnutrición), que al
inicio de la década de 1960 prácticamente la tercera parte de muertes que
ocurrían en el país, eran infantiles, como se puede ver en el siguiente gráfico
Nº 3 (Nelson Laspina e Imelda Villota, UCE 2016).
Gráfico Nº 3
A la par de esa enorme mortalidad
infantil, el índice de fecundidad (número de hijos por mujer en edad fértil) en
el año 1960 fue de 6,7 hijos por mujer, mientras que para el año 2021 ese mismo
índice fue de 2,0 hijos por mujer. Lo cual hace más entendibles las prioridades
del momento.
Respecto de las epidemias de
enfermedades transmisibles, no sólo existen los antecedentes conocidos de las
reflexiones sobre las viruelas de Eugenio Espejo o las descripciones de las
epidemias de fiebre amarilla en el puerto de Guayaquil (principal sitio de
embarque de productos agrícolas ecuatorianos hacia otros países), que implicó
la creación de “casas de observación” en la población de Durán o inspecciones y
fumigaciones de las bodegas de barcos y de los vagones del ferrocarril; o de la
peste bubónica en varias poblaciones rurales de la Sierra y en la propia ciudad
de Quito[5].
Sino que otras enfermedades infecciosas también incidían gravemente sobre la
población, como la tuberculosis y la malaria, lo que llevó a la estructuración
de instituciones específicas para su control, la Liga Ecuatoriana
Antituberculosa, LEA (1940)[6]
y el Servicio Nacional de Erradicación de la Malaria, SNEM (1959), más tarde
redefinido como “Servicio Nacional de Control de Enfermedades Transmitidas por
Vectores Artrópodos”; instituciones ambas, que siguieron funcionando con
autonomía luego de la fundación del MSP y que paulatinamente fueron integradas
a su institucionalidad y rectoría.
Otras instituciones anteriores al
MSP, como el Instituto Nacional de Higiene y Medicina Tropical “Leopoldo
Izquieta Pérez” (inicialmente Instituto Nacional de Higiene, 1941)[7]
o el Instituto Nacional de Nutrición (1945/1947), también se integraron a la
institucionalidad del MSP luego de su fundación. El Instituto Nacional de
Nutrición luego se transformaría en el Instituto Nacional de Investigaciones
Nutricionales y Médico Sociales, ININMS (1979) y posteriormente en Instituto
Nacional de Ciencia y Tecnología (1998)[8].
Pero otros campos de atención de
la salud pública, que ya habían sido copados por instituciones privadas sin
fines de lucro mediante procesos legalmente establecidos, nunca lograron
integrarse en la institucionalidad de la entidad rectora de la salud, tampoco
hubo intención de hacerlo. De entre ellos, los tres más emblemáticos son: la
Sociedad de Lucha Contra el Cáncer, SOLCA (Guayaquil 1951, que tuvo su
antecedente en la Liga Anticancerosa Quito 1947)[9];
la Junta de Beneficencia de Guayaquil, la institución más antigua del país en
este campo (1887) que se creó con el objetivo de “la administración,
conservación, mejora, buen régimen y disciplina de los hospitales, manicomio,
cementerio y demás establecimiento municipales de beneficencia existentes en el
cantón”[10];
y la Cruz Roja Ecuatoriana, que tuvo la primera Junta Directiva en el 2010,
pero que en realidad se fortalece a partir del año 1922 con sus primeros
estatutos[11].
Adicionalmente, los antecedentes
del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social datan de las primeras décadas del
siglo XX, inspirados en el modelo del canciller Bismark en la Prusia/Alemania
de fines del siglo XIX. En 1928, la creación de la Caja de Pensiones (que no
incluye atención de salud), se considera como el origen del seguro social. Pero
no es sino hasta el año 1936, en que, con la creación del Instituto Nacional de
Previsión, se crea también el primer servicio de salud (en realidad atención de
enfermedades) para los afiliados, adscrito al Hospital San Juan de Dios en
Quito. Este tipo de servicios de atención a la enfermedad fueron expandiéndose,
y en 1952, luego una de las conferencias internacionales del trabajo, se
definen una “Norma Mínima de Seguridad Social” a la cual el Ecuador se acoge,
que incluye: asistencia médica, subsidio por enfermedad, desempleo, vejez,
accidentes de trabajo y enfermedades profesionales, asignaciones familiares,
maternidad, invalidez y muerte”. Un nuevo Horizonte se abre en el año 1968 con
el “Plan Piloto del Seguro Social Campesino” que protege no a individuos sino a
familias y comunidades[12];
pero el SSC en realidad se desarrolla en la década de 1970.
En estas condiciones y debido al
retraso en su creación, el Ministerio de Salud Pública nace mermado, no es una
institución con toda la fuerza para ser el ente rector de los servicios e
instituciones de salud, más aun considerando la gran magnitud y diversidad de
servicios privados con y sin fines de lucro. El alcance del MSP no es universal
en el Ecuador desde su fundación, ni en su capacidad de rectoría ni en su
capacidad de brindar los servicios necesarios a la población residente en el
territorio.
La legislación estatal de la salud,
previa a la creación del Ministerio de Salud, estuvo
compuesta principalmente por: el
Código Sanitario expedido mediante Decreto Ejecutivo 188, publicado en el
Registro Oficial Nº 78, el 4 de septiembre de 1944; La Ley de Fijación de Precios
de las Medicinas para Uso Humano, publicada en el Registro Oficial Nº 172, el
25 de Febrero de 1964; la Ley de Control Sanitario de Alimentos, Cosméticos,
Medicamentos, publicada en el Registro Oficial Nº 149, el 27 de Octubre de
1966; La Ley de Farmacias (Boticas) y Droguerías, publicada en el Registro
Oficial Nº 152, el 10 de Noviembre de 1966.
Ya en funcionamiento, el Ministerio
de Salud preparó la propuesta del Código de la Salud expedido mediante Decreto
Supremo 188, publicado en el Registro Oficial 158 del 8 de febrero de 1971.
Este Código de la Salud estableció la obligatoriedad de un año de trabajo rural
para los egresados de las escuelas de medicina, odontología, obstetricia y
enfermería para hacer efectivo el Plan de Medicina Rural aprobado en 1968. (Aguilar,
2018)
Según Eduardo Estrella:
Los cambios
socioeconómicos generados en la década de los sesenta, las nuevas perspectivas
de la economía internacional que ya no basan su acción en el modelo
importación-exportación, sino que quieren crear bajo su tutela un mercado
interno, las necesidades de atención de salud de la población con finalidades
político-ideológicas, determinan una readecuación de la medicina nacional. Esta
nueva orientación se encamina a la atención médica directa, pasando a un plano
secundario las acciones sanitarias que anteriormente fueron tan importantes.
Para
responder a las expectativas suscitadas por estos cambios, la medicina
ecuatoriana entra en un período de modernización, caracterizado por los
siguientes hechos: a) La creación del Ministerio de Salud; b) La reorganización
del Seguro Social; y, c) La transformación de la atención médica liberal
(privada) en pequeña o gran empresa. (Estrella, 1980)
Desde la academia, en la década
de 1960 no se producen aun cuestionamientos al sistema de salud que pretende estructurarse
con la creación del MSP. Cuestionamientos que si serán intensos a partir de la
década de 1970.
Quizá el movimiento contestatario
más importante en la década de 1960, es el que se da desde las mujeres, desde
las médicas y otras profesionales de la salud. Después del ejemplo aislado de
Matilde Hidalgo, que se graduó de médica en 1921, pasaron varios años en que no
hubo graduación de nuevas mujeres médicas en el Ecuador, pero en la década de
1940 se da una primera explosión de estudiantes mujeres en las universidades
ecuatorianas. Para 1960 se fundó en Guayaquil la Sociedad de Médicas y un año
más tarde, 1961, en Quito[13],
con importante liderazgo de Enriqueta Banda.
El 31 de
julio de 1961, a las siete de la noche, como consta en actas, se constituyó la
Sociedad de Médicas del Ecuador Filial Quito, integrada por 20 socias entre las
cuales consta como invitada de honor Matilde Hidalgo de Procel, primera médica
ecuatoriana. A la sazón, había un total de 44 médicas registradas en el libro
de actas de la Facultad de Medicina de la Universidad Central, en 1961. Beatriz
Narváez fue la primera presidenta…
Con este
espíritu, desde sus inicios, la Sociedad de Médicas asumió un rol activo en la
vida social y sanitaria de la comunidad. La doctora Narváez y su equipo de
médicas, con el apoyo del Ministerio de Previsión Social y Sanidad, gestionaron
la donación de 100.000 dosis de vacunas contra la poliomielitis de parte de la
Organización Panamericana de la Salud (OPS), y así se logró implementar a
escala nacional la vacunación infantil contra la polio en niños de entre 3
meses y 6 años de edad. Desde 1964 se impuso definitivamente la vacuna contra
la poliomielitis como un derecho universal del niño ecuatoriano y como una
responsabilidad del Estado.
Otra de las
acciones fue abrir tres consultorios médicos con dos finalidades: dar atención
médica gratuita a la madre y al niño y colaborar con las mujeres médicas recién
graduadas para que tuvieran un lugar de trabajo donde desarrollar su profesión
y obtener algún apoyo para su subsistencia. En ese entonces, las doctoras
recién egresadas estaban marginadas por el Estado, las universidades, las
instituciones públicas y privadas, y el ejercicio en consultorio particular
resultaba extremadamente difícil.
La
existencia de las mujeres médicas como seres históricos se afirma aún más
cuando a partir de 1963, bajo el liderazgo de la doctora Enriqueta Banda de
Naranjo, emprenden en la programación y ejecución de un proyecto que para ese
entonces fue considerado revolucionario: el programa de planificación familiar
y paternidad responsable.[14],[15].
Esa irrupción de las mujeres
médicas, defendiendo derechos de otras mujeres[16],
aun antes de la fundación del MSP, permitió que en la década de 1970 se
incorporará la planificación familiar entre los programas del ministerio. Pero
también la Sociedad de Médicas ayudó a fortalecer las nacientes iniciativas de
inmunizaciones para proteger la salud de niños y niñas, lo que fue la base para
la implementación posterior del Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI) en la
década de 1970[17].
Pero también hubo en la década de
1960 el germen de otros movimientos políticos promovidos por médicos, que
fueron en el Ecuador el antecedente de las modernas organizaciones de salud
colectiva y defensa de derechos, con una fuerte crítica al Estado, al poder y
al sistema. "Médicos por la Paz" (filial ecuatoriana de la
“Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear”,
AIMPGN), fundada en 1980, en realidad comenzó a organizarse desde la década de
1960, luego de las experiencias de la segunda guerra mundial, cuando se conoció
y documentó el horror de las armas nucleares en Hiroshima y Nagasaki y su grave
impacto en la salud a largo plazo, pero también cuando las guerras de Corea y
de Vietnam, sensibilizaron a amplios sectores sociales de todo el mundo;
participaron entre otros en "Médicos por la Paz" (Ecuador): Plutarco
Naranjo, Oswaldo Rodríguez, Herbert Reyes, Medardo Villalba y Reinaldo Miño;
este último actuó como coordinador.
II.
Primera etapa del MSP, extensión de
cobertura, el Plan Nacional de Salud Rural. La medicina social como dispositivo
biopolítico. El IESS, la salud y seguridad de los trabajadores. SSC, una luz
para un sistema solidario. La universidad busca caminos de compromiso (década
1970 y posteriores).
Luego de haberse fundado el MSP
en 1967 y de haber dado sus primeros pasos en el control de algunas
enfermedades infecciosas epidémicas y endémicas, que diezmaban sobre todo a la
población infantil y a grupos en condiciones de mayor vulnerabilidad, como la población
indígena, la población excluida del desarrollo económico y social, los
trabajadores más expuestos a estas enfermedades y a otros eventos como
accidentes. Luego de haber priorizado también la salud materno infantil, debido
a los indicadores de mucho impacto en esta población.
La década de 1970 se inaugura con
un plan de extensión de cobertura de los servicios, que busca llegar a varios
rincones del campo, el “Plan Nacional de Salud Rural”[18].
No hay que dejar de ver también esta estrategia como un mecanismo de expansión
del Estado, y de dominio de la ciudad y el centro político sobre el campo, los
campesinos y la población indígena; después de todo, el Ecuador había vivido
una serie de levantamientos populares, sobre todo de pueblos y nacionalidades
ancestrales asentados en la Sierra. La atención médica, junto a la iglesia
(hasta ese momento fundamentalmente católica), la escuela y algunos servicios
públicos de apoyo a la agricultura y ganadería, eran perfectos instrumentos
para la penetración. Sin embargo, muchas interesantes iniciativas autónomas
surgirían de esa expansión de los servicios de salud al área rural.
Según Edison Aguilar, al hacer
una reflexión sobre el pensamiento de Foucault y analizar ese proceso que se
vivió desde finales de la década de 1960 e inicio de la de 1970, que luego se profundiza:
…la medicina social funciona como dispositivo biopolítico para
el gobierno, control, producción y reproducción de las poblaciones capaces de
producir, consumir e intercambiar, por medio de la protección estatal a los
pobres ante los riesgos de la vida en sociedad, la regulación estatal de la
previsión o seguridad social de las poblaciones asalariadas, ante las
incertidumbres y contingencias del trabajo y el libre acceso a la oferta
privada de servicios para la población en capacidad de comprarlos. La seguridad
estatal es posible a través de la normalización y de la policía médica y tiene
como horizonte la medicalización de la vida biológica y social de los humanos.
La medicina social como un dispositivo privilegiado del poder estatal
contribuye significativamente a evitar o diluir los conflictos sociales,
contribuye a la continuidad y a la estabilidad de los regímenes políticos.
Estas conceptualizaciones sobre la salud y la medicina influyen en las
políticas e instituciones relacionadas con la atención a la enfermedad y con la
atención a la salud hasta el día de hoy, y están presentes en el discurso
internacional acerca de salud. (Aguilar, 2018)
Entonces, no es coincidencia que,
para la misma época, se funda el MSP, se extiende la atención al campo a través
del Plan de Medicina Rural, se consolida el IESS, se inaugura el Hospital
Carlos Andrade Marín en Quito (luego otros) y se desarrolla el SSC. A la vez
que comienza expandirse el complejo médico industrial privado, al inicio
tímidamente, con la proliferación de grandes clínicas privadas en Quito,
Guayaquil y otras ciudades; se ensaya las primeras formas de seguros médicos
privados en algunas empresas, que sin embargo tienen su boom a partir de la
década de 1990.
Volviendo al Plan de Salud Rural.
En el campo, no es que no había existido antes experiencias de trabajo médico rural.
Las hubo, con servicios desplegados por la Subsecretaría de Salud del
Ministerio de Previsión Social y Trabajo y por gobiernos municipales; además de
organizaciones sociales y religiosas que también desplegaron sus contingentes, a
la par que lo hacían con las escuelas. Esta expansión al campo de los servicios
de salud, compitió con las medicinas ancestrales de los pueblos y
nacionalidades en todas las regiones y provincias del país, dentro de las
cuales tuvieron y tienen un papel emblemático las parteras tradicionales. La
expansión de la atención médica al campo, primero con la medicina rural y luego
con el SSC, pone en contacto a la llamada “medicina occidental” con las
medicinas tradicionales que venían actuando durante siglos, quizá milenios, y
que eran hasta ese momento las únicas opciones para la población rural. La
expansión de este dispositivo biopolítico, proscribe a las medicinas ancestrales
(en gran parte del territorio nacional son perseguidas, por “empíricas”), a
pesar de los programas de capacitación e integración de las parteras, a las
cuales trata de asimilar.
En la Evaluación del Plan
Nacional de Salud Rural, realizada por el Instituto Nacional de Investigaciones
Nutricionales y Médico Sociales del MSP entre los años 1980 y 1982[19],
a una década de implementación del plan, se concluye:
• Era
necesario incrementar el número de subcentros de salud, tanto en parroquias que
carecen del servicio como en otras en las que, por la magnitud de su territorio
y población, el servicio resulta insuficiente.
• Existían
barreras para el acceso de mucha población rural a los servicios, por
limitaciones económicas, por distancia geográfica, por preferencia de la
medicina tradicional o porque los servicios no se programaban de acuerdo con la
realidad local. Muchos de estos problemas no pueden resolverse solo desde el
sector salud.
• Los recursos
humanos eran insuficientes para atender a toda la población. Había
insuficiencia de médicos rurales (el estudio estableció en una muestra de 32
parroquias que había un médico por 4.683 habitantes para 1981) y, sobre todo,
de auxiliares de enfermería e inspectores sanitarios. La capacitación también
había sido insuficiente y no respondía a las necesidades locales.
• Para
entonces, la mayoría de la infraestructura física de los subcentros de salud
era adaptada: casas cedidas por la comunidad o por instituciones locales para
tal efecto. Había muy pocos “SCS tipo” (construcciones estandarizadas). Sin
embargo, era evidente que la homogenización tampoco es la mejor solución porque
existe una diversidad enorme de poblaciones y culturas en el país.
• Por lo
general, el equipamiento básico y los medicamentos eran insuficientes en las
unidades evaluadas; en promedio, no llegaban ni siquiera al 50% de lo
normatizado por el MSP.
• La falta de
programación de las actividades era una de las mayores debilidades. Con pocas
excepciones, se atendía por libre demanda y con poca proyección comunitaria
(atención extramural). La supervisión se basaba en el control de la asistencia,
muchas veces punitiva, pero no se contribuía a la solución de los problemas. Los
registros tenían varias carencias, desde falta de formatos básicos, hasta el
mal uso de estos, y poco o nulo análisis para mejorar la acción.
• En cuanto al
impacto, no se encontró diferencias significativas en la mayoría de los indicadores
de antes y después de la implementación del servicio rural, ni entre parroquias
con y sin SCS. (Los autores insisten en que ello no significa que el Plan Nacional
de Salud Rural no sea importante; al contrario, debía ser fortalecido). La
deficiencia de los registros vitales (alto subregistro, entre otros problemas)
también impedía medir adecuadamente el impacto.
• La
complejidad de los problemas encontrados y de las soluciones necesarias obligaba
a pensar en la necesidad de un gran esfuerzo interinstitucional y comunitario para
la construcción de un Sistema Nacional de Salud. (Suárez y otros, ININMS,
1982)
A 50 años del Plan Nacional de Salud
Rural, la situación seguramente no ha cambiado mucho. No se ha realizado nuevas
evaluaciones del Plan, al menos no con el rigor de los años 1980-1982 (en ese
entonces se incluyeron muestras de parroquias, unidades operativas, barrios, comunidades
y familias).
Pero es probable que algunos de
los problemas identificados en aquel estudio se lograron solucionar en las
décadas subsiguientes. Desde la implementación del Plan en 1970, hasta la
actualidad, el país ha conseguido impactos favorables en algunos temas de
salud, y no sólo a nivel rural. Pero es evidente que persisten inequidades, y
su solución, nuevamente, no depende únicamente de acciones y servicios de
salud. Al parecer, las conclusiones de la evaluación de 1980-1982 siguen
teniendo vigencia. Muchos de los problemas de las comunidades y los servicios
rurales, están también presentes en sectores populares urbanos y en sus
servicios médicos.
El Plan de Salud Rural, pero
también otras iniciativas de extensión de servicios durante la década de 1970 y
décadas posteriores, se vieron fortalecidas de manera importante por los
lineamientos definidos en la Declaración de Alma Ata sobre Atención Primaria de
Salud (1978). Es necesario recordar que el espíritu de la declaración tenía que
ver con el cuidado de la salud por parte de las comunidades, no sólo con
atención de los servicios, que es como se la ha difundido posteriormente.
De hecho, el título original de
la conferencia y de la declaración en inglés es “International Conference on
Primary Health Care”[20],
que se traduce más como cuidados básicos antes que como atención primaria. Y no
es cuestión sólo de lenguaje, sino que la interpretación (incluso oficial de la
mayoría de gobiernos) ha contribuido a un alejamiento de los principios originales
y a una priorización del papel del personal médico y de los servicios, en
detrimento de lo que se define en el primer punto de la declaración cuando se
hace referencia al cuidado, fundamentalmente como que “refleja y evoluciona a
partir de las condiciones económicas y socioculturales y políticas
características del país y sus comunidades y se basa en la aplicación de los
resultados relevantes de la investigación de servicios sociales, biomédicos y
de experiencias en salud pública”[21].
En el Ecuador, la declaración de
Alma Ata, cuestionada al inicio por algunas organizaciones de izquierda porque
consideraban que proponía una medicina de segunda, de mala calidad, para los
pobres; fue sin embargo fundamental para muchas de las actividades futuras del
MSP y otras instituciones y organizaciones. En particular la construcción de
Sistemas Locales de Salud (SILOS), que encontraron su expresión en las Áreas de
Salud a partir de la década de 1980; organizadas en base a la división
territorial del país, que implica una cierta identidad cultural de la población
en cada territorio. Lamentablemente después reemplazada a partir del 2012 por
los distritos y zonas, que rompen esa identidad territorial y cultural.
Tanto los SILOS como los
principales lineamientos de APS de Alma Ata, recién se implementaron en el
Ecuador en la década de 1980, sobre todo al final de la misma.
La
planificación en salud del Ministerio de Salud en aplicación del desarrollo de
los sistemas locales de salud (SILOS) se expresó a finales de la década de los
80 en la ejecución del modelo de atención familiar, integral y comunitaria
denominado SAFIC que pretendió ordenar desde lo local el territorio en salud
(Sacoto, 2007).[22]
En la década de 1970 inicia
también un conflicto entre los servicios y la institucionalidad del MSP y del
IESS/SSC, que se expresa incluso en la competencia por ubicar sus respectivos
servicios en un mismo territorio, sin ninguna coordinación entre los principales
prestadores públicos del país. Pero ese conflicto alcanza también a la
interpretación del modelo de sistema de salud que pretende cada una de estas
dos grandes instituciones: Uno basado en el aseguramiento universal, que
minimizaría las funciones de la Autoridad Sanitaria y fundamentalmente
reclamaría la administración de todos los servicios (del MSP, IESS y SSC) por
parte del IESS (modelo similar al de Costa Rica); y otro modelo en el que el
Estado directamente garantizaría la atención de salud universal, a través del
MSP (modelo similar al cubano o al planteamiento inicial del Sistema Único de
Salud, SUS, del Brasil). Asunto que no se ha resuelto hasta la actualidad, pues
tanto la Constitución de 1998 como la del 2008 definen claramente la autonomía y
competencias divergentes de ambas instituciones.
La situación es de difícil
resolución. Como no es fácil tampoco dilucidar el futuro del IESS y sus
prestaciones. Hay criterios diferentes al respecto, muy polarizados. Pero, en
ese escenario, la propuesta del Seguro Social Campesino (SSC) viene a ser una
luz para un sistema solidario, basado en la comunidad y en el cuidado
comunitario de la salud (algo que tanto se ha anhelado desde la salud
colectiva), lo que bien puede ser el punto de encuentro para el sistema de
salud, por su carácter colectivo antes que individual; sin embargo, el SSC,
precisamente por su carácter solidario y comunalista, tiene muchos detractores
y no sólo desde una visión neoliberal, sino incluso desde sectores de afiliados
que creen que la sola existencia del SSC afecta derechos de los demás afiliados
y pensionistas.
Ninfa León concluye en un estudio
realizado en el año 2018, especialmente del período de gobierno de Alianza PAIS:
El estudio realizado muestra una tendencia continua y
persistente de debilitamiento del SSC a partir del año 2000. Durante el
gobierno de Alianza PAIS esta tendencia no se revierte; al contrario, se
consolida. El análisis de la política de salud y seguridad social a partir de
los planes de desarrollo y del Buen Vivir sugiere que a lo largo de dicho
gobierno prevaleció un proyecto político desarrollista modernizador, dentro del
cual no constaba el fortalecimiento y potenciación del SSC como parte de la reproducción
de la economía familiar campesina. Sin embargo, esta tendencia no fue lineal:
por ello, el número de afiliados al SSC aumenta en forma sostenida desde 2007
hasta 2010, cuando se recuperan las coberturas del año 1998. Posteriormente, el
ritmo de crecimiento disminuye hasta hacerse negativo a partir de 2016…
Por otro
lado, la Ley de Seguridad Social, aprobada en 2001 y vigente hasta la fecha, que
fue el referente de muchas resoluciones del Consejo Directivo del IESS en ese período,
también se encuentra alineada con este mismo enfoque, aunque con las
limitaciones impuestas por la Constitución de 1998, que preservaba el carácter
público y obligatorio de la seguridad social y consagraba la existencia del
SSC.
Para los
defensores de las propuestas neoliberales, la existencia de las organizaciones de
afiliados al SSC siempre fue un impedimento para su implementación, gracias al
poder de veto a la privatización de la seguridad social expresado por medio de
su acción colectiva.
La política
de seguridad social implementada a través del SSC se ha caracterizado por ser
eminentemente participativa. Las organizaciones campesinas e indígenas eran las
contrapartes reconocidas por el IESS-SSC. Interactuaban con los equipos
operativos del SSC en las distintas dimensiones del modelo de atención de
salud, a través del cual se integraba la entrega las prestaciones de salud y
económicas. En esa interacción se crearon espacios donde se gestaron sentidos
de pertenencia, cuerpo y propiedad respecto de los dispensarios y del SSC, así
como sentimientos de solidaridad, afecto y reconocimiento de los otros como
parte de un nosotros que les motivaron a movilizarse cuando sintieron la
amenaza de desaparecer el SSC.
Este
entramado de interacciones no solo contribuyó al desarrollo de la acción
colectiva de los afiliados al SSC y a su constitución como actores sociales
deliberantes, sino que fue fundamental para lograr una buena calidad de la
atención de salud desde una perspectiva integral. El conocimiento mutuo entre
los miembros de los equipos operativos y los afiliados fue fundamental.
Los cambios
que se introdujeron en el modelo de atención amenazan con menoscabar esta
relación. Se desmonta la participación corporativa de los afiliados al SSC a través
de sus organizaciones y se la sustituye por una interacción individual. La
pérdida de centralidad de la organización en el proceso de aseguramiento (desde
la afiliación hasta la recolección de los aportes y el control de los ingresos
y egresos) es uno de los mayores golpes que puede darse a la acción colectiva
de los afiliados al SSC, pues se deja de reconocer a la organización social
como contraparte legítima del IESS-SSC. Esto debilita su capacidad de
interpelación al IESS-SSC y su representatividad ante los afiliados.
…todos los
cambios que se introdujeron con el objetivo de integrar los dispensarios del
SSC a la red de servicios del IESS, enmarcándolos en los lineamientos de la
Dirección del Seguro General de Salud Individual y Familiar del IESS (que
tienen una orientación clínica-individual, eminentemente biologista,
medicalizada y curativa) amenazan con desmontar las condiciones que permiten
dar una atención integral tanto a nivel individual como comunitario. No solo se
destruyen las condiciones que permitieron el desarrollo de diversos vínculos y
sentimientos de solidaridad, afecto y pertenencia de los afiliados y de los
equipos operativos, que fueron la base del desarrollo de su acción colectiva y
constitución como actores, sino que se desmonta un modelo de atención
implementado por más de 50 años y que ha sido una garantía para el ejercicio
del derecho a la salud de estas poblaciones. Este modelo se ajusta a la
realidad rural, está basado en la atención primaria de salud, es integral,
integrado, participativo y continuo, está próximo a la cotidianidad de las
comunidades y tiene enfoque familiar. (León, 2018)
Durante la década de 1970, ocurre
una efervescencia de los movimientos sociales en el Ecuador. El movimiento
estudiantil se fortalece luego de la masacre de los estudiantes secundarios en
la Casona de la Universidad de Guayaquil en 1969, y ello incide en los
estudiantes de medicina y del sector salud. Habíamos mencionado que desde la
izquierda hubo cuestionamientos a la APS de la declaración de Alma Ata (y ese
cuestionamiento incluyó a los programas de promotores de salud, muchos de ellos
de ONG), y fue precisamente desde un sector del movimiento estudiantil
universitario en las facultades de salud, que más se difundió esa crítica,
influida también por la polarización URSS – China (la ciudad de Alma Ata era de
la URSS). No había fundamentos sólidos para dichos cuestionamientos. Sin
embargo, ese conflicto se fue superando en las siguientes décadas, y la APS ha
pasado a ser más bien una reivindicación desde los movimientos sociales.
Por otro lado, el movimiento
obrero también se fortaleció en la década de 1970, con la creación de nuevos
sindicatos y la constitución del Frente Unitario de Trabajadores (FUT,
constituido inicialmente por tres centrales, CEOSL, CTE, CEDOC). Ello, en
salud, deriva más tarde en la preocupación por la salud y seguridad de los
trabajadores, sobre todo fabriles, fenómeno que ocurría en toda Latinoamérica y
que daría lugar en el futuro a los postgrados de “salud de los trabajadores”,
“salud y seguridad en el trabajo”, “medicina ocupacional” y afines.
En la academia, el compromiso de
algunos docentes de universidades públicas con las luchas sociales se refleja
en una libertad de cátedra que incorporó contenidos sociales y políticos en la
enseñanza – aprendizaje, y el repunte del trabajo extramural que se concretaría
en lo que hoy se conoce como “vinculación con la sociedad”, obligación
contemplada en la Ley Orgánica de Educación Superior. Ese compromiso de la
academia se concreta también en la investigación médica y de salud, con cada
vez mayor enfoque social[23],
que incluso se reflejaría a finales de la década en la transformación del
instituto de nutrición del MSP en Instituto de Investigaciones Nutricionales y
Médico Sociales.
El Ministerio de Salud Pública,
el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, el Seguro Social Campesino y
algunos sistemas y servicios públicos de atención médica y de salud, como los
municipales o los de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional que después se
incorporan al ISSFA (1992) e ISSPOL (1995)[24];
para la década de 1980 alcanzaban ya su madurez, aunque seguían funcionando de
una manera fragmentada. Más aún otros servicios privados sin fines de lucro que
recibían financiamiento público, como la Junta de Beneficencia de Guayaquil y
SOLCA (este último, un porcentaje de los créditos en el sistema bancario).
Esa desestructuración puso en la
mesa la inquietud de construcción de un sistema nacional de salud, o al menos
sistemas integrados (interinstitucionales) en el nivel local. Sin embargo,
ninguna institución quería renunciar a lo que consideraba su propiedad
exclusiva. La discusión sobre un sistema de salud que había comenzado con
entusiasmo en la década de 1980 (promovida por organismos internacionales como
la OMS), tuvo que postergarse, incluso hasta la actualidad.
En el MSP en la década de 1980 se
dieron algunos cambios, pudieron integrarse plenamente instituciones aun
dispersas como LEA y el SNEM, bajo la rectoría institucional, con la
coordinación de la Dirección de Epidemiología. Problemas totalmente
invisibilizados como la salud mental o las enfermedades (crónicas) no
transmisibles (ENT) por primera vez recibieron alguna atención, aunque
totalmente insuficiente por parte de la institución.
La planificación en salud que
había sido impulsada por la OMS desde la década anterior, se consolidó con el
liderazgo de personajes emblemáticos como Oswaldo Egas, César Hermida y Edmundo
Granda, los dos últimos sin embargo volcaron sus esfuerzos a la academia y más
tarde a organismos de cooperación, como la misma OPS/OMS.
Tanto el MSP como el IESS recibieron
por primera vez el aporte de los primeros contingentes de salubristas formados
en el propio país, inicialmente en la Universidad Central del Ecuador (Curso de
Especialidad en Investigación y Administración en Salud, CEIAS), pero luego en
varias universidades públicas y privadas en diferentes ciudades. Antes de ello,
los profesionales salubristas sólo tenían la opción de formarse en
universidades de otros países, especialmente latinoamericanos (México, Brasil,
Colombia, Puerto Rico, Chile, Cuba).
En investigación, los aportes de
Rodrigo Fierro (y equipo) sobre la deficiencia de yodo en poblaciones
empobrecidas de la Sierra, que habían iniciado exitosamente en la década de
1970, comenzaron a tener efectos positivos en la salud de la población. Un
claro ejemplo de cómo la investigación universitaria puede contribuir a
programas de salud pública. De hecho, las estrategias (aceite yodado y yodación
de la sal de consumo humano) que aportaron a disminuir la deficiencia de yodo,
que alcanzaba niveles dramáticos como el bocio endémico y el cretinismo,
tuvieron sus bases sólidas en las investigaciones de Fierro y sus colaboradores[25].
Y su utilidad no sólo fue nacional, sino que se hizo extensiva a otros países
latinoamericanos e incluso de otros continentes.
Dos hitos fundamentales también
se lograron en esta década, ambos relacionados con las enfermedades no
transmisibles (ENT) y lo que la OMS denomina riesgos asociados.
El uno, fue la estructuración del
primer registro poblacional de cáncer en el Ecuador (RNT SOLCA Quito en
convenio con MSP e INEC), empresa en la que el patólogo (y epidemiólogo de
cáncer) de SOLCA, Fabián Corral, había estado trabajando silenciosamente desde
una década antes. Contando con la asesoría inicial de algunos consultores
internacionales (Myriam Gersenovic, Rolando Armijo e Isidro Martínez) a través
de la cooperación de OPS/OMS, en 1984 se inició una prueba piloto en Quito. Más
tarde asumirían la conducción del registro de Quito, Patricia Cueva como
directora y José Yépez como epidemiólogo y coordinador de investigación. A más
del registro de Quito, se crearon luego los registros de Manabí, Guayaquil,
Cuenca, Loja y Machala; así como el registro hospitalario (que tiene otras
funciones), en SOLCA Quito y otros hospitales públicos y privados. Pero los
registros en general atraviesan actualmente una grave crisis, por la separación
de los experimentados funcionarios de Quito.
Según se relata en una reseña
histórica del volumen 15 de “Epidemiología de Cáncer en Quito” (2006-2015):
1984. El 20
de junio de 1984, mediante acuerdo Ministerial del MSP-No. 6345, se crea
oficialmente el Registro Nacional de Tumores, RNT, bajo la responsabilidad de
Solca, Núcleo de Quito. Este logro estuvo antecedido por un largo período de
planificación y de ejecución de una prueba piloto en el que participaron el Dr.
Fabián Corral…
1991. En
coordinación con la IARC se realizó en Quito la Reunión de la Asociación
Internacional de Registros de Cáncer, IACR, que por primera vez tuvo su sede en
Latinoamérica. Contó con la asistencia de más de 150 investigadores extranjeros
y un similar grupo de ecuatorianos…
1992. Se
publicaron los datos recopilados por el RNT, en el VI volumen de “Cancer
Incidence in Five Continents” (de la IARC, OMS). El Dr. Fabián Corral es
elegido representante de los Registros de Cáncer de América Latina y El Caribe
ante la IACR para el período 1992-1996. (SOLCA/RNT, Cueva, Yépez, 2014)
En el volumen 16 del año 2019,
Freddie Bray, director de Vigilancia del Cáncer de la Agencia Internacional de
Investigación en Cáncer (IARC) de la OMS, hace un breve recuento de la
importancia de este registro:
Durante las
últimas tres décadas, el Registro Nacional de Tumores de Quito,
consistentemente, ha representado un ejemplo de registro de cáncer de alto
nivel, tanto en las Américas como en todo el mundo.
El registro
cumple un papel importante como entrenador y coordinador de los cinco registros
en el país y continúa siendo una piedra angular de la vigilancia, documentando
las transiciones del cáncer en Ecuador y ayudando en los esfuerzos nacionales
para prevenir y tratar la enfermedad.
Desde su
creación en 1984, el Registro ha difundido información de manera rutinaria
sobre nuevos casos de cáncer diagnosticados en la ciudad de Quito a través de
numerosos informes y artículos científicos. La recopilación de datos en el
Registro Nacional de Tumores de Quito abarca los dos millones de habitantes de
la capital y se basa en estándares internacionales. De hecho, el registro ha
sido evaluado rigurosamente, desde su inicio, asegurando datos de alta calidad
en términos de comparabilidad, validez e integridad. Se ha incluido en
volúmenes sucesivos (VI a XI) de Cancer Incidence in Five Continents (CI5),
texto compilado y publicado por la Agencia Internacional para la Investigación
del Cáncer (IARC).
Vale la
pena señalar que el registro de cáncer ha florecido en los últimos años en
Ecuador, en gran parte como resultado del trabajo diligente del Registro
Nacional de Tumores, con otros cuatro registros (Cuenca, Guayaquil, Loja y
Manabí) que ahora son considerados de alta calidad y cumplen estándares
internacionales que les ha permitido publicar sus datos en el volumen más
reciente de CI5. (SOLCA/RNT, Cueva, Yépez, Tarupi, 2019)
El otro hito fundamental de la
década de 1980, vino de la mano de la gestión de Plutarco Naranjo como ministro
de Salud Pública (de los tantos hitos importantes de su gestión), la fundación
del Comité Interinstitucional de Lucha Antitabáquica (CILA), del cual Carlos
Salvador García sería presidente entre 1988 y 2011. El comité está adscrito al
MSP, pero contaba con delegados de varias instituciones públicas y
organizaciones sociales y no gubernamentales. Se marca con ello el inicio de
una nueva modalidad de hacer salud pública, enfrentando los intereses
comerciales de poderosas industrias, como la del tabaco, y sus impactos
sanitarios, económicos y ambientales. Esta experiencia después fue válida para
otros procesos de regulación de industrias peligrosas para la salud pública,
como la de alcohol, la de alimentos ultraprocesados y la de bebidas
industriales azucaradas; sumándose a las investigaciones sobre impacto en salud
humana y ambiental de los agrotóxicos, la minería o la industria de
hidrocarburos (Betancourt, Breilh, Harari, San Sebastián, Quizhpe y otros).
El CILA existe hasta la
actualidad, pero muy mermado en relación a su vitalidad y protagonismo que tuvo
entre 1988 y 2015. El CILA es reconocido por la Ley Orgánica de Regulación y
Control del tabaco (LORCT, 2011) como el organismo coordinador nacional de
control del tabaco que manda el Convenio Marco de la OMS para el Control del
Tabaco (CMCT, 2003), del cual el Ecuador es parte desde el año 2006.
De una evaluación del año 2015 (La
Epidemia de Tabaquismo y los Intereses de una Industria, CILA 2015), un breve
recuento de este proceso en sus fases iniciales:
En el
Ecuador, en relación a la implementación del CMCT y la LORCT, los logros más
importantes han sido:
·
Prohibición de publicidad, promoción y
patrocinio de tabaco, aun no total (2011, responde al Art. 13 del CMCT).
·
Todos los lugares cerrados de acceso público
100% libres de humo (2011, responde al Art. 8 del CMCT).
·
Tres incrementos de impuestos (2007, 2011 y
2014, responde al Art. 6 del CMCT). En el 2014 los impuestos constituyeron más
del 73% del precio de venta al consumidor para marca más vendida (3,00 US$). (Luego
hubo otro incremento en el año 2016 y se gravó con ICE a otros productos de
tabaco en el 2019. Aunque en el 2023, mediante decreto ejecutivo 645 se
disminuyó impuestos, sobre todo a dispositivos electrónicos, medida regresiva
que no había ocurrido desde el breve gobierno interino de Fabian Alarcón
1997-1998)
·
Cajetillas y otros empaques de tabaco con
advertencias del 60% en caras principales y con pictogramas (desde 2012,
responde al Art. 11 del CMCT). Acuerdos Ministeriales y manuales técnicos.
·
Firma del Protocolo para la eliminación del
comercio ilícito de productos de tabaco (septiembre 2013, responde al Art. 15
del CMCT), (ratificado en el 2015).
·
Estructuración del Organismo Coordinador
Nacional para el Control del Tabaco, reconocido como tal al Comité
Interinstitucional de Lucha Antitabáquica (creado en 1989, -Acuerdo Ministerial
955, publicado en el RO 146 de 10 de marzo de 1989- ratificado en 2011 y 2012,
responde al Art. 5.2 del CMCT)
Pero la
lucha contra el tabaco en el Ecuador no inicia de ninguna manera con el CMCT o
con la Ley Orgánica del año 2011.
El Comité
Interinstitucional de Lucha Antitabáquica (CILA) se conformó en el año 1988
(Acuerdo Ministerial marzo de 1989) en el Primer Encuentro Nacional “Tabaco o
Salud” (Quito, octubre 1988), organizado por el Ministerio de Salud Pública,
que contó con la participación de alrededor de 500 delegados y participantes de
diversas instituciones. Encuentro promovido por organismos internacionales como
American Cancer Society, la Unión Internacional Contra el Cáncer (UICC) y el
recién conformado en ese entonces Comité Latinoamericano para el Control del
Tabaco (CLACTA). (CILA, 2015)
En la Academia, después de una
década de funcionamiento del primer postgrado nacional de salud pública - CEIAS,
Edmundo Granda, en la inauguración (1991) de la Escuela de Salud Pública de la
Universidad Central del Ecuador, señalaba, entre otros desafíos[26]:
…atravesamos
el mismo desfiladero, nuestro pueblo está cada día más enfermo, sí, nuestro
pueblo ecuatoriano y nuestro ochenta por ciento poblacional del mundo
subdesarrollado y cada vez crecientes porcentajes del pueblo de los países
desarrollados, nuestras instituciones se deterioran; nuestra naturaleza cada
día es menos nuestra; nuestra cultura es más extraña y no nos reconocemos en
ella. No podemos seguir fortaleciendo nuestro extrañamiento, no es posible
buscar únicamente la tecnología para ratificar nuestro desencuentro. Estamos en
el mismo desfiladero por el que transitó el pensamiento revolucionario del
siglo XIX, esto es, la supervivencia de lo humano mismo, la construcción del
socialismo. No podemos aceptar la falacia de que la tecnología producida y
empaquetada en los países centrales constituye nuestra salvación, es
fundamental encontrar una nueva filosofía que guíe nuestra práctica política
democrática en el campo de la salud, es necesario desobedecer científicamente
las órdenes del imperio. Para ello no es que debemos crear todo, sino que, en
buena medida, debemos desempolvar viejos pensamientos de salubristas nacionales
y extranjeros; tenemos que rescatar la sabiduría popular y las experiencias
vividas por los pueblos, con el fin de construir nuevas epistemes y elaborar
renovadas explicaciones que posibiliten acumular fuerza para dirigir nuestro
empeño.
En ese
sentido, no es posible que la Escuela de Salud Pública pueda tener repercusión
alguna, si no logramos, como colectivo de organizaciones populares,
instituciones públicas de servicios, organizaciones no gubernamentales,
instancias de formación de recursos humanos y demás gente preocupada por la
salud de la población, generar un proyecto pluralista, liderado por sólidos
principios y un indeclinable compromiso de transformación de las condiciones de
salud de las mayorías.
Para hacer
aquello, consideramos que es conveniente:
1.
Reconocer el grave y constante deterioro de la salud de la población y los
problemas expuestos anteriormente, porque de esta forma podremos confirmar la
urgencia de unirnos para enfrentarlos.
2. Analizar
críticamente los postulados teóricos, metodológicos y técnicos dominantes en el
pensamiento y la práctica de la salud pública. Es importante anotar que, en los
países centrales, donde por lo general se origina el pensamiento hegemónico en
este campo, se reconoce su falta de coherencia y profunda crisis, sin embargo,
en los países dependientes como el nuestro, en muchos momentos se defiende lo
indefendible y se intenta vitalizar los postulados que han demostrado sus limitaciones.
Parece que tenemos miedo de descubrir lo nuevo y sobre todo redescubrir lo
nuestro. Este momento de crisis, “en que el objeto se aferra a su espacio
actual y (al mismo tiempo se visualiza) su emergencia evolutiva hacia un
espacio potencial”, debe ser rescatado por la salud pública ecuatoriana. Es
fundamental que se construya ese espacio potencial y aquello, nos parece, debe
ser hecho a través de la acción práctica actual que busca solucionar los
grandes problemas de salud de nuestra población, profundamente sustentada en
los principios de la teoría científico-social, cuyas bases se encuentran en los
trabajos de Virchow, Neumane, Stern, Sigerist, Rosen, Juan César García, Laurel
y muchos otros a nivel internacional; así como en los aportes de Espejo, quien
nos da el aval para sustentar que nuestra utopía tiene un largo añejamiento,
que es aún anterior a la conformación del pensamiento moderno europeo, y que
los grandes revolucionarios del siglo XIX confirmaron y fortalecieron nuestro
empeño, aportando un criterio científico…
Consideramos
que, en base al aporte innovador del pasado y del presente, en el plano
teórico-metodológico es fundamental:
a)
Superar el encuadre
flexneriano-biologicista de la salud pública tradicional, integrando los
avances de la epidemiología social o crítica…
b)
Superar el método empírico-positivista
para dar paso a un planteamiento dialéctico y participativo en la
interpretación de la problemática de salud…
c)
Posibilitar el avance de la
administración tradicional en salud a través del abordaje de la planificación y
administración estratégicas que presentan importantes aportes en América
Latina…
d)
Superar la concepción bancaria y
anquilosada de la educación tradicional con miras a generar una propuesta más
ágil, moderna y comprometida con las necesidades nacionales.
3. Es
necesario reformular la práctica social en salud, requerimos buscar lo que nos
une y superar lo que nos separa. Hacemos un planteamiento de unir esfuerzos, de
buscar identidades, de plantear objetivos prácticos de trabajo. Creemos que es
posible forjar un movimiento en salud. Consideramos que podríamos, como
Universidad, como Escuela de Salud Pública, participar en su construcción,
porque al mismo tiempo creemos que la Escuela es un espacio de debate en el
cual podemos compartir todos los espíritus abiertos a las posibilidades del hoy
que buscan potencialidades del mañana. No consideramos que podemos ser
vanguardia, porque las vanguardias se forjan junto a la sociedad civil, en
concreta y real comunión con los problemas populares, pero sí podemos participar
en la construcción de un planteamiento nacional en salud que dé respuesta a los
requerimientos que surjan en un crisol democrático en el que todos los que
intentan apuntalar la definición de los problemas en salud colectiva y los
derroteros de su construcción tengan un puesto. (Granda, 1991)
Es importante señalar que en la
década de 1980 comenzó a haber una mayor interacción entre universidades e
instituciones que atendían la salud (especialmente MSP e IESS). Las
instituciones y los servicios que ya tenían experiencia de interacción con los
postgrados de pediatría y de gineco obstetricia especialmente, demandaban que
las universidades formen profesionales, tanto de tercer nivel como
especialistas, de acuerdo a las necesidades de los servicios y del perfil
epidemiológico del país. Lo mismo para el caso de la investigación. Las
universidades por otro lado pedían garantía de incorporación de los
profesionales formados, y reclamaban también un mayor enfoque social de los
servicios médicos y de salud.
Una de las gestiones más
importantes en el MSP durante la década de 1980 fue la del doctor Plutarco
Naranjo como ministro (1988-1992), quien tuvo que enfrentar también hacia el
final de su período la epidemia de cólera que asoló al país con muchas víctimas
fatales, una enfermedad que volvía luego de varias décadas y para cuyo control
no había memoria institucional ni profesional.
Quizás el hecho más relevante en
la gestión de Plutarco Naranjo como ministro, fue la implantación de las Áreas
de Salud (con un enfoque de SILOS) y del Modelo de Salud Familiar Integral y
Comunitario (SAFIC). Según Fernando Sacoto, que fuera Subsecretario de Salud
con Plutarco Naranjo:
Con los
antecedentes del Plan Nacional de Salud Rural que, en los albores del
Ministerio de Salud Pública (MSP), contribuyó significativamente a expandir la
cobertura de servicios primarios (al igual que lo haría años más tarde el
Seguro Social Campesino), y del progresivo desarrollo de programas preventivos
(especialmente de salud materno-infantil y el Programa Ampliado de
Inmunizaciones-PAI-), en 1988 se registra en Ecuador un esfuerzo político
claramente orientado a fortalecer la atención primaria de salud. Efectivamente,
a la propuesta de construcción de un modelo de salud familiar, integral y
comunitario (SAFIC), le acompañó un vigoroso desarrollo operativo. Este proceso
determinó logros tan significativos como la puesta en funcionamiento de cerca
de 500 nuevas unidades de atención primaria y la incorporación de alrededor de
1.500 puestos locales de trabajo para profesionales de salud distribuidos en
todo el país. Nunca antes ni después se ha registrado un hecho semejante.
Las
principales características del modelo SAFIC fueron las siguientes. Se asignó a
cada subcentro de salud un área y población precisas de influencia, estimada en
600 familias. El equipo de salud estuvo compuesto, básicamente, por un médico y
una enfermera y/o una auxiliar de enfermería, que posteriormente se complementó
con un odontólogo a tiempo parcial. Se propuso la incorporación de
colaboradores voluntarios de salud en relación de 1 por cada 50 familias, y con
una dedicación promedio de 4 horas semanales. La acción inicial del equipo de
salud, después de establecer un croquis de su área de influencia, fue la
realización del diagnóstico familiar y comunitario que proporcionaba datos
imprescindibles para el trabajo (como el número y composición familiar e
identificación de factores de riesgo). Los equipos de salud realizaban su
trabajo en 4 grandes áreas: atención extramural, a nivel familiar y derivada de
riesgos familiares diferenciales; atención extramural, a nivel comunitario y
derivada de prioridades identificadas en el diagnóstico; atención intramural en
actividades programadas de prevención, fomento y recuperación; y, capacitación
continua, administración e investigación. Por otro lado, para mejorar la
atención odontológica se contempló la dotación de unidades odontológicas
móviles (priorizando acciones a nivel escolar), educación, profilaxis y
recuperación. El horario de atención de las unidades se ampliaba con jornadas
adicionales vespertinas, en acuerdo con usuarios y organizaciones. En términos
generales, el modelo SAFIC apuntaba a fortalecer la participación comunitaria
en el diseño y ejecución de los planes de salud, en las decisiones sobre su
funcionamiento operativo y en la administración de botiquines populares, entre
otros aspectos.
…una de las
realizaciones más importantes derivadas del modelo SAFIC fue la definición de
las Áreas de Salud, dentro de la estructura administrativa y de prestación de
servicios del MSP. (Sacoto, 2007)
Al final de la gestión de
Plutarco Naranjo comenzó a desarrollarse el proyecto FASBASE (Fortalecimiento y
Ampliación de los Servicios Básicos de Salud), que en realidad se implementó
desde el año 1993 (al finalizar el gobierno de Rodrigo Borja y la gestión de
Plutarco Naranjo).
El costo
total del proyecto fue definido en 102,2 millones de dólares, a invertirse en
los cuatro componentes de la siguiente manera. Servicios básicos de salud: 69,8
millones de dólares (68%); nutrición 6,4 millones (6%); saneamiento ambiental
13,2 millones (13%); y, fortalecimiento y desarrollo institucional 12, millones
(13%).
El proyecto
se planificó para un período de siete años, habiendo iniciado efectivamente en
1993. Las fuentes de financiamiento fueron el Gobierno Nacional, con 31,7
millones y el Banco Mundial con un préstamo de 70 millones de dólares. El
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) aportó con 0,5
millones. (Sacoto, 2007)
La década de 1980 y el período de
Plutarco Naranjo vio también el crecimiento de organizaciones gremiales,
asociaciones de empleados y sindicatos de trabajadores de salud, que pelearon
por contratos colectivos y el cumplimiento de derechos, además de la demanda de
nuevos beneficios para los trabajadores, pero también fue una época de
planteamientos sobre derechos de salud de la población, incluyendo el aumento
de presupuesto para la salud, que sería recogido en la constitución del 2008.
En esta década se consolidaron
organizaciones como “Médicos por la Paz” o la Coordinadora de Equipos de Salud
Popular (CESAP), que articuló experiencias de salud comunitaria, nacidas no
oficialmente sino desde la iniciativa de jóvenes profesionales y trabajadores
de la salud en todo el país. Alguna de estas experiencias se plasmaría más
tarde en la creación de los Técnicos de Atención Primaria de Salud (TAPS,
2010-2013), aunque se distorsionara su función por cooptación del poder
político.
A la par que se realizó la
evaluación del Plan Nacional de Salud Rural (ININMS, MSP 1982), el ININMS
también hizo una evaluación de iniciativas que trabajaban con promotores y
trabajadores comunitarios de salud. Fue una constatación de qué tan alejada
estaba la medicina oficial y la gestión del MSP de los agentes comunitarios de
salud y de las prácticas ancestrales para cuidado de la salud; y esa brecha
parecía irse profundizando. El dispositivo biopolítico de la medicina social
parecía estar funcionando, a pesar de los esfuerzos de pocos para precautelar
la diversidad de saberes y la autonomía de los pueblos.
En 1984, lo que constituye un
hito no sólo para Ecuador sino para toda Latinoamérica, se realiza el congreso
fundacional de la Asociación Latinoamericana de Medicina Social (ALAMES) en Ouro
Preto, Brasil, a donde la delegación ecuatoriana fundamentalmente constituida
por miembros del Centro de Estudios y Asesoría en Salud (CEAS) llevó la
ponencia "Heterogeneidad estructural y epidemiológica en el Área
Andina" (CEAS, 1984).
En el acta de Ouro Preto del 22
de noviembre de 1984[27],
constan los nombres de: Asa Cristina Laurell, México; Paulo Marchori Buss,
Brasil; Saúl Franco Agudelo, Colombia; David Capistrano Filho, Brasil; Hesio
Cordeiro, Brasil; Horacio Barri, Argentina; Jaime Breilh, Ecuador; Everardo
Duarte Nunes, Brasil; Sergio Arouca, Brasil; Juan S. Yazlle Rocha, Brasil; Susana
Belmartino, Argentina; César Ganado C., Colombia; Mario Agandoña, Bolivia;
Benedictus Philade de Siqueira, Brasil; Guillermo González G., Nicaragua; Ana
María Testa Tambellini, Brasil; Mario Testa, Argentina; Francisco de Asís
Machado, Brasil; Francisco Campos, Brasil; Carmen Fontes Texeira, Brasil.
El acta de Ouro Preto señala:
Antecedentes
El
desarrollo logrado en la última década por las ciencias sociales aplicadas a la
salud. El surgimiento y consolidación de diferentes prácticas en medicina de la
comunidad, salud colectiva, salud de los trabajadores y educación para la
salud. El nacimiento y desarrollo de algunos posgrados en salud colectiva y
medicina social. La presencia cada vez mayor de esta corriente en la
investigación, la docencia, la administración y la programación en salud en el
continente y la trayectoria de un grupo cada vez mayor de compañeros y
compañeras de todos los países de la
región en las diferentes vertientes y frentes de trabajo de nuestra corriente
en íntima relación con el Grupo
Internacional para el Estudio de la Economía Política de la Salud, constituyen los
principales antecedentes con los cuales hoy se hace posible y decidimos
conformar esta Asociación Latinoamericana de Medicina Social.
Objetivos
Orientados
en su conjunto a cohesionar y potenciar la corriente de la medicina-social en
el continente y a proyectar en mejor forma su presencia en la problemática
sanitaria por las vías de la investigación, la docencia, los servicios, el
trabajo directo con grupos de población y la acción solidaria…
Nombramientos
y consideraciones finales
Al hacer finalmente
una especial mención del profesor Juan César García, fallecido este año,
resaltamos y reconocemos su trabajo pionero de la corriente médico-social en
América Latina, su sólido aporte teórico a esta corriente y su liderazgo en
nuestra Asociación. Como homenaje al
profesor García decidimos instaurar el Seminario Permanentemente “Juan César
García”, desarrollando eventos nacionales y regionales, estimulando la
investigación y denominando a la conferencia central de cada uno de las
Seminarios Latinoamericanos futuros “Conferencia Juan César García” cuya amplia
divulgación habrá de perpetuar y actualizar su presencia.
Designamos
como miembros del Primer Comité Coordinador a los Compañeros: Saúl Franco
Agudelo, Coordinador General; Asa Cristina Laurell y Fabio Salamanca, para
México, Centroamérica y el Caribe; Hesio Croderio, para Brasil, Chile, Uruguay
y Paraguay; Jaime Breilh, para Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela; Susana
Belmartino, para Argentina. (ALAMES, 1984)
La constitución de ALAMES fue una
necesidad del proceso que se desarrolló desde la década anterior en América
Latina y que tuvo como referentes a figuras como la de Juan César García, entre
otros. Sin embargo, ALAMES nunca se proyectó hacia el trabajo popular en salud,
con algunas pocas excepciones en algunos países. Su ámbito casi siempre estuvo
más ligado a la academia.
Es importante el reconocimiento
que se hace al Ecuador, al designar en el primer comité coordinador a Jaime
Breilh como responsable por el Área Andina, en representación de un importante
grupo de pensadores, investigadores y activistas ecuatorianos, que eran
reconocidos a nivel internacional, entre los que se encontraban, además de Breilh:
Miguel Márquez (tal vez el pionero del grupo), Rodrigo Yépez, Patricio Yépez,
Edmundo Granda, Óscar Betancourt, Arturo Campaña, Dimitri Barreto, Eduardo
Estrella, entre otros.
En el año 2004, en el IX congreso
de ALAMES celebrado en Lima a los 20 años de su fundación, Edmundo Granda, en
su ponencia “ALAMES: veinte años. Balance y perspectiva de la medicina social
en América Latina”[28],
señala:
Es muy
difícil abordar en toda su amplitud las diferentes facetas de ALAMES durante
sus veinte años de vida. ALAMES es una asociación que une personas e
instituciones ubicadas en diferentes ámbitos: academia, movimientos sociales,
políticas y servicios de salud, investigación; que dirige su atención a la
producción de conocimientos en el campo, pero que a su vez tiene una definida
intencionalidad política y que obra como un engarce solidario entre sus
miembros.
ALAMES
tiene una historia que une varias historias, las mismas que deberían ser
contadas a partir de un proceso de investigación más profundo y serio de lo que
trata de hacer este documento. En esta aproximación, tan solo intentaremos
hablar sobre algunas cuestiones:
a)
rasgos históricos y el significado del
término medicina social y
b)
la definición de nuestras señas
particulares.
Proponemos, por otro lado, visitar tres movimientos
simultáneos que van:
·
desde la preocupación centrada alrededor del
concepto salud-enfermedad al énfasis en la categoría práctica de salud;
·
desde la insistencia por establecer las
diferencias disciplinarias a la búsqueda de unidad en la acción; y
·
desde el espacio académico a otros espacios
de la práctica; para por último centrarnos en visualizar algunas perspectivas.
(Granda, 2004)
Dentro de las perspectivas,
Edmundo Granda señala aspectos que siguen siendo desafíos para todas las
organizaciones sociales, sindicales y populares en el año 2023, cuando se
acerca el 40 aniversario de ALAMES:
Conforme
habíamos indicado anteriormente, parece que a través de la medicina social
venimos construyendo nuestra identidad como programa político de cambio que
lucha por el derecho a la salud a ser construido con el aporte de voluntades
diversas y métodos consensuados. En esa medida, la potencialidad de nuestro
avance radicará en la ampliación de experiencias de transformación en el ámbito
de la salud colectiva que permitan abrir espacios y caminos para la lucha por
salud como un derecho a través del compromiso y empoderamiento poblacional.
Lo anterior
obliga a todos los que somos parte de la medicina social a enfrentar
constantemente el reto de criticar, conservar y superar nuestros horizontes de
visión y conocimientos y, al mismo tiempo, fortalecer aquellas prácticas que
buscan no solo éxito técnico sino logro práctico, es decir, ejercer el deber y
derecho de cuidar nuestras poblaciones…
Me parece
que, desde la medicina social, ante el debilitamiento del Estado, pero con la
insurgencia de los nuevos movimientos sociales y globalización de las
resistencias, se abre un reto diverso. Debemos comprender que nuestra
potencialidad actual para apuntalar el fortalecimiento de la salud de las
colectividades, el fortalecimiento de las instituciones debilitadas, la lucha
por el trabajo digno y el propio desarrollo de nuestra disciplina radica en la
necesidad de transformarnos en intérpretes-mediadores de esas nuevas fuerzas
que surgen en este momento de globalización. (Granda, 2004)
En este punto, cabe destacar en
el pensamiento contrahegemónico a la salud pública tradicional (salud
colectiva), el aporte que inició en la década de 1970 y que culminó con la
definición de una categoría fundamental como la determinación social de la
salud, que sin embargo ha sido distorsionada (minimizada, fragmentada),
tanto por organismos oficiales como OMS o los ministerios de salud, pero
también en algunos espacios académicos y hasta en organizaciones sociales. En
esa construcción colectiva latinoamericana, participaron personajes
ecuatorianos, sobre todo aquellos ligados en ese entonces al CEAS (Breilh,
Granda, Betancourt, Campaña…). Al respecto, Jaime Breilh señala:
La
determinación social de la salud es una de las tres categorías centrales de la
propuesta para una epidemiología crítica, enunciada desde mediados de la década
del 70 y luego desarrollada y complementada por otros autores especialmente de
la corriente latinoamericana. Junto con las categorías reproducción social y
metabolismo sociedad-naturaleza han conformado el eje teórico de una propuesta
de ruptura con el paradigma dominante de la salud pública.
El punto de
partida… relectura de dos vertientes epistemológicas encabezadas por Kuhn y
Bourdieu. Del primero para rescatar la visión dialéctica del pensamiento
científico, su naturaleza social, transformabilidad y el carácter
“revolucionario” dado por la oposición de ideas innovadoras frente a los
aspectos “normales”, lo que abre puertas a una aproximación sociopolítica de la
determinación comunitaria de la ciencia, sus modelos e instrumentos. Y el
segundo, porque analiza “…la teoría como un modus operandi que orienta y
organiza la práctica científica...(y las)…capacidades creadoras, activas,
inventivas del habitus...” y el lado activo del conocimiento científico como
“…el capital de un sujeto trascendente...de un agente en acción”. (Breilh,
2013)
En la misma línea y desde la
experiencia en la investigación con el enfoque ecosistémico,
participativo, Alain Santandreu y Óscar
Betancourt cuestionan los procesos de investigación y la creación de
conocimiento científico sin construcción colectiva, sin recuperación de la
memoria colectiva de los pueblos y comunidades, sin reconocer la
transdisciplina y la ecología de los saberes que incluye al saber popular, sin
un enfoque militante de la investigación de importantes implicaciones éticas y
políticas para el cambio. Los ejercicios que llamamos científicos muchas veces
están centrados en una visión proyecto-céntrica, que responden más a los
intereses de los financiadores antes que a los de las poblaciones. Por ello es
necesario se dé paso a trayectorias de cambio que recojan incertidumbres y
aperturas epistemológicas. (Santandreu, Betancourt, 2019)
IV.
Los proyectos con el Banco Mundial,
FASBASE y MODERSA, la imposición de un modelo neoliberal. La resistencia. La
epidemia de cólera. LMGyAI, AIEPI, Normas SSyR (décadas 1990 y 2000).
La década de 1990 se inauguró en
el Ecuador con una grave epidemia de cólera, que inició en 1991 y que durante varios
años concentró recursos de la salud pública para su contención.
Luego del rebrote del año 1998,
Jean-Marc Gabastou y otros, en un artículo titulado “Características de la
epidemia de cólera de 1998 en Ecuador, durante el fenómeno de ‘El Niño’”[29]
, hacen un breve recuento.
Desaparecido
desde 1895 en Latinoamérica, el cólera hizo su reaparición en la costa de Perú
el 23 de enero de 1991. El Vibrio cholerae O:1, El Tor, característico de la
séptima pandemia mundial, se asoció a la difusión rápida de la enfermedad de la
costa peruana a los países andinos vecinos y, luego, a la casi totalidad de América
Latina, afectando a 21 países. En 1991, la epidemia culminó con 396 533 casos
en la Región de las Américas, de los cuales 4 093 fallecieron. Perú y Ecuador
fueron los países más afectados, con 322 562 y 46 284 casos, respectivamente[30].
Después la epidemia disminuyó progresivamente hasta 1997, pero la enfermedad
adquirió carácter endémico.
El cólera
reapareció en la zona andina en 1998, con el fenómeno climático de “El Niño”.
En América Latina, el número de casos pasó de 17 760 en 1997 a 57 106 en 1998,
de los cuales 558 fallecieron. Este nuevo brote afectó más específicamente a
Perú y Ecuador, países donde el cólera queda como un problema preocupante de
salud pública, sobre todo en zonas geográficas con difícil acceso a los
servicios de salud. (Gabastou, 2002)
Pero la epidemia de cólera en el
Ecuador no sólo que produjo decenas de miles de enfermos y más de mil fallecimientos,
sino que también desnudó las debilidades del Ministerio de Salud Pública y de sus
servicios de salud, supuestamente maduros (habían pasado más de dos décadas
desde la fundación del MSP). Desnudó de manera especial la debilidad del
sistema de vigilancia epidemiológica, tanto a nivel central como local. El
temor por la enfermedad reemergente (que ni siquiera se estudiaba en las
universidades) provocó la desbandada de médicos, trabajadores de la salud e
incluso de epidemiólogos, en todos los niveles, lo que afectó la contención
inicial. Tuvo que estructurarse un plan muy centralizado para lograr
paulatinamente una respuesta organizada y amplia. El año 1991 fue de
aprendizaje, para 1992 ya había equipos con experiencia y que habían superado
el temor, en la mayoría de provincias.
Los aprendizajes con la epidemia
de cólera, sirvieron para la respuesta a otras epidemias y brotes, incluidas
más tarde la epidemia de Influenza A-H1N1, la amenaza del Ébola o la pandemia
de Covid-19, aunque las formas de transmisión y de control sean diferentes. Sin
embargo, siempre fue evidente la falta de prioridad que se da a la
epidemiología; se llegó incluso en algún momento a desmantelar la red de
epidemiólogos locales que se había construido con mucho esfuerzo en la década
de 1990 e inicios de la del 2000.
Y no fue la única epidemia que
enfrentó el MSP y la salud pública en la década de 1990, hubo también una
importante epidemia de difteria, así como brotes de rabia, de peste, malaria,
dengue.
En el control de las epidemias y
enfermedades endémicas, no siempre el MSP fue el actor principal, aunque
participara con su equipos humanos y recursos. Tal es el caso de la
Oncocercosis en el norte de la Provincia de Esmeraldas, en cuyo control y
finalmente eliminación participó un numeroso equipo interdisciplinario, con
muchos relevos, coordinado por profesionales voluntarios de diversas
instituciones y organizaciones, como Ronald Guderian (del Hospital Vozandes), o
Mariella Anselmi y Rosanna Prandi (voluntarias italianas del Centro de
Epidemiología Comunitaria y Medicina Tropical - CECOMET, Esmeraldas)[31].
Una
evaluación entomológica realizada en 2012, al final del período de tres años de
vigilancia post-tratamiento, demostró que se había eliminado la morbilidad y
que la transmisión del parásito continuaba interrumpida, es decir, que se había
detenido. De acuerdo a los resultados obtenidos, el comité directivo de OEPA (Programa
para Eliminar la Oncocercosis de las Américas), en consulta con el
Ministerio de Salud del Ecuador, sugirió que el país solicitara a la OMS la
verificación formal de la eliminación de la enfermedad, lo cual el Ministerio
hizo en julio de 2013. El Equipo Internacional de Verificación (IVT en sus
siglas en inglés) de la OMS visitó Ecuador en mayo de 2014 y presentó su
informe al final de la visita. El 22 de septiembre de 2014, sobre la base del
informe de IVT, la Directora General de la OMS, Margaret Chan, notificó
oficialmente a Ecuador que la OMS había verificado la eliminación de la
enfermedad. (OPS, 2014)[32]
La certificación de la
eliminación de la oncocercosis ocurrió en el año 2014, y el gobierno de turno
lo festejó como un logro suyo. Pero la verdad es que el trabajo sostenido y
silencioso había iniciado en la década de 1980 y tuvo sobre todo actores
comunitarios y de diversas instituciones.
Pero más allá de las epidemias y
su control, la década de 1990 tuvo también otros importantes hitos en la salud
pública ecuatoriana. Uno de los más notables, la formulación y aprobación de la
Ley de Maternidad Gratuita y Atención a la Infancia (LMGyAI 1994), aunque su
implementación efectiva fue a partir del 2000; y muy ligados a ella, otros dos
logros: El uno, la aprobación de las primeras Normas y Procedimientos para la
Atención de la Salud Reproductiva (MSP, 1999)[33],
con enfoque de derechos sexuales y reproductivos (antes de ello había normas de
salud materno infantil). Y el otro, la implementación a partir del año 1996 de
la estrategia de Atención Integrada a las Enfermedades Prevalentes de la
Infancia – AIPEI (estrategia elaborada por OMS y UNICEF), que permitió la
integración de varios programas dispersos de atención a la niñez (entre otros:
programas de control de EDA, de IRA, de lactancia materna, de crecimiento y
desarrollo) e interactuó fuertemente con otros como el Programa Ampliado de
Inmunizaciones (PAI) e iniciativas de prevención del maltrato infantil.
La LMGyAI no sólo fue importante
porque garantizaba los recursos económicos para la atención del embarazo, el
parto, el postparto, la anticoncepción y la atención integrada a niños y niñas
menores de 5 años; para lo que desarrolló un modelo de gestión local en el que
cada institución participante tenía asignada sus responsabilidades, como por
ejemplo los gobiernos autónomos descentralizados de los cantones debían
garantizar el trasporte de las emergencias obstétricas y neonatales. Sino que
además promovió la participación social, de las mujeres en particular, a través
de los comités de usuarias / usuarios (CUS) de la LMGyAI, así como el control
social de los servicios involucrados.
Ninfa León, una de las últimas
directoras de la unidad nacional de gestión de la ley, señalaba los alcances de
la agenda nacional al momento de su posesión en el año 2007:
1. Reducir
la muerte materna y de niños y niñas menores de 5 años.
2.
Implementar el funcionamiento de un modelo de atención que garantice una
atención de calidad y humanizada.
3. Contar
con el presupuesto que se requiere para el cumplimiento de la ley.
4.
Fortalecer el Comité de Usuarias de la Maternidad Gratuita a nivel nacional.
5.
Vigilancia y control social.[34]
Los CUS fueron de las más
importantes organizaciones que actuaban en el campo de la salud en el Ecuador;
pero al igual que los Consejos Cantonales de Salud y otras formas de
organización autónoma, fueron paulatinamente eliminados en los últimos años del
gobierno de Rafael Correa, y reemplazados por organizaciones cooptadas por el
poder político, como los comités locales de salud adscritos a las unidades de
salud, o el Consejo Ciudadano Sectorial de Salud (definido en la Ley Orgánica
de Participación Ciudadana, 2010), que sólo logró ser autónomo al inicio pero
pronto fue reemplazado con personas afines al gobierno.
Los mecanismos de participación
de los CUS fueron diversos en cada experiencia a lo largo del país, y es quizá
uno de los más importantes esfuerzos coordinados y de gran alcance de veeduría
ciudadana a los servicios, incluyó entre otras actividades:
·
Visitas a las parroquias, comunidades y
recintos para charlas; hablar con las usuarias que están esperando atención.
·
Aplicación de encuestas de satisfacción de
las usuarias en las unidades de salud, cuyos resultados entregaban en los
espacios correspondientes, según las necesidades (Consejos Cantonales de Salud,
autoridades del sector salud, Defensoría del Pueblo, Comisión del Control
Cívico contra la Corrupción, entre otros).
·
Reuniones entre los CUS parroquiales,
cantonales, provinciales y en el ámbito nacional.
·
Realización de las libretas de calificaciones
(LICUS), un instrumento que permitía a la demanda organizada un seguimiento y
monitoreo continuo como medio para fortalecer una ciudadanía organizada e
informada. La validez del instrumento es que, desarrollado en el intersticio de
la oferta y la demanda, permitiría un dialogo usuarias-proveedores de servicios
que potenciaría el mejoramiento de la calidad de atención.
·
Involucramiento con los municipios en la
provisión de transporte para emergencias obstétricas y neonatales, y en la
difusión, favorece la disponibilidad de servicios, especialmente de mujeres que
vivían en zonas alejadas y disminuye la muerte materna. (HCI, 2011)[35]
Pero, sin duda, el hecho más notorio
de la década de 1990, que se extendió hasta mediados de la década 2000 y tuvo
su influencia incluso en el gobierno de Alianza País y su gestión de salud
(2007-2017), fue la injerencia del Banco Mundial en las políticas públicas de
salud, a pretexto del financiamiento de diferentes proyectos.
El primero de ellos, fue el
FASBASE (Fortalecimiento y Ampliación de los Servicios Básicos de Salud), que
tuvo continuidad con el MODERSA (Modernización de los Servicios de Salud). La
intencionalidad parece ser positiva, y seguramente muchos de los funcionarios
que dirigieron y colaboraron con la elaboración y ejecución de estos proyectos,
no sólo que lo hicieron pensando en la salud de la población ecuatoriana, sino
que sabían también de los riesgos de la presencia del Banco Mundial en las
políticas nacionales (además de los problemas éticos de endeudamientos externos
muchas veces innecesarios), y seguramente hicieron esfuerzos para evitar o
minimizar las interferencias; veían la oportunidad de contar con recursos
económicos para fortalecer los servicios de salud.
Fernando Sacoto señala:
Sobre la
base del proceso reseñado, a través del cual se dio prioridad a la atención
primaria y a una concepción más integral y comunitaria de la salud, se crearon
las bases conceptuales, operativas y humanas que determinaron la orientación del
proyecto Fortalecimiento y Ampliación de los Servicios Básicos de Salud
(FASBASE), de apreciable influencia sobre la gestión del MSP en años futuros.
El proyecto se planteó como objetivo “asegurar la atención de salud para dos
millones de ecuatorianos desprovistos de atención, que viven en condiciones de
pobreza y por tanto, en riesgo de enfermar y morir por problemas susceptibles
de prevención o tratamiento precoz, por un sistema de servicios básicos de
salud eficaz, de calidad y bajo costo” (MSP, BIRF, OPS/OMS, 1992).
Originalmente,
se diseñaron cuatro componentes: provisión de servicios básicos de salud; mejoramiento
nutricional; saneamiento básico; y, fortalecimiento y modernización
institucional del MSP y del sector salud. Posteriormente se ampliaron dos
componentes más: red de emergencias médicas y una intervención de emergencia
frente al fenómeno de El Niño…
En su
concepción, los servicios básicos de salud, contemplan una prestación de
servicios fundamentada en análisis de los problemas de salud de la población,
en su contexto biológico, económico y social, y en la formulación de soluciones
eficientes y eficaces, con enfoque epidemiológico integral y participación
comunitaria activa y deliberante. Un aspecto importante fue la intención del
proyecto de incidir en el ámbito crucial de los recursos humanos: se
incorporaron o reasignaron 1.300 médicos, 2.000 enfermeras, 700 auxiliares de
salud comunitaria, 300 tecnólogos y 600 técnicos administrativos. (Sacoto,
2007)
Pero en el fondo, una de las
finalidades del Banco Mundial y los actores ecuatorianos que lo secundaban,
como ya sucedió en otros países latinoamericanos, era la de definir un paquete (“núcleo”)
acotado de prestaciones de salud, valorar cada una de ellas de la manera más
detallada posible, y abrir el mercado para que tanto prestadores públicos como
privados puedan brindar esos servicios que serían pagados por un fondo común
construido con el aporte de fondos públicos (MSP y otros) y de los sistemas de
seguridad (IESS, SSC, ISSFA, ISSPOL). Sistema “mixto/pluralista” que requería
de la regulación de una “superintendencia” (Chile lo había hecho durante la
ultra liberalización económica en la dictadura de Pinochet; pero también
Colombia) que no tendría relación con el Ministerio de Salud Pública. Y se
planteó ello como un modelo de “aseguramiento universal” que tuvo gran posicionamiento
(pero también resistencia) durante el gobierno de Alfredo Palacio (2005-2007) y
que fuera presentado durante el proceso constitucional del 2008 como Sistema
Único de Salud Ecuatoriano (SUSE), sin que tenga eco.
Un paquete acotado de
prestaciones, dejaría de lado la atención de problemas de alto costo para su
atención, como las denominadas enfermedades catastróficas y raras. Los
servicios y seguros privados buscarían todos los mecanismos para evadir ese
tipo de atenciones que podrían poner en riesgo su negocio y dejarían la
atención de esos problemas de alto costo a los servicios públicos y los seguros
sociales, eso en el mejor de los casos; pero fundamentalmente en manos de los
propios pacientes y sus familias, manteniendo o incrementando el ya alto gasto
de bolsillo en salud[36];
las experiencias de las atenciones hospitalarias (especialmente cuando requerían
prolongados cuidados intensivos) durante la pandemia de Covid-19, corroboran
ello.
Más tarde, en el gobierno de
Correa, se intentó nuevamente desde mandos medios del MSP, cuando por ejemplo
se pretendía fragmentar la atención integrada a la niñez (AIEPI) financiada en
forma global por la ley de Maternidad Gratuita y Atención a la Infancia, y
valorar cada una de las prestaciones, insumos y medicamentos usados, a la
usanza de un seguro prepago privado (tarifas).
Ninfa León lo señala muy
claramente:
El estudio
logra identificar la existencia de una política de salud cuyo objetivo central
es estructurar un Sistema Nacional de Salud sobre la base de la integración de
una red de prestadores públicos y privados (red plural) que se relacionan
mediante la compra venta de servicios, donde la forma de pago de proveedores es
por servicio entregado. El objetivo es introducir al mercado como asignador de
bienes dentro del sistema de salud y como eje de su articulación. Para ello,
promueve la división de funciones entre rectoría, financiamiento y provisión de
servicios al interior del MSP y del IESS, así como la definición de tarifarios
y de un conjunto de prestaciones que se entregarán en cada nivel de atención de
salud.
Todos estos
elementos nos remiten a las propuestas neoliberales de reforma de la salud impulsadas
por el Banco Mundial en la década de los 90, que buscaban crear un mercado de
prestadores de salud y de aseguradores con mayor o menor control por parte del
ente rector. En este sentido, los planteamientos de universalidad y gratuidad de
los discursos oficiales durante el gobierno de Alianza PAIS pueden referirse,
en un momento dado, a la entrega de un conjunto de prestaciones en función de
los recursos disponibles. En esa situación no existiría contradicción alguna
entre un discurso universalista y de gratuidad y uno neoliberal. (León,
2018)
En el fondo, el Banco Mundial, al
igual que el Fondo Monetario Internacional, siempre abogan por la privatización
de los servicios médicos, así como por la privatización de los sistemas de
seguridad social. Y no cesan en sus intentos.
La década de 1990 culmina con un
cambio estructural en el MSP, que pretendía que se replique hasta el nivel
local. Una reestructura por “procesos”, que en muchos casos significó el
desmantelamiento de programas y unidades que venían trabajando de manera eficiente;
estructuró direcciones nacionales que tenían serias dificultades para operar en
esta nueva lógica. Sin embargo, en lo territorial se mantuvo el funcionamiento
de las Áreas de Salud y de las direcciones provinciales de salud.
V.
Desde el discurso del “aseguramiento
universal” del Banco Mundial (en realidad privatizador), hasta un ensayo de
modernización del progresismo ecuatoriano. El MAIS, reestructuración del MSP
(zonas y distritos), eliminación de la participación social. Crisis en la salud
pública. Pandemia Covid-19, pretendidas reformas del IESS, el “plan decenal” de
Lasso (2000 - 2023).
Las dos últimas décadas
(2000-2023) de este período, con la herencia de las propuestas privatizadoras
del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, se caracterizan por
varios ensayos con diversas orientaciones políticas.
Culmina a mediados de la década
2000, sin ninguna trascendencia, el proyecto MODERSA financiado por el Banco
Mundial, pero continúa luego un vertiginoso endeudamiento externo, para el que “la
ampliación de la cobertura de los programas sociales”[37],
incluyendo la salud, la emergencia por la pandemia de covid-19[38]
son algunos de los pretextos.
El peso de la OPS/OMS es grande
en las definiciones políticas en la década 2000. Aprovechando el centenario de
la OPS, ésta influye en decisiones fundamentales, como un intento de
estructurar un sistema nacional de salud, tan mencionado y anhelado desde la
década de 1980. En el año 2002 se elabora y se aprueba la “Ley Orgánica del
Sistema Nacional de Salud” (LSNS), promovida por OPS, que sin embargo no tiene
la fuerza política (ni la intención) de afectar la dispersión de instituciones
e intereses públicos y privados en torno a la salud y sus negocios.
De todas maneras, algo es
rescatable de ese proceso de la LSNS. Como la estructuración de un Consejo
Nacional de Salud (CONASA) con representación diversa en su directorio y
comisiones técnicas (aunque sin representación ciudadana), que reemplazó la
figura de un ente meramente asesor de los anteriores consejos nacionales. Tal
vez la tarea más importante que cumple el CONASA es la de ayudar a consensuar
documentos técnicos, bosquejos de políticas o normativas que ayudan a la
gestión del MSP como autoridad sanitaria. Sin embargo, ese mismo hecho provoca
conflictos entre el CONASA y los funcionarios del MSP, que consideran estas
actividades (y al mismo CONASA) como invasión de las tareas propias de la
Autoridad Sanitaria.
La ventaja de las normativas
elaboradas y aprobadas por consenso en el seno del CONASA (comisiones técnicas
y directorio), es que lograrían mayor aceptación de las diferentes
instituciones, hecho que no ocurría con las normativas elaboradas sólo por el MSP,
aunque invitara a expertos de diferentes instituciones para ello. Uno de los
documentos consensuados de esa forma y más respetado por todas las
instituciones, es el Cuadro Nacional de Medicamentos Básicos (y
actualizaciones), aunque en torno a la elaboración del mismo ocurren diferentes
presiones, incluidos los intereses de la industria farmacéutica.
Otro de los aportes de la LSNS y
de la gestión del CONASA fue la promoción de la participación social entre los
años 2002 y 2009 (a partir del 2009 se suspenden la mayoría de esos procesos).
Fundamentalmente a través de dos espacios: el uno, la promoción de los Consejos
Cantonales de Salud (en algunos casos Consejos Provinciales de Salud, como en
Chimborazo o Consejos Zonales de Salud, como en Quito Metropolitano), que
tenían un carácter mixto, público (especialmente áreas de salud del MSP y
Gobiernos Autónomos Descentralizados, municipales y parroquiales) y social –
comunitario; el otro espacio es el desarrollo de los Congresos por la Salud y
la Vida (COSAVI), una propuesta de Edmundo Granda inspirada en los grandes
Congresos de Salud del Brasil. De los COSAVI, se llegaron a organizar cuatro
ediciones (I a IV) de manera oficial entre 2002 y 2009; pero otros cinco (V a
IX ediciones), definidos como COSAVI en Resistencia y Permanente (COSAVI-RP)
fueron organizados por activistas por la salud y organizaciones sociales entre
2015[39]
y 2023.
En el balance del VIII COSAVI-RP
“Manuela Espejo” del año 2022, se señala:
Desde el
primer Congreso por la Salud y la Vida -cuyo acrónimo es COSAVI- que se realizó
en mayo del 2002, han llegado y pasado funcionarios y políticos con planes
preconcebidos e intereses ajenos a su esencia. Pero, al contrario de esas
presencias coyunturales, han sido los activistas sociales y las organizaciones
del campo y la ciudad, el corazón que ha nutrido la labor que persiste y
resiste, evoluciona y se adapta a las nuevas realidades, buscando desde la
reflexión colectiva, respuestas integrales que puedan plasmarse en las diversas
acciones cotidianas. Dos décadas han transcurrido, ocho congresos por la salud
y la vida en total, los cuatro últimos organizados de forma autónoma.
Ahora
estamos aprendiendo a crecer, desarrollando la capacidad de auto convocatoria y
autogestión, y en este proceso hemos logrado realizar en modalidad virtual el
VII COSAVI-RP Juan Martín Moreira y el VIII COSAVI-RP Manuela Espejo,
transformando así la problemática de la no presencialidad impuesta por la
pandemia en un potencial. Afortunadamente, la virtualidad ha permitido
participar en conversatorios y mesas de trabajo a cientos de personas que,
desde provincias o en condición de migrantes, se han juntado para descubrir
prácticas y senti-pensares que siembran y cultivan una cultura en la que la
vida y la salud florecen como derechos garantizados con prioridad y equidad.
Una de las últimas actividades en
las que se ha involucrado el COSAVI-RP en el año 2023 (IX edición “Plácida,
Emperatriz y Juana cuidando la vida”), en forma conjunta con varias
organizaciones sociales, académicas y activistas, es la acción de protección
contra el decreto ejecutivo 645[40]
del presidente Guillermo Lasso, que en un hecho sin precedentes y en una clara
respuesta a presiones de las industrias, disminuyó impuestos (ICE) a productos
de tabaco, bebidas alcohólicas, bebidas industriales azucaradas, fundas
plásticas y armas de fuego, respondiendo a los intereses comerciales de esas
industrias y atentando gravemente contra derechos, a la salud, la seguridad, el
ambiente y la vida. Pero también se generó en los años 2022 y 2023 importantes
debates en torno al cuidado en la salud.[41]
Para las décadas de 2000 y 2010,
el complejo médico industrial estaba en pleno auge en el Ecuador y junto a
industrias nocivas para la salud, logran fuertes influencias e interferencias en
instancias oficiales y autoridades, en la formulación de leyes y políticas. La
medicina prepagada y la red de hospitales privados ven la oportunidad de un
gran negocio en su relación con el MSP, el IESS, el ISSFA e ISSPOL, aunque en
esos acuerdos público-privados los pagos sean demorados y conflictivos. Muchos
hospitales privados, así como proveedores de medicamentos y equipamiento,
logran una gran acumulación de capital en este período. El discurso del Banco
Mundial caló profundamente en el entramado de la salud pública y privada.
En el informe “Privatización de
la salud en el Ecuador. Estudio de la interacción pública con clínicas y
hospitales privados”, Pablo Iturralde concluye:
Los
servicios de salud del Ecuador giran en torno a las necesidades y exigencias
del capital financiero internacional a través de vinculaciones con sociedades
extranjeras, algunas de ellas con matriz en paraísos fiscales (solamente dentro
de los cinco grupos económicos analizados aquí, encontramos 14 filiales en
jurisdicciones offshore). Lo financiero comprende a los accionistas, los
tenedores de capital dinero, los fondos de inversiones, los bancos, las
aseguradoras de riesgo y similares. Adelantamos en estas conclusiones que esto
da muestra de la profundización del proceso de financiarización de la salud, en
el sentido de que la lógica financiera corre el riesgo de superponerse a la
garantía de los derechos. De la búsqueda de la maximización del beneficio
privado se deriva una tensión con la planificación orientada al alcance del
bienestar social.
Una de las
manifestaciones de la financiarización es la monopolización del sector salud.
Encontramos que existen clínicas y hospitales que son parte de grupos
económicos oligopólicos, donde tan sólo cinco grupos económicos vinculados a la
salud obtuvieron más de mil millones de dólares en ingresos durante el año
2014; en cambio, solamente tuvieron una contribución del Impuesto a la Renta
del 1,5% en relación con su ingreso, es decir 18 millones de dólares.
Los ocho
mayores prestadores privados de servicios médicos representan el 1% del sector
y, sin embargo, obtuvieron el 40% de los ingresos del mercado al que
pertenecen. Este es un proceso de concentración que vino acompañado de la
acumulación de capital generado en el sector, y que durante el período de
gobierno de Rafael Correa se profundizó. Esta monopolización es resultado de la
integración del capital industrial, comercial o bancario y su diversificación a
otras actividades económicas que – en este caso – incluye a las actividades de
hospitales y médicos.
Durante el
período de gobierno de Rafael Correa el gasto se incrementó 92% en valores
constantes, y fueron los recursos del IESS los principales contribuyentes a
este crecimiento (aportó con el 34%). En comparación, hacia mediados y finales
de los años 90 el gasto en salud apenas se incrementó 22%. Esto ha generado una
disminución del gasto de bolsillo de los hogares que, no obstante, ha sido
financiado por las propias contribuciones de los trabajadores y patronos. Por
lo menos en las dos últimas décadas, nunca antes la seguridad social había sido
tan importante dentro del gasto en salud del sector público: en 1995 representó
38% del total, en 2007 el 24%, en 2013 el 43%...
Por otra
parte, el importante incremento del presupuesto del MSP todavía es
insuficiente: no se logró la meta establecida por la vigesimosegunda
disposición transitoria de la Constitución, que establecía la obligación de
financiar el sistema nacional de salud en un grado equivalente al 4% del PIB.
Desde 2008 nunca se realizó un incremento equivalente a por lo menos el 0,5%
anual del PIB, y al año 2013 este presupuesto alcanzó únicamente 2,1% del PIB…
La actual
modalidad de prestación de los servicios es una de las formas de privatización
de la atención médica. Esta privatización se produce por insuficiencia de la
oferta pública, situación que presiona la contratación o derivación hacia la
oferta privada, sin que sea regulada ni controlada como sí se hace con la
oferta pública. De acuerdo con la experiencia de otros países, esta práctica
incrementa el costo del servicio en relación con la cobertura (número de casos
atendidos) de los afiliados.
Además,
esta modalidad de protagonismo privado tiende a estimular la demanda en base a
un “acuerdo” médico-paciente, que incrementa las intervenciones más costosas o
que técnicamente no serían necesarias, incrementando los costos del servicio.
Esta nueva modalidad de contratación, al contrario de fortalecer al Estado,
debilita su capacidad de rectoría, planificación y control de la calidad del
servicio. (Iturralde, 2015)
A pesar de esta avalancha
privatizadora que caracteriza a lo que va del siglo XXI, tal vez uno de los
pocos signos exitosos de resistencia, fue el haber logrado la no firma del
Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos de Norteamérica durante el
gobierno de Alfredo Palacio (2005-2007), que tal como estaba formulado (ya se
tenía antecedentes de tratados similares de USA con otros países) tenía graves
repercusiones negativas para la salud pública. El logro vino de la mano de un
gran movimiento liderado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del
Ecuador (CONAIE), conocido como “Ecuador Decide NO TLC”, que tuvo su estructura
específica para el tema de la salud, el “Colectivo de Defensa de la Salud Frente
al TLC”, liderado por la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos (CEDHU). En lo
que se consideró uno de los documentos públicos decisivos carta abierta al
presidente de la República (publicada 27 de marzo 2006)[42],
firmada por cuatro ex ministros de salud (Plutarco Naranjo, Rodrigo Fierro,
Édgar Rodas y Wellington Sandoval), así como por varias autoridades
universitarias y dirigentes de organizaciones no gubernamentales, sindicales y
gremiales de salud, se señalaba:
Vigilaremos
que por ningún motivo y bajo ninguna presión o pretexto se violen, en cualquier
negociación internacional, las siguientes LINEAS ROJAS en PROPIEDAD INTELECTUAL
establecidas previamente como compromiso nacional en varios documentos
oficiales y a las que respaldamos íntegramente:
a)
Las patentes deben proteger
exclusivamente a las auténticas innovaciones farmacéuticas (Nuevas Entidades
Químicas) y no a productos similares o a segundos usos terapéuticos
b)
Excluir definitivamente el patentamiento
de nuestros recursos naturales y bio-genéticos, así como los conocimientos
ancestrales de nuestro acervo social y cultural diverso.
c)
No aceptar el vínculo (linkage) entre
Patentes y Registro Sanitario para evitar conflictos entre calidad y comercio y
no convertir a la Autoridad Sanitaria Nacional en agente de control de
patentes, por atentar a las leyes nacionales.
d)
Las demoras en el trámite de patentes
farmacéuticas no deben compensarse con extensiones a su período de vigencia,
más allá de los largos 20 años que ya otorga la Propiedad Intelectual.
e)
La Protección de Datos de Prueba de
productos farmacéuticos y agroquímicos es inadmisible porque aumenta el
monopolio, la exclusividad comercial y los precios, perjudicando el ingreso de
medicamentos genéricos, más económicos y accesibles al pueblo. Ningún período
de protección es aceptable.
f)
El Estado ecuatoriano no puede incorporar
a la negociación del TLC aspectos que ya están acordados en la legislación
existente. La Propiedad Intelectual y patentes no deben poner en riesgo el
acceso a medicamentos, seguridad alimentaria y temas como la biodiversidad, la
salud y la vida, que no son negociables. (Ayuda memoria entregada a la CONAIE
por la Presidencia de la República, 17 de noviembre de 2005)
g)
En consecuencia, no se deberá negociar
más allá de lo establecido en el Acuerdo de ADPIC de OMC y en la Declaración de
Doha, para la protección de la salud pública, que cuentan con el respaldo de la
OPS/OMS. (Informe a la Nación del Presidente de la República, 15 de enero de
2006).
En el año 2007, con el inicio del
gobierno de Alianza PAIS (Revolución Ciudadana) presidido por Rafael Correa y
que durará 10 años en forma directa (2007-2017) y que tendría su continuidad
(aunque con modificaciones) con el gobierno de Lenín Moreno (2017-2021), ex
vicepresidente de Correa. Hubo un halo de esperanza en algunos sectores
sociales, sobre la posibilidad de cambios importantes, incluyendo el campo de
la salud.
De hecho, fue casi unánime el
respaldo de sectores populares y organizaciones sociales y de izquierda a la
candidatura de Correa en la segunda vuelta en el año 2006, cuando se enfrentaba
a Alvaro Noboa (un claro candidato de la oligarquía económica del Ecuador). Ese
respaldo se mantuvo monolítico incluso durante el proceso constituyente que se
extendió hasta octubre del año 2008.
En la Constitución del 2008, los
activistas y organizaciones sociales en salud, lograron que se incorpore
importantes textos, como el artículo 32 sobre el derecho a la salud, en un amplio
marco social, económico, cultural y ambiental:
Art. 32.-La
salud es un derecho que garantiza el Estado, cuya realización se vincula al
ejercicio de otros derechos, entre ellos el derecho al agua, la alimentación,
la educación, la cultura física, el trabajo, la seguridad social, los ambientes
sanos y otros que sustentan el buen vivir.
El Estado
garantizará este derecho mediante políticas económicas, sociales, culturales,
educativas y ambientales; y el acceso permanente, oportuno y sin exclusión a
programas, acciones y servicios de promoción y atención integral de salud,
salud sexual y salud reproductiva. La prestación de los servicios de salud se
regirá por los principios de equidad, universalidad, solidaridad,
interculturalidad, calidad, eficiencia, eficacia, precaución y bioética, con
enfoque de género y generacional. (Constitución del Ecuador 2008)
Sin embargo de éste y otros
logros, cuando la Constitución del 2008 se refiere al “sistema nacional de
salud” (artículos 358 al 366), deja intacta la dispersión institucional en el
sector, postergando la posibilidad real de construir tal sistema nacional de
salud. En el Art. 370 (dentro del capítulo sobre la seguridad social) se señala
“sus entidades de seguridad social formarán parte de la red pública integral
de salud…”, que es una de las definiciones que ocurre durante el gobierno
de Correa y que tiene algunas expresiones concretas de coordinación entre el
MSP y el IESS, por ejemplo en atención a personas con enfermedades
catastróficas, aunque de manera insuficiente y siempre con la carencia de
recursos para cumplir con ese mandato constitucional; lo cual se agrava con la
crisis de los últimos años y la pandemia de covid-19. Pero es la base también
para la “red plural”, pública y privada, que fortalece el proceso de
privatización, el traspaso de recursos del MSP y del IESS al sistema privado.
Pero, no es la primera vez que
queda plasmado en la constitución un articulado sobre el derecho a la salud. De
hecho, en la Constitución Política del año 1998 (artículos 42 al 46), ya
ocurrió.
La Sección
cuarta: De la salud, consta de cinco artículos del 42 al 46. El Artículo 42
señala los ámbitos de la garantía del derecho a la salud, los medios para
alcanzarlo y los principios que sustentan la obligación estatal ante este
derecho. La garantía estatal de la salud se limita a la promoción y protección
los ambientes de vivienda, trabajo y vida familiar y comunitaria conforme los
medios descritos a continuación: “la seguridad alimentaria, la provisión de
agua potable y saneamiento básico, el fomento de ambientes saludables en lo
familiar, laboral y comunitario, y la posibilidad de acceso permanente e
ininterrumpido a servicios de salud”, garantías con base en los principios de:
“equidad”, “universalidad”, “solidaridad”, “calidad y eficiencia”…
El Artículo
45 dispone al Estado la organización de “un sistema nacional de salud” y señala
su composición pública y privada. El Artículo 46 describe las tres fuentes de
financiamiento de “las entidades públicas del sistema nacional”: “aportes
obligatorios, suficientes y oportunos del Presupuesto General del Estado, de
personas que ocupen sus servicios y que tengan capacidad de contribución
económica y de otras fuentes que señale la ley”. Y concluye: “La asignación
fiscal para salud pública se incrementará anualmente en el mismo porcentaje en
que aumenten los ingresos corrientes totales del presupuesto del gobierno
central. No habrá reducciones presupuestarias en esta materia”.
El texto
constitucional sobre salud de 1998 establece las obligaciones estatales en
salud: atender gratuitamente a todos con las acciones colectivas de salud
pública financiadas incrementalmente según el crecimiento del ingreso fiscal
del gobierno central; establecer las políticas, organizar y controlar los
servicios públicos y privados; la población pagará por los servicios privados y
quienes puedan hacerlo también pagarán por los servicios públicos destinados a
quienes lo necesiten. (Aguilar, 2018)
Los temas del financiamiento y de
la “gratuidad” de los servicios de salud, es uno de los temas que quedó sin
resolverse claramente en las constituciones de 1998 y 2008. Sin embargo, queda
clara la inviolabilidad de los fondos de la seguridad social:
Art. 372.-
Los fondos y reservas del seguro universal obligatorio serán propios y
distintos de los del fisco, y servirán para cumplir de forma adecuada los fines
de su creación y sus funciones. Ninguna institución del Estado podrá intervenir
o disponer de sus fondos y reservas, ni menoscabar su patrimonio.
(Constitución 2008)
La reforma del sector salud y la
tan anhelada construcción del sistema nacional de salud, serán siempre tareas
pendientes, unas verdaderas utopías. Hubo varios intentos de reformas a lo
largo de los últimos 50 años, pero siempre quedaron en propuestas, desde
aquellas impulsadas por el Banco Mundial, o por otros organismos
internacionales como OMS, hasta aquellas originadas desde la academia,
organizaciones sociales y activistas. Algunos de los intentos más sólidos o
prolongados, con expresión en el marco legal nacional, estuvieron en torno a la
Ley Orgánica de Salud (2006) que tuvo un importante proceso participativo en su
construcción, aunque se evidenció que en algunos contenidos fue finalmente manipulada
por intereses comerciales.
Un nuevo intento, aunque poco
participativo, se inició en el gobierno de Rafael Correa. Inicialmente fue
denominado “Transformación Sectorial de Salud” y luego pretendió plasmarse en
un texto legal único en salud, “Código Orgánico de Salud” (COS) que eliminaría
casi todo el marco legal relacionado con salud. Hubo varios proyectos de COS
entre 2014 y 2019, hasta el que finalmente fue aprobado por el Pleno de la
Asamblea Nacional, pero vetado totalmente por el presidente Lenín Moreno en
septiembre del año 2020[43].
Sin embargo, mientras se trataba
esas propuestas de transformación, de reforma o de código de salud, el MSP
realizó cambios fundamentales, sobre todo al interior de su institución. Pero
muchos de esos cambios repercutieron en todo el sector y en las organizaciones
sociales.
Hubo importantes cambios
positivos, pero con frecuencia con una contraparte negativa.
Como una gran inversión en
infraestructura, equipamiento, insumos, incluso en recursos humanos (las
anteriores inversiones importantes habían ocurrido en la última dictadura
militar de la década de 1970 y durante el gobierno de Rodrigo Borja). Aunque
hubo también estancamiento en los acuerdos interinstitucionales para la
formación de profesionales especialistas, aumentando un déficit en este campo.
Hubo insuficiencia de medicamentos e insumos para algunos problemas como
enfermedades catastróficas y huérfanas. Y hubo también denuncias de corrupción y
tráfico de influencias en muchos procesos de adquisición, ello tanto en el MSP,
como en IESS, el ISSFA e ISSPOL.
La reforma estructural del MSP, con
el nuevo estatuto del año 2011 que entró en vigencia desde el año 2012, tuvo
cosas positivas, como la creación de la Subsecretaría de Promoción de la Salud
e Igualdad, que vino a solventar una vieja aspiración en la salud pública. Pero
al mismo tiempo fue evidente el crecimiento innecesario de una burocracia
alineada con el poder político, así como el acoso a los funcionarios antiguos o
de carrera que no acataban ese alineamiento. Hubo una extrema partidización del
MSP. Y concomitantemente, se destruyó la estructura territorial de Áreas de Salud
y Direcciones Provinciales que venía funcionando adecuadamente; se la reemplazó
por otra organización territorial en distritos y zonas, que no tiene lógica, ni
con la división territorial del país, ni con las diversas identidades que se
expresan en los cantones y provincias.
Pero el cambió estrella que
pretendió el gobierno de Correa en el MSP y en la atención de salud, fuel el
Modelo de Atención Integral en Salud (MAIS), que se lo caracterizó como
intercultural y comunitario. Uno de los personajes claves para el MAIS fueron
los Técnicos de Atención Primaria de Salud (TAPS).
En gran medida, el MAIS se basó
en avances anteriores, como la propuesta de Salud Familiar Integral y
Comunitaria (SAFIC), que se extendió a barrios populares urbanos durante la
gestión del ministro Plutarco Naranjo (1988-1992); esta iniciativa fue retomada
parcialmente en la gestión del ministro David Chiriboga (2010-2012) con la
creación y capacitación de los TAPS, pero realmente comenzó a aplicarse en la
gestión de la ministra Carina Vance (2012-2015).
Lamentablemente, el MAIS, que
aportó algunos planteamientos novedosos para la atención local de salud con
enfoque de APS, se implementó de una manera dispar en el territorio y contribuyó
también a la sustitución de una participación social más autónoma (sobre todo
de los Comités de Usuarias de la LMGAI y de los Consejos Cantonales de Salud),
por otra cooptada y dirigida desde el poder político de turno a través de los
Comités Locales de Salud anexos a los centros de salud del MSP.
Ese fue uno de los problemas
fundamentales en el diseño e implementación del MAIS. Primaron los cálculos
políticos antes que los aspectos técnicos de un modelo probablemente diseñado
con la intención de implementar una APS renovada, donde los TAPS (u otro tipo
de agentes comunitarios de salud) podían haber encajado perfectamente.
Pero en la práctica, los TAPS
fueron una pieza más de una estrategia clientelar del gobierno, sobre todo para
procesos político-electorales articulados al ciclo político de la economía[44].
De ese modo se desfiguró el papel de los promotores de salud y de la
participación social, a pesar de la larga historia que el Ecuador y otros
países latinoamericanos tienen en este campo. Mientras tanto, estrategias y
programas de salud pública valiosos y probados, fueron despreciadas o
subvaloradas.[45]
Y quizá esa fue la tónica
principal del gobierno de Correa, que se mantuvo con los gobiernos de Lenín
Moreno y Guillermo Lasso. El desprecio y persecución a servidores, funcionarios
antiguos y organizaciones, que ocurrió en general en el país, pero también en
el campo de la salud. Y en ese atropellamiento a personas y organizaciones, se
desarticuló importantes procesos interinstitucionales y programas exitosos en
el campo de la salud pública; la lista es larga, pero entre otros, se vieron
afectados e incluso destruidos: La red de epidemiólogos que cumplían un
importante papel a nivel local, el Servicio Nacional de Erradicación de la
Malaria, el Instituto Izquieta Pérez, el Programa Ampliado de Inmunizaciones
PAI (reemplazado por la desarticulada
estrategia ENI), la estrategia de Atención Integrada a las Enfermedades
Prevalentes de la Infancia AIEPI, la Ley de Maternidad Gratuita y Atención a la
Infancia, el Comité Interinstitucional de Lucha Antitabáquica CILA, y muchos
otros. El pretexto de esa destrucción era de que se trataba de “programas
verticales” que serían reemplazados por el MAIS, lo cual en la práctica nunca
ocurrió, pero sin embargo ya quedó destruido gran parte del tejido de la salud
pública que había sido construido con esfuerzo durante varias décadas.
Las consecuencias de esos
retrocesos en salud pública, se constata en indicadores negativos, como: el
estancamiento en desnutrición infantil, mortalidad infantil y mortalidad
materna; bajas coberturas de vacunación (ex PAI); alto gasto de bolsillo en salud
de las familias ecuatorianas, lo que se agravó durante la pandemia de covid-19;
ineficiencias en la respuesta a la pandemia de covid-19, sólo superadas con el
sacrificio de los equipos de salud y el trabajo comunitario y familiar de
contención. En general, el mantenimiento y profundización de grandes
inequidades en salud. Se llegó incluso a manipular datos y tendencias, para
aparentar éxito (desnutrición infantil en gobiernos de Correa y Lasso,
mortalidad materna en gobiernos de Correa y Moreno).
La persecución había iniciado ya
en el año 2010 con los gremios de profesionales (médicos, enfermeras/os,
odontólogos y otros), y con los despidos masivos, muchas veces con violencia,
en la planta central del MSP, en las direcciones provinciales y en los
servicios. Esa persecución se profundizó a partir del año 2014. El antiguo y
experimentado equipo de la planta central del MSP fue casi totalmente
aniquilado y sustituido por un ejército de incondicionales al gobierno de
turno, que se siguió acomodando y alineando con los nuevos gobiernos.
Ya en los gobiernos de Lenín
Moreno (2017-2021) y Guillermo Lasso (2021-2023), la situación no cambió,
ocurrió una inercia de las acciones que había iniciado el gobierno de Correa.
Se hubiera podido al menos revertir la irracional estructura territorial en
distritos y zonas; o actualizar instrumentos regulatorios como el etiquetado de
alimentos procesados y ultraprocesados, lo que no requiere sino de un acuerdo
ministerial. Pero es evidente que no existe la voluntad política para ello,
porque los dos últimos gobiernos han estado claramente ligados a intereses de
grandes industrias y consorcios, algunas de las cuales inciden directamente de
manera negativa en la salud pública.
Quizá los tres hechos que vale
destacar de los dos últimos gobiernos (Lenín Moreno y Guillermo Lasso), son: la
pandemia de covid-19 y la respuesta del Estado; los intentos de reforma y
privatización del IESS; y el denominado “Plan Decenal de Salud” de Guillermo
Lasso y su ministerio de salud.
La pandemia de covid-19 produjo
23793 defunciones registradas en el Ecuador en el año 2020, el 21% de todas las
causas de muerte. Y 20874 defunciones, el 20% del total, en el año 2021. Nunca
antes, al menos en el último siglo, se había producido una tragedia sanitaria
de esta magnitud, debida a una epidemia de enfermedades transmisibles.
En un análisis de noviembre de
2021 (al finalizar el segundo año de la pandemia), CEPAL[46]
concluía “Se ha demostrado una asociación general entre hacinamiento y exceso
de mortalidad por COVID-19. Al análisis cada país individualmente hay
variaciones y analizando en más detalle los municipios en cada ciudad, lugares
con mayores niveles de hacinamiento en general tuvieron mayores niveles de
exceso de mortalidad.”
Ecuador y Perú fueron los países
latinoamericanos con mayor exceso de mortalidad debido a la pandemia.
Latinoamérica y el Caribe concentraron la mayor mortalidad durante la pandemia
“La región tiene 32,1% del total de defunciones por COVID-19 reportadas en el
mundo siendo que su población representa apenas 8,4% de la población mundial”
(CEPAL, 2021)
“Estudios recientes han mostrado
que respecto a la COVID-19, en general, personas en situación de vulnerabilidad
socioeconómica tienen mayores riesgos de contagio y muerte por la COVID-19. Las
desigualdades están relacionadas tanto con la capacidad de protección respecto
al contagio, como también por la mayor incidencia de comorbilidades que se
asocian a una mayor severidad de la enfermedad y eventualmente a la muerte”
(CEPAL, 2021). Pero también por la menor posibilidad de acceso a servicios de
salud (hospitalización, UCI) de la población en mayores condiciones de pobreza.
La pandemia dejó ver de una
manera muy cruenta como las enfermedades transmisibles tienen mayor impacto en
las poblaciones más vulnerables económicamente. Lo cual fue aún más dramático
en los primeros meses de la pandemia en la ciudad de Guayaquil, la más poblada
y la de mayor desigualdad social.
La pandemia de covid-19 evidenció
también la crisis del sistema público de salud, que no supo dar respuestas
oportunas y suficientes para la alta demanda de servicios que se generó. Demostró
también la actitud nada solidaria de sistemas de aseguramiento privado y de
algunos hospitales privados, que se negaron a atender y cubrir las prestaciones
necesarias en la pandemia, y cuando lo hicieron, especularon con enormes costos
que sólo podía pagar una mínima fracción de la población. El sistema de
vigilancia epidemiológica oficial falló (se había desarticulado antes las redes
locales) y demoró en dar respuesta. Sin embargo, hubo respuestas bastante
consistentes y exitosas desde organizaciones sociales; como los “VECIS”
Pichincha (vigilantes epidemiológicos comunitarios integrales en salud) con
apoyo de la Universidad Central del Ecuador; o las diversas respuestas exitosas
desde comunidades indígenas, que lograron cercos epidemiológicos efectivos, a
pesar de que la pandemia fue especialmente devastadora en esas poblaciones
(Aguirre, 2020 / UASB y FUNSAD, 2022-2023).
En general hubo poco acceso a
pruebas diagnósticas gratuitas en los servicios públicos, la mayoría de las
personas de toda condición social tuvieron que acudir a laboratorios privados.
Y cuando hubo disponibilidad de vacunas en el sistema público, fue evidente el
acaparamiento por parte de grupos con mayor poder económico y político,
presentándose casos tristemente anecdóticos como la de un ministro de salud de
Moreno, que ordenó la vacunación primero en un centro donde residía su madre; o
la del Club Rotario de Samborondón[47].
Pero también el caso de los colegios médicos, donde no todos los beneficiados
estaban en las actividades contención de la pandemia. Sin embargo, esos
privilegios, que de ninguna manera se justifican, lograron aumentar la
adherencia a las vacunas, pues había una desconfianza sobre su eficacia y
seguridad.
Pero la pandemia de covid-19
también significó enorme acumulación de capital, a nivel global
especialmente de las farmacéuticas que produjeron y vendieron vacunas a los
gobiernos. Así como de las empresas que ofertaron equipos, servicios e insumos,
muchas veces en procesos plagados de corrupción. Germán Rodas, en su libro “Pandemias
y enfermedades en la historia del Ecuador, siglos XVIII-XXI”, al respecto
señala lo que ocurrió durante la pandemia de covid-19 “ha sido penoso verificar
que en toda la red de hospitales de la red pública de salud… se produjeron
adquisiciones de insumos médicos con sobreprecios de hasta el 400%, en medio
del descubrimiento de núcleos mafiosos” (Rodas, 2021).
Respecto de los intentos de
privatización del IESS y de sus servicios y prestaciones de salud, la historia
no es reciente. De hecho, se trata de una de las recomendaciones (llena de
subterfugios) del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
Uno de los momentos críticos de
ese proceso fue la consulta popular del año 1995, en el gobierno del
conservador Sixto Duran Ballen. Su consulta de once preguntas fue rechazada
totalmente por la población ecuatoriana, el NO triunfó en todas ellas. La pregunta
2, sobre seguridad social, decía:
Pregunta 2
Derecho a
escoger el régimen de seguridad social. ¿Debería incorporarse a la Constitución
Política una disposición que diga?: "Toda persona tiene el derecho a
escoger libre y voluntariamente que tanto el régimen de seguridad social, como
sus prestaciones y servicios estén a cargo del Instituto Ecuatoriano de
Seguridad Social o de otra institución pública o privada. El sistema de
seguridad social se fundará en los principios de solidaridad y libre
competencia". SI-NO.
Esta segunda pregunta de la
consulta, fue rechazada con el 60,32% de los votos válidos. Ello congeló por un
momento los intentos privatizadores. Pero más tarde, persistentemente se ha retomado
el tema desde grupos neoliberales.
Uno de los mecanismos que se ha
utilizado para mermar al IESS y desacreditarlo (lo cual ha tenido un efecto
importante en la población más joven), es secuestrar los fondos del IESS con
diferentes mecanismos: tomarlos directamente como si se tratara de fondos
públicos del Estado; obligar a inversiones en bonos del Estado; infiltrar
corrupción en las adquisiciones y en los servicios del IESS, especialmente los
servicios de salud, para luego acusarlos de ineficientes y corruptos; no pagar
las obligaciones estatales para las pensiones jubilares. Todo ello en el marco
de plantear como solución la “eficiencia” de los servicios y administraciones privados.
Algunas de las pretensiones, con
la alarma de que a mediano plazo el IESS quebraría, han sido: aumentar los
aportes de los afiliados, aumentar la edad jubilación, aumentar los años para
el cálculo de las pensiones jubilares… Pero nunca se plantea pagar las enormes
deudas al IESS que tiene el Estado (que aumentaron en el gobierno de Correa y
continuaron en los gobiernos subsiguientes), pero deuda también de una gran
parte de empresas privadas, que retienen los aportes de sus trabajadores pero
que no necesariamente consignan en las cuentas del IESS.
Otros procesos con la misma
intención de desprestigiar y proponer privatizaciones, han ocurrido en el ISSFA
e ISSPOL.
En marzo del año 2022, ya durante
el gobierno de Guillermo Lasso, la Internacional de Servicios Públicos (ISP) y
el Centro de Derechos Económicos y Sociales (CEDES) desarrollaron el estudio
“Condiciones y Riesgos de la Privatización de la Seguridad en el Ecuador”[48],
que en forma resumida señala:
La investigación analiza la situación
financiera del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social y las repercusiones
negativas para los afiliados por una eventual administración privada de los
fondos de pensiones y de salud.
A diciembre
de 2021, el Fondo de Seguro de Invalidez, Vejez y Muerte registró ingresos por
USD 3.129 millones, frente a USD 5.400 millones de egresos, lo que genera un
déficit de USD 2.271 millones.
La deuda
del Estado con el IESS supera los USD 8.000 millones, de los cuales USD 2.000
millones corresponden al pago del 40% del aporte del Estado al Fondo de
Pensiones. A esto se suma la mora patronal por más de USD 2.000 millones.
Es decir,
existen USD 10.000 millones adeudados a la Seguridad Social, recursos que
podrían servir para enfrentar la crisis financiera de la institución y evitar
su privatización.
Sin
embargo, los últimos gobiernos no han incluido recursos en el presupuesto
general del Estado para pagar la deuda, ni tampoco han emprendido acciones para
cobrar a las empresas morosas.
Por el
contrario, han permitido de manera deliberada agudizar la crisis, especialmente
en los hospitales, para justificar la privatización, aunque en el discurso
oficial se diga lo contrario.
El primer
paso es la anunciada externalización de las farmacias de la red de hospitales
públicos, que no es otra cosa que la entrega del negocio de los medicamentos a
las empresas farmacéuticas privadas nacionales y transnacionales.
En la misma
línea está el proyecto de Ley de Inversiones del Ejecutivo, que faculta al
presidente de la República, mediante Decreto, delegar la administración privada
a través de Alianzas Público-Privadas, de las entidades contempladas en el
artículo 225 de la Constitución, entre las que consta la Seguridad Social.
La
privatización se enmarca en las reformas que tienen que ver con:
·
Aumento de la edad de jubilación
·
Creación de cuentas individuales, rompiendo
con el principio de solidaridad
·
Nueva fórmula de cálculo para la jubilación,
en lugar de los mejores cinco años de aportaciones, bajará el monto de las
pensiones.
·
Incremento del aporte de los trabajadores,
que disminuirá sus ingresos mensuales.
·
Externalización de las farmacias hacia las
cadenas farmacéuticas privadas, para que éstas lucren del jugoso negocio, con
recursos de IESS, que son nuestros recursos.
El estudio del ISP y CEDES,
también advierte sobre un conflicto de interés del entonces presidente del
Consejo Directivo del IESS y delegado del Ejecutivo:
La ISP deja
planteada la interrogante por un posible conflicto de intereses en favor de la
privatización que tendría el presidente del Consejo Directivo del IESS,
Francisco Cepeda, por estar vinculado a hospitales, seguros de salud e
inmobiliarias privadas.
De acuerdo
con información pública de la Superintendencia de Compañías, Cepeda es
accionista del Hospital de Los Valles S.A. y de la constructora inmobiliaria
Cepeda Gutiérrez.
También
consta como gerente de Almeida Montero Cía Ltda., empresa de servicios de salud
ambulatorios, cargo que fue conferido el 10 de agosto de 2020, por un periodo
de 2 años.
Además, fue
accionista y directivo de las empresas Safe Work Seguridad y Salud Laboral,
Sermedipre Servicio de Medicina Prepagada, Conjunto Clínico Nacional Conclina,
Saludsa Sistema de Medicina Prepagada del Ecuador, Medical Track Axxistrack,
hospital del Río Hospirio, Cardiovalle, Hospivalle, Hospiservicio y
Hospifuturo.
La propuesta presentada por una
comisión encargada por el Ejecutivo (Comisión Ciudadana para la reforma a las
pensiones del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) para darle
sostenibilidad al sistema), en julio del 2023, ya cuando estuvo vigente la
“muerte cruzada” que acorta el período presidencial y disolvió la Asamblea
Nacional (es decir con un gobierno deslegitimado), pretende maquillar las
intenciones. Plantea que no se aumentará la edad de jubilación, pero que si
propone aumentar el número de aportaciones a 35 años para poder jubilarse (en
la actualidad es posible jubilarse con 60 años de edad y 30 años de
aportaciones). En la práctica, pretenden aumentar la edad de jubilación, porque
muy pocos trabajadores a la edad de 60 años podrían contar con 35 años de
aportes, requerirían haber aportado desde los 25 años de edad y con
continuidad, sin ninguna interrupción.
Las otras propuestas de la
comisión, son: Ampliar el número de los mejores años que se toman en cuenta
para calcular la pensión jubilar (subiendo un año cada año hasta llegar a 15
años o 20 años). Dar incentivos para que las personas se jubilen más tarde con
la promesa de tener una pensión más alta.[49]
No es coincidencia que el
presidente de esa comisión sea el economista Augusto de la Torre, ex jefe del
Banco Mundial para América Latina. Como tampoco es coincidencia que la
propuesta se haya presentado en dos universidades privadas, la Universidad de
las Américas y la Universidad San Francisco.
La “muerte cruzada” dejaría sin
viabilidad esta propuesta, el gobierno no tendría fuerza política para
imponerla. Sin embargo, dentro de los acuerdos entre grupos de poder, ya se
estará negociando para que la retome cualquiera de los candidatos que triunfe
en la segunda vuelta electoral de octubre 2023.
Desde instituciones académicas,
organizaciones sociales y activistas, hay algunas propuestas alternativas de
reforma al IESS; pero también otras sobre la reforma de salud que contemple al
IESS, como esta de Édison Aguilar (gráfico Nº 4) que se ha presentado en
algunos eventos de debate en el año 2023.
Gráfico Nº 4
(Aguilar, 2023)
Por otro lado, el gobierno de
Guillermo Lasso, en medio de la priorización a las actividades de control de la
pandemia de covid-19, especialmente la vacunación, ha preparado lo que pretende
ser su propuesta estrella en salud, una política de Estado en Salud, para
mediano plazo, más allá del gobierno actual. Lo ha denominado “Plan decenal de
salud 2022-2031”, contaría con el aporte de la OPS/OMS y pretende ser
legitimado en eventos que los denominan “Talleres Regionales y Jornada Nacional
por la paz, salud y la vida” que se desarrollarían según el cronograma entre
septiembre y octubre del 2023, en las postrimerías del gobierno de Lasso.
El “plan decenal” tendría 5
objetivos:
Objetivo 1,
equidad en salud: Reducir las desigualdades e inequidades que se producen en
torno al acceso efectivo, universal y gratuito al derecho a la salud, por medio
del abordaje intersectorial de los determinantes sociales y ambientales.
Objetivo 2,
promoción de la salud: Promover el bienestar de la población en todas las
etapas de la vida, a través de la conformación de entornos, comunidades y
hábitos de vida saludables y seguros.
Objetivo 3,
medicina preventiva: Reducir la carga de enfermedad a través del abordaje
integral de salud pública, que permita reducir las enfermedades prevenibles y
las muertes evitables.
Objetivo 4,
atención oportuna y de calidad: Garantizar el acceso a servicios de salud
integrales y de calidad, con énfasis en redes de primer nivel de atención,
modelos de gestión eficientes y transparentes.
Objetivo 5,
sistema de salud integrado y eficiente: Transformar el Sistema Nacional de
Salud para que garantice el acceso y cobertura universal de salud.
En principio puede parecer
coherente una propuesta de esta naturaleza, por el carácter general de la
misma. Una declaración de buenas intenciones. Sin embargo, comenzando por su
oportunidad, no tiene posibilidad alguna de viabilidad. Cualquier gobierno que
asuma luego de las elecciones de octubre 2023 y el que luego asuma en el año
2025, seguramente hará caso omiso de este “plan decenal”, y no sólo porque cada
gobierno quiere tener su propio plan, elaborado por sus técnicos y con la
orientación política de su gobierno, sino también porque a pesar de la supuesta
buena intención de un plan como política de Estado a mediano o largo plazo,
éste nace deslegitimado, por la misma deslegitimación del gobierno del
presidente Lasso. El futuro de este plan es por lo menos dudoso. Ello, sin
entrar en análisis de algunos de sus contenidos, como la pretendida apropiación
por parte de un gobierno neoliberal de la categoría “determinación social de la
salud” que tiene su origen precisamente en las luchas contrahegemónicas; o descargar
la responsabilidad de la promoción de la salud en las comunidades y en los
“hábitos” de los individuos, sin siquiera mencionar el papel de las políticas
públicas, lo cual ciertamente es coherente con la visión de un gobierno que se
desentiende por ejemplo de la regulación a industrias nocivas para la salud
pública. La propuesta sobre el sistema de salud es un saludo a la bandera sin
ninguna intención de avanzar.
Al respecto, Carlos Terán, en una
reflexión sobre este plan y la pertinencia del mismo, señala:
La gestión
de salud y el plan decenal se desarrollan en un tiempo de alto conflicto social
y político, con una administración gubernamental dislocada, con elecciones
anticipadas y una grave e inmanejable crisis de seguridad…
En este
escenario se publicita el plan decenal de salud con extensos y complejos
objetivos tales como, la equidad en salud, la promoción, salud preventiva,
atención de calidad y sistema sanitario integrado y eficiente. Son enunciados
de indiscutible validez. La inequidad en la salud es galopante e inaceptable.
La promoción y prevención tienen innegable importancia. La desatención
sanitaria para la población empobrecida es el denominador común. La
inexistencia de un sistema nacional es obvia. Entonces, ¿el plan decenal podrá
responder al desastre que agobia a la salud colectiva?
Los
problemas de salud-enfermedad de la población de cada cantón y provincia tienen
denominadores comunes, pero no son homogéneos, el plan sanitario debe ser
coherente con esos matices y diversidades. También, debe ser pertinente con la
situación de la red de servicios públicos de salud, única garantía de acceso
para la empobrecida mayoría. Por ahora, ante la necesidad y la urgencia, la
ciudadanía debe aguantar las costosas tarifas comerciales de atención privado…
La utilidad
social del plan decenal, con sus aciertos y vacíos, depende de su entrega
territorializada a la ciudadanía y de sus organizaciones, a los gobiernos
parroquiales, municipales y provinciales, en definitiva, al tejido social
ecuatoriano. Su contenido podría guiar procesos participativos, efectivos y
reales de respuesta a las condiciones de vida de la población, a los efectos
del cambio climático o del fenómeno del niño. Esta perspectiva territorial y
participativa, sin embargo, es el lado oscuro del plan. El largo proceso de
elaboración, la demorada expedición y la convocatoria tardía a compromisos
interinstitucionales, son signos poco alentadores. La elaboración del documento
comenzó en 2021, se expidió en 2022 y recién, en 2023, poco antes del fin del
actual desgobierno, se lo desempolva para que instituciones nacionales y
organismos internacionales lo apoyen...
Sin anclaje
territorial y poblacional como hasta ahora, el plan no será brújula sanitaria y
pasará al archivo de vacíos para la salud pública de la misma forma que los
publicitados y sucesivos programas de eliminación de la desnutrición infantil
(Terán, 2023)[50]
Finalmente, es bueno referirse a algunos
hechos en plena efervescencia, construidos con participación social autónoma
desde las organizaciones sociales y populares, desde activistas por la salud,
el ambiente y la vida:
Uno de los más notables sin duda,
el triunfo del SI en la consulta popular que refrenda el compromiso del pueblo
ecuatoriano en la defensa del Yasuní y que obliga al Estado a suspender la
explotación petrolera en esa área tan sensible de la Amazonía. No sólo la
decisión popular defiende la inmensa diversidad biológica, sino que se
constituye en un hito en la defensa de los territorios de los pueblos en
aislamiento voluntario. Éste es un tema que compete también a la salud de los
pueblos. Hay sin embargo pretensiones, tanto del gobierno de Guillermo Lasso, como
de otros sectores, de no respetar la voluntad popular.
Desde activistas y organizaciones
sociales se ha sostenido un proceso importante de ocho años (desde el 2015
hasta el 2023) en torno a los congresos por la salud y la vida en resistencia y
permanente (COSAVI-RP), proceso que ha incidido en un debate constructivo y
propositivo (el cuidado en salud, por ejemplo), e incluso en algunos ámbitos concretos
de la salud colectiva desde la participación social autónoma, sin intervención
del Estado ni de los gobiernos, y en ocasiones confrontándolos (participación
en acción de protección contra decreto ejecutivo 645 del 10 de enero de 2023).
El valioso trabajo sostenido por
ReAct Latinoamérica, que tiene su sede en Cuenca, Ecuador. Promueve una
diversidad de iniciativas por fortalecer la salud comunitaria y para enfrentar
un problema tan grave como el abuso de los antibióticos en la medicina, en la
agricultura y la ganadería. Esfuerzos como éste ha logrado que hoy la comunidad
científica mundial y las organizaciones sociales y populares, valoren y
protejan el microbioma humano, animal y de la tierra, frente a los intereses
comerciales de la gran industria farmacéutica y química en general.
Los esfuerzos en torno a las investigaciones
y publicaciones “salud y derechos”. Promovidas por la Plataforma por el Derecho
a la Salud, con el soporte de Lucha Social Mundial - FOS, Fundación Donum y
Bélgica socio para el desarrollo. De hecho, algunas referencias usadas en este
documento proceden de esas fuentes.
Pero en el presente siglo ha
habido también muchos otros hechos significativos, construidos desde la
sociedad civil, dentro de los que mencionamos brevemente algunos de ellos:
·
El gran movimiento de las organizaciones
feministas por la despenalización del aborto, en el marco de derechos sexuales
y derechos reproductivos, que a pesar de los enormes obstáculos logró la
despenalización del aborto por violación (Sentencia de la Corte Constitucional
del 28 de abril de 2021 y aprobación de la Asamblea Nacional el 17 de febrero
de 2022).
·
La despenalización de la homosexualidad se había
logrado con anterioridad, a fines del siglo pasado, teniendo como a uno de sus
líderes fundamentales a Orlando Montoya. El 25 de noviembre de 1997 el Tribunal
Constitucional declaró la inconstitucionalidad del primer inciso del artículo
516 del anterior Código Penal, que penalizaba la homosexualidad.
·
El fortalecimiento de un movimiento agro
ecológico a nivel nacional, que se enfrenta contra los intereses comerciales de
la gran industria de alimentos procesados y ultraprocesados; y que promueve
iniciativas saludables locales con un enfoque de soberanía alimentaria. Tiene
como algunos de los actores más importantes al Colectivo Agroecológico del
Ecuador, Acción Ecológica, Campaña Que Rico es Comer Sano y de Nuestra Tierra y
el Comité de Usuarias y Usuarios del Mercado de Alimentos.
·
En julio del año 2005 se realizó en Cuenca la Segunda
Asamblea Mundial de la Salud de los Pueblos, organizada por el Movimiento Mundial
por la Salud de los Pueblos (MSP). Luego de lo cual se fortaleció el Frente
Nacional por la Salud de los Pueblos del Ecuador (FNSPE).
·
Desde la década de 1990, y con más fuerza en el
presente siglo XXI, se han desarrollado y fortalecido varias organizaciones de
pacientes y usuarios de servicios de salud. Siendo especialmente destacadas las
de familiares de niños y adolescentes, así como las de jóvenes con cáncer; las
de personas viviendo con VIH-SIDA; pero también otras como las de personas con
diabetes, familiares de niños con epilepsia o familiares con problemas de salud
mental.
·
Precisamente en salud mental, es también
relevante la iniciativa denominada “Marcha por la Salud Mental Comunitaria”,
que se ha desarrollado los últimos años, sobre todo en Quito.
En medio de la incertidumbre y el
pesimismo, estos ejemplos de acción social, dan una esperanza para el futuro de
la salud colectiva y ambiental, y aportan al compromiso de la “tribus” (como
gustaba llamarlas Edmundo Granda) por la defensa de derechos.
Con esto, culmina este breve (y
con toda seguridad incompleto) recorrido por la salud pública desde la década
de 1960 hasta la primera parte de la del 2020 que la estamos viviendo.
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[1]
Como el título lo señala, se trata de una mirada de un período importante de la
salud pública ecuatoriana. Sin duda, está mirada puede invisibilizar algunos
eventos y personajes considerados fundamentales; y por supuesto, hay también
sesgos, limitaciones y vacíos.
[2]
Médico salubrista y activista de derechos humanos. Miembro de la Fundación
Salud Ambiente y Desarrollo, FUNSAD; de la Plataforma por la Salud y la Vida
del Ecuador, PSV; y de la Asociación Latinoamericana de Medicina Social,
ALAMES.
[3] El primer Anuario de Estadísticas Vitales de
la República del Ecuador lo publicó la Dirección General de Estadística y
Censos del Ministerio de Economía, en el año 1954 https://www.ecuadorencifras.gob.ec/documentos/web-inec/Poblacion_y_Demografia/Nacimientos_Defunciones/2018/Historia_nacimientos_y_defunciones.pdf
[5] Germán Rodas, Las enfermedades más importantes en Quito y Guayaquil durante los siglos XIX y XX, UASB 2006
[6] Leopoldo
Arcos en “El Condor la Serpiente y el Colibrí”, OPS 2002
[7] Elvira
Merchán, E. Gutiérrez y R. Lazo en “El Condor la Serpiente y el Colibrí”, OPS
2002
[8] José
Suárez, F. Recalde y R. Yépez en “El Condor la Serpiente y el Colibrí”, OPS
2002
[9] Juan
Tanca, L. Cordero, F. Corral y R. Sempértegui en “El Condor la Serpiente y el
Colibrí”, OPS 2002
[10] Paolo
Marangoni en “El Condor la Serpiente y el Colibrí”, OPS 2002
[11] Frank
Weilbauer en “El Condor la Serpiente y el Colibrí”, OPS 2002
[12] Pedro
Barreiro en “El Condor la Serpiente y el Colibrí”, OPS 2002
[13]
En 1942 se había fundado la Federación Médica Ecuatoriana, pero con un franco
predominio de los médicos hombres. Las mujeres médicas se sentían excluidas.
[14] Elisa
Calero, “La mujer en la medicina: la sociedad y la misoginia”, 2023 (no
publicado)
[15] Proyecto
que más tarde derivó en la creación del Centro Médico de Orientación y
Planificación Familiar, CEMOPLAF y otras organizaciones que fueron el germen de
la lucha por derechos sexuales y derechos reproductivos.
[16] La
tribu rebelde: el feminismo ecuatoriano en la salud pública, H. Noboa, 2021 https://lalineadefuego.info/la-tribu-rebelde-el-feminismo-ecuatoriano-en-la-salud-publica/
[17]
En la 27ª Asamblea Mundial de la Salud, de mayo de 1974, se crea el PAI. “A
partir de 1977, por Resolución (CD25.R27) del Consejo Directivo de la
Organización Panamericana de la Salud (OPS), se impulsa la implementación del
PAI en los países de las Américas y se establece la vacunación y la vigilancia
epidemiológica de las Enfermedades Prevenibles por Vacunación (EPV) como
estrategias fundamentales” (MSP, SENPLADES, OPS/OMS, 2017).
[18]
El Código de la Salud (1971) estableció la obligatoriedad de un año de trabajo
rural para los egresados de las escuelas de medicina, odontología, obstetricia
y enfermería para hacer efectivo el Plan de Medicina Rural aprobado en 1968
(Aguilar, 2018)
[19] José
Suárez y otros, MSP/ININMS 1982
[21] El texto original en inglés “reflects and evolves from the economic conditions and sociocultural and political characteristics of the country and its communities and is based on the application of the relevant results of social, biomedical and health services research and public health experience”
[22]
Fernando Sacoto, en “la equidad en la mira” (OPS, 2007)
[23]
Las primeras investigaciones de Fierro, Márquez, Estrella, Yépez, Breilh,
Granda, Campaña, Betancourt, Barreto, Suárez y otros.
[24]
Que tuvieron su antecedente en el Servicio de Sanidad Militar (Rodas, segundo
gobierno de Alfaro 1906-1911), la Ley de Pensiones de las Fuerzas Armadas
(1939) y la Caja Militar (1957).
[25] Rodrigo
Fierro Benitez, Ignacio Ramirez, Eduardo Estrella, César Hermida, Carlos
Jaramillo, Julio Urresta, José Suárez, Prevención del cretinismo y otros
defectos asociados al bocio endémico mediante aceite yodado, Revista
Ecuatoriana de Medicina y Ciencias Biológicas: Vol. 8 Núm. 3-4: septiembre 1970
[26]
Edmundo Granda, “Escuela de Salud Pública, un espacio para la lucha y la salud”
(Quito, 1991), en Edmundo Granda, La Salud y la Vida, volumen I, 2009.
[27] Acta
de Ouro Preto. Constitución de la Asociación Latinoamericana de Medicina Social
(1984) https://www.medicinasocial.info/index.php/medicinasocial/article/view/380/748
[28] En
Edmundo Granda, La salud y la vida, volumen 1, 2009.
[29] Rev
Panam Salud Publica/Pan Am J Public Health 12(3), 2002
[30]
Según la publicación Salud en las Américas 1998 de OPS/OMS, volumen I, La
Epidemia de cólera produjo en el Ecuador entre 1991 y 1996, antes del rebrote
de 1998, un total de 90.041 casos registrados y 1.028 defunciones
[31] Ver por ejemplo, “Mass Administration of Ivermectin for the Elimination of Onchocerciasis Significantlye Reduced and Maintained Low the Prevalence of Strongyloides stercoralis in Esmeraldas, Ecuador” Mariella Anselmi, Dora Buonfrate, Angel Guevara Espinoza, Rosanna Prandi, Monica Marquez, Maria Gobbo, Antonio Montresor, Marco Albonico, Marcia Racines Orbe, Juan Martin Moreira, Zeno Bisoffi. PLOS Neglected Tropical Diseases | DOI:10.1371/journal.pntd.0004150 November 5, 2015 https://journals.plos.org/plosntds/article?id=10.1371/journal.pntd.0004150
[32] https://www.paho.org/es/noticias/29-9-2014-opsoms-centro-carter-felicitan-ecuador-por-lograr-eliminacion-oncocercosis#:~:text=Ecuador%20es%20uno%20de%20los,las%20Am%C3%A9ricas%20es%20la%20OPS.
[33]
Basadas en las resoluciones de la Conferencia Mundial sobre Población y
Desarrollo de El Cairo 1994 y la Conferencia Mundial sobre la Mujer de Beijing
1995
[35]
HCI, Investigación operativa: el rol de los-as usuarios-as organizados-as en la
mejora de la atención de salud en el ecuador, 2011 (p. 35y36)
[36]
Para el año 2018, la OPS/OMS estimó el gasto en salud en el Ecuador en el 30,5%
del gasto total en salud https://opendata.paho.org/es/indicadores-basicos/tablero-de-los-indicadores-basicos.
Pero hay otras estimaciones mayores y ello aumentó con la pandemia de Covid-19
y luego de ella.
[37] https://www.finanzas.gob.ec/fmi-aprueba-usd-700-millones-para-ecuador-al-concluir-con-exito-programa-conjunto/
“El programa SAF fue suscrito con el FMI el 30 de septiembre de 2020, con una
duración de 27 meses y respaldo financiero por un total de USD 6.500 millones” https://www.dw.com/es/ecuador-acuerda-un-cr%C3%A9dito-de-6000-millones-de-d%C3%B3lares-con-el-fmi/a-59127592
“que se destinarán al plan de vacunación, a erradicar el hambre y los bonos
sociales”
[38] FMI
aprueba crédito urgente para Ecuador de 643 mln dlr por emergencia sanitaria https://www.reuters.com/article/economia-ecuador-deuda-fmi-idLTAKBN22E01X
[42]
Publicado en Diario El Comercio del 27 de marzo de 2006 y por algunos medios
alternativos como https://www.movimientos.org/es/noalca/show_text.php3%3Fkey%3D6800
[43] https://www.asambleanacional.gob.ec/es/noticia/68817-codigo-de-salud-fue-vetado-en-su-totalidad-por-el#:~:text=La%20ma%C3%B1ana%20de%20este%20viernes,el%2025%20de%20agosto%20pasado.
[44]
Ciclo político de la economía es un término usado por el economista Pablo
Dávalos Aguilar para definir “la presencia de un gobierno que utiliza los
recursos fiscales que provienen de la renta petrolera para legitimarse política
y electoralmente (…). En el ciclo político de la economía, las decisiones se
adoptan en función de crear un ambiente propicio para ganar las elecciones del
partido político que ostenta el poder, desdeñando o minimizando las
consecuencias macroeconómicas que pudiesen provocarse en el futuro” (Dávalos,
2016).
[46]
CEPAL, Mortalidad por COVID-19 y las desigualdades por nivel socioeconómico y
por territorio, 22 de noviembre de 2021. https://www.cepal.org/es/enfoques/mortalidad-covid-19-desigualdades-nivel-socioeconomico-territorio
[47] ¿El
club de los privilegiados? Nuevo escándalo por una 'vacunación VIP' contra el
covid-19 en Ecuador. RT 16 de marzo 2021. https://actualidad.rt.com/actualidad/386599-ecuador-vacunacion-vip-club-rotario-guayas
[48] https://publicservices.international/resources/publications/isp-alerta-sobre-privatizacin-de-la-seguridad-social-en-ecuador?id=12734&lang=es
[49]
Ver notas en los medios a inicios de julio 2023, como ésta del diario El
Universo https://www.eluniverso.com/noticias/economia/comision-para-reformar-pensiones-del-iess-propone-mantener-edad-minima-de-jubilacion-en-60-pero-subir-a-35-los-anos-de-aportacion-nota/
[50]
Carlos Terán Puente, Plan decenal de salud, entre la desesperanza y el próximo
gobierno. Ediciónmédica, 15 de agosto de 2023. https://www.edicionmedica.ec/opinion/plan-decenal-de-salud-entre-la-desesperanza-y-el-proximo-gobierno-2180
Buen dia Hugo. Te saluda María de Lourdes Larrea, del Área de Salud de la Universidad Andina. Felicitaciones por la ponencia. Una mirada certera, crítica e integral de nuestro sistema de salud. El texto viene perfecto para varias investigaciones en curso en nuestros programas. Me permito consultarte si cuentas con una versión en documento (por ejemplo pdf) o publicado para consulta, y referenciarlo, con tu permiso por su puesto.
ResponderEliminarSaludos
marial.larrea@uasb.edu.ec