8 DE MARZO, LAS FLORES SI
VALEN…
Muchas compañeras mujeres dicen con
fuerza que el 8 de marzo no es precisamente un día para regalar flores. Y
tienen razón. La comercialización del día de la mujer mueve el mercado
internacional de las flores con mayor intensidad antes del 8 de marzo de cada
año.
Dicen que Rusia es el país que
más flores importa para el 8 de marzo. Y ello puede tener relación con el hecho
simbólico de que dentro de los varios antecedentes del día internacional de la
mujer a fines del siglo XIX y principios del XX, en Rusia se celebró por
primera vez el “día de la mujer trabajadora” o el “día de la mujer comunista”
el 8 de marzo (en su equivalente al calendario occidental), esa celebración
ocurrió durante la primera guerra mundial, y fueron las mujeres las que
lograron que Rusia no siga participando en esa guerra, los soldados, compañeros,
hijos y hermanos de esas mujeres… regresaron.
Sin embargo, si es posible pensar
en flores, justamente en el día de la mujer. Los claveles y los girasoles son
dos de esas flores, y no sólo por su belleza sino por su simbología marcada por
mujeres que quisieron transformar el mundo.
Los claveles, calmaron la furia
de los cañones, de manos de mujeres, en diversas partes del mundo.
“La mañana del 25 de abril de
1974, cuando Celeste Caeiro -trabajadora de un café de Lisboa- despertó, nada
le hacía presagiar que su país no solo estaba a punto de cerrar un capítulo de
su historia, sino que, sin querer, acabaría formando parte de ella. Fruto de la
casualidad tuvo un gesto, el de ofrecer una flor, que sin pretenderlo dio
nombre al levantamiento militar que puso fin al régimen dictatorial en
Portugal: la Revolución de los Claveles.
Años más tarde, Celeste, recordaba el momento: ‘El soldado me pidió un cigarro y no tenía. Me dio pena y le di un clavel pensando que no iba a aceptarlo, y lo puso en el cañón de la escopeta’, relata con la voz entrecortada por la emoción.” Luego, ella misma y muchas otras mujeres, replicaron masivamente el gesto.
1974, Celeste Caeiro pone un clavel en
el cañón del fusil de un soldado, durante la “Revolución de los Claveles” en
Portugal.
Pero los girasoles, son flores aún más fuertes. Al decir de Haydée Santamaría, son flores revolucionarias,
proletarias, como nos recuerda su hija Celia Hart Santamaría en este viejo
texto suyo, que siempre es bueno traerlo nuevamente en días especiales como
éste: “Las lecciones del girasol” (https://www.voltairenet.org/article133269.html).
Pero quizá hay otras flores más
cercanas a los Andes, que nos evocan también las luchas de las mujeres y de los
pueblos. Como la flor de retama, inmortalizada en ese huayno ayacuchano
tradicional compuesto por Ricardo Dolorier, cuyas interpretaciones más conocidas
son las de Martina Portocarrero (https://www.youtube.com/watch?v=ax9DBUeFcEg).
O la flor de chuquirawa, que es
la flor de los páramos andinos, la flor que acompaña a quienes escalan las
altas montañas de los Andes y que acompañan en sus jornadas de trabajo a los
pueblos indígenas en las alturas. Y es también una flor que sana. Tiene tantas
arrugas como el rostro de mama Dolores Cacuango, curtidas ambas por el viento,
las aguas, la tierra y la lucha por sobrevivir.
En el año 2007, Patricio Vallejo
Aristizábal estrenó su obra de teatro “La Flor de la Chukirawa”, que rinde
homenaje a esta flor andina, a esta flor con rostro y coraje de mujer indígena.
(https://www.youtube.com/watch?v=asPt_ZD9Exs)
Seguramente hay muchas otras
flores a lo largo y ancho del mundo, que son símbolos de las luchas de las mujeres
y de los pueblos.
HNC, 8 marzo 2024
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