11 de septiembre de 1973, un
martes. Habíamos terminado hace poco el primer año de Medicina y nos
disponíamos a entrar al temible segundo año, donde la anatomía ponía a prueba
la vocación.
A las primeras horas de la mañana
comenzamos a enterarnos, por las noticias en las radioemisoras, que algo grave
estaba sucediendo en Chile. No se conocía al inicio el alcance de los hechos.
En Santiago de Chile, a las 07h30
(Ecuador 06h30) el presidente Salvador Allende había llegado al palacio de La
Moneda, intentaba dialogar con los comandantes de los militares insurrectos. En
la madrugada habían ingresado barcos de la Armada a Valparaíso, militares
ocupaban edificios públicos.
A las 08h30 (hora de Chile),
mientras ya allanaban y bombardeaban locales de la Unidad Popular y
organizaciones sindicales y políticas afines, los comandantes golpistas
(Pinochet, Leigh, Merino y Mendoza) emitieron su primer comunicado exigiendo la
renuncia de Salvador Allende y expresando su deseo de “liberar a Chile del yugo
marxista”.
En respuesta, Allende se mantuvo
firme y se pronunció por diferentes emisoras, la última vez por radio
Magallanes a las 09h00, recalcando su disposición a morir en defensa de la
Patria, la democracia y el pueblo chileno.
A las 11h50 inició el bombardeo aéreo
a La Moneda, los tanques de los golpistas habían cerrado el cerco al palacio de
gobierno. Allende y sus colaboradores más cercanos que no aceptaron el pedido del
presidente de retirarse, resistieron hasta las 13h00. Más tarde se supo de la
muerte de Allende.
Mientras tanto, la junta militar,
con el apoyo y venia de los Estados Unidos de Norteamérica y del presidente
Nixon, tomó el poder del Ejecutivo y del Judicial, disolvió el Congreso. Inició
así la larga noche violenta de la dictadura de Pinochet.
En el Ecuador, las noticias
llegaban con retraso. En la tarde se vieron por televisión las primeras
imágenes del bombardeo a La Moneda.
No nos sentíamos tranquilos en
casa. Al final de la tarde me dirigí a la Universidad Central, a la Plaza
Indoamérica, principal lugar de encuentro de las movilizaciones sociales en
Quito. Cuando llegué, ya había allí centenares de personas comentando los
trágicos sucesos, lanzando las primeras consignas de protesta contra la
dictadura militar chilena y dando loas a Allende.
Como si hubiéramos
conversado, allí nos encontramos con compañeros de la facultad y ex compañeros mejías.
Las puertas del Teatro
Universitario se abrieron y se improvisó una asamblea en la que los oradores
analizaban la situación. Se hablaba de lo que se pudo haber hecho para evitar
el golpe, que ya se veía venir desde hace algunos meses, cuando era evidente la
presencia de la CIA coordinando acciones desestabilizadoras con los líderes de
los momios chilenos, que sacaban sus huestes fascistas armadas a las calles y
boicoteaban procesos fundamentales, como el transporte, con el paro de
camioneros controlados por los empresarios.
En el Teatro Universitario de la Central,
la asamblea y las palabras no bastaban. Decidimos, impotentes, salir a las
calles en manifestación.
Entonces teníamos pocas imágenes
y referencias de las organizaciones políticas y sindicales de izquierda, que
resistían el embate de la derecha. Como la de los jóvenes del MIR chileno que
exigían que el gobierno entregue armas al pueblo para la defensa, con su
consigna: “MIR, MIR, pueblo, conciencia, fusil”, dirigidos por sus líderes, los
médicos y revolucionarios Miguel Enríquez y Bautista van Schouwen, caídos ambos
en la resistencia a la dictadura.
Un sentimiento de desesperanza
nos inundó en el Ecuador, como seguramente en toda Latinoamérica. Había sido
defenestrada, con un criminal golpe de estado, la primera experiencia en
Latinoamérica de construir una revolución a partir de un proceso electoral
ganado con las mismas reglas de la democracia burguesa.
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Mañana lunes 11 de septiembre de
2023, se cumplen 50 años del nefasto golpe de los gorilas chilenos. En uno de
los actos que se desarrollarán en Chile, éste convocado de manera oficial en
los alrededores del palacio de La Moneda por el gobierno de Boric, habrá
mandatarios invitados, como López Obrador de México, Fernández de Argentina y
Petro de Colombia, junto a otros personajes. En el acto, que será político y
artístico, Mon Laferte cantará “Manifiesto” de Víctor Jara (quien fuera ejecutado
por la dictadura en el estadio Nacional el 16 de septiembre de 1973).
Manifiesto es quizá la canción
más emblemática de Jara, compuesta pocos meses antes del golpe y de su muerte,
habla de la razón de ser de un músico, de un artista comprometido con las
luchas de su pueblo. Un segmento de Manifiesto:
…mi canto es de los andamios
para alcanzar las estrellas,
que el canto tiene sentido
cuando palpita en las venas
del que morirá cantando
las verdades verdaderas…
En este link, algunas versiones de Manifiesto de Víctor Jara,
interpretadas por diversos artistas https://open.spotify.com/playlist/5ywQuCD3Jps74ighDrQdsw
hnc / 10 sep 2023
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