DROGAS SINTÉTICAS, LSD, LA CIA Y UNA HISTORIA OLVIDADA

En el fuerte discurso del presidente colombiano Gustavo Petro en la sede de Naciones Unidas en septiembre de 2022 se refirió fundamentalmente a la crisis ambiental y la destrucción de la Amazonía por la explotación de los recursos naturales, en lo que hay una clara responsabilidad de los países más “desarrollados”; pero también Petro habló del fracaso y consecuencias de la guerra contra las drogas, que han sido especialmente graves para un país como Colombia estigmatizado por el narcotráfico. Interpeló de esa manera las políticas globales que justifican cualquier medio para favorecer la gran acumulación de capital y llamó a establecer un nuevo orden mundial, más solidario.

Hoy por hoy, uno de los problemas más graves en el campo del tráfico y consumo de drogas, es el de las sintéticas, que provocan devastadoras consecuencias sanitarias y sociales. Personas que recientemente han visitado la hermosa ciudad de San Francisco, en California, cuentan que una gran parte de la ciudad se ha convertido en un submundo de zombis, jóvenes y adultos que deambulan por las calles en unas condiciones calamitosas, con el sólo objeto de conseguir un poco de droga; la escena se repite a lo largo del planeta, en diferentes ciudades, y es un signo del fracaso de la lucha contra las drogas, y en general de las miserias de la sociedad.

La marihuana y la cocaína, que tradicionalmente han sido las drogas involucradas en el tráfico desde países latinoamericanos hacia Estados Unidos de Norteamérica, no son el único problema.

Sobre la marihuana, hay un dinámico proceso mundial para legalizar su uso terapéutico e incluso el consumo recreacional; lo que, sin embargo, no deja de tener graves consecuencias sanitarias, sobre todo en población joven, como lo señala el último Informe Mundial sobre las Drogas 2022 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). Según el mismo informe, en el año 2020 y a pesar de la pandemia de Covid-19 se alcanzó cifras récords de producción de cocaína en el mundo (1,982 toneladas conocidas) y de su incautación (1,424 toneladas); en el 2021 el 90% de cocaína incautada fue de tráfico en contenedores por vía marítima y ya no sólo tenían como destino Norteamérica y Europa, sino otras regiones como África y Asia.

Pero también en los últimos años aparece en gran escala el tráfico de metanfetamina, cuyo volumen de incautación se quintuplicó entre 2010 y 2020. Norteamérica y el Sureste del Asia son los destinos principales del comercio de metanfetamina. El narcotráfico se diversifica.

El lavado de dinero proveniente del narcotráfico y de otras prácticas ilegales, la inyección de capital de esas fuentes, son fundamentales para mantener la salud de la economía capitalista.

Un mapa mundial permite ver diferentes tipos de consumo. En África y en América Latina sigue siendo importante el impacto del cannabis, incluyendo los daños a la salud asociados a su consumo. Los opiáceos fundamentalmente se concentran en Europa del Este, en el sureste y centro de Asia.

“En Estados Unidos y Canadá, las muertes por sobredosis, provocadas principalmente por la epidemia del uso no médico del fentanilo, siguen batiendo récords. Las estimaciones preliminares en Estados Unidos apuntan a más de 107.000  muertes por sobredosis en 2021 (casi el doble de los soldados norteamericanos muertos en la guerra de Vietnam en una década), frente a unas 92.000 en 2020.” (UNODC)

La producción de drogas sintéticas, que generalmente requiere de menos infraestructura, aprovecha zonas en conflicto, zonas de guerra. Incluso su tráfico es utilizado para financiar armamentos.

Las nuevas sustancias psicoactivas (NSP) y opioides sintéticos, son reconocidos por las NNUU como un grave problema emergente. Aparentemente su producción con mucha diversidad y su consumo se concentra por ahora sobre todo en Norteamérica y Europa (con más de 300 sustancias diversas reportadas), pero también en Asia Central, Rusia y China. En América Latina el problema mayor está en Argentina y Chile (con reporte de entre 50 y 100 nuevas sustancias). Pero ello puede también tener relación con la capacidad de registrar los eventos.


Era de esperarse que, con el desarrollo tecnológico, las drogas sintéticas y semi-sintéticas ocupen cada vez un lugar más importante en el mundo, tanto en la producción como en el tráfico y consumo. Sin embargo, nadie podía prever sus graves consecuencias en la salud y la vida de amplios sectores de la población. La cantidad de muertes por sobredosis de fentanilo es sólo la punta del iceberg. Y el problema no es sólo con los opioides sintéticos, nuevas drogas sintéticas entran cada año a formar parte del trágico arsenal.

La UNODC hace un análisis del panorama de América Latina y el Caribe en el año 2021 y destaca:

“• El fentanilo y sus análogos se han convertido en un problema de tráfico en América Central y partes del Caribe

• Envíos de éxtasis desde Europa detectados en el correo con más frecuencia por más países, frecuentemente con altas dosis de MDMA por pastilla (¡papel del SAT!)

• Fabricación de éxtasis, posiblemente con Helional como precursor, en Brasil

• Localizado incremento de la adulteración de drogas durante la COVID 19

• Popularidad nueva/renovada de los productos 2 C B tusi que a menudo contienen NSP (compuestos 2 C, ketamina) mientras que los compuestos NBOMe son reportados por menos países

• Participación de los carteles mexicanos en Europa y el sur de Asia en el tráfico de cocaína y metanfetamina ¿papel de Brasil?”

(http://www.cicad.oas.org/oid/Docs%20de%20eventos/02.14.2021%20SATS%20in%20DR/UNODC%20Resumen%20Global%20NSP_ESP.pdf)

Pero hay una historia emblemática aunque hoy olvidada en torno a las drogas sintéticas y semi-sintéticas, la del LSD (dietilamida de ácido lisérgico), en alemán lyserg-säure-diäthylamid, lo que dio origen a sus siglas; popularmente conocido simplemente como “ácido”.

El LSD fue sintetizado por primera vez por Albert Hofmann en Suiza en 1938 a partir de la ergotamina, en los laboratorios Sandoz de Basilea. Su investigación se suspendió cuando se desestimó sus posibles usos terapeúticos. Sin embargo, más tarde en las décadas de 1950 y 1960 fue usado en Estados Unidos de Norteamérica para psicoanálisis, para la “rehabilitación” de personas con alcoholismo​ y como analgésico para enfermos terminales de cáncer.

En 1956, el psiquiatra estadounidense Humphry Osmond utilizó el LSD como psicolítico, para “derribar barreras psíquicas” de pacientes. Fue él quien acuñó el término psicodélico («que manifiesta el espíritu») para este tipo de drogas.

Sin embargo, la historia del LSD alcanza un nivel impensado con dos hechos: la participación de la CIA y la de un personaje polémico, Timothy Leary.

En 1966, Leary estableció la Liga para el Descubrimiento Espiritual, a la que elevó a status de religión, con el LSD como su sacramento. Ya ilegalizado el LSD y abandonada su producción por parte de Sandoz, el barrio de Haight-Ashbury, en San Francisco, fue el corazón del movimiento psicodélico que utilizó profusamente esta droga. De allí se expandió a varios círculos juveniles, incluyendo universidades norteamericanas y poblaciones jóvenes en todo el mundo; a Latinoamérica llegó en la década de 1970.

Luego de su ilegalización, la CIA y el ejército norteamericano continuaron experimentando en seres humanos con LSD, junto con otras drogas sintéticas y electrochoque.

El historiador Tom Oneill cuenta a BBC Reel (https://www.bbc.com/mundo/noticias-61073340), como la CIA, junto al ejército norteamericano, organizaron un programa experimental secreto con seres humanos en centros de Estados Unidos y Canadá, para tratar de controlar las mentes humanas.

El psiquiatra Harvey M. Weinstein, autor del libro "Padre, hijo y la CIA" (https://www.goodreads.com/book/show/103135.Father_Son_and_CIA), cuenta que cuando era niño, vio con horror cómo su padre se hundía cada vez más en la depresión y la enfermedad mental. Años más tarde, después de convertirse él mismo en psiquiatra, Weinstein se horrorizó aún más al saber que el tratamiento de su padre en el prestigioso Allan Memorial Institute de Montreal constituía un régimen salvaje de terapias de drogas, shock y control mental. "La idea era tratar de descubrir cómo interrogar a las personas y debilitarlas, y también cómo proteger a su personal (militar) de esas técnicas" señala Weinstein.

Aparentemente, la motivación y justificación para este terrible experimento de la CIA, que llevó el nombre clave de “MK-Ultra”, fue el constatar como algunos de los soldados norteamericanos luego de combatir en Corea regresaron a casa defendiendo la causa comunista. Pensaron, aterrados, que la Unión Soviética y la China estaban utilizando técnicas de control mental; por lo que decidieron optar por descubrir la forma de hacerlo.

"Establecieron lo que llamaban casas de seguridad, donde llevaban a hombres a los que, sin advertirles, les daban LSD para que los científicos de la CIA pudieran estudiarlos, generalmente detrás de un espejo bidireccional". (Oneill)

Otra práctica común era organizar y observar fiestas inducidas por LSD con música en vivo. Esas fiestas se llamaban "pruebas de ácido" y la cultura que surgió de ellas jugó un papel clave en el desarrollo de los movimientos hippies y psicodélicos unos años más tarde. Muchos piensan que Timothy Leary, para entonces profesor universitario que experimentaba con LSD con sus alumnos, y que fuera líder del movimiento psicodélico en USA, fue un instrumento (aunque no por voluntad propia) de la CIA para expandir el uso del LSD y otras drogas entre una comunidad de estudiantes universitarios que habían demostrado su descontento con la guerra de Corea y más tarde la de Vietnam.

Algunos de los experimentos más nocivos del MK-Ultra ocurrieron en el Allan Memorial Institute en Montreal, un hospital psiquiátrico de Canadá, donde las mentes de un número aún desconocido de pacientes fueron sistemáticamente destruidas.

El hospital, conocido como "el Allan", estaba bajo la dirección del escocés-estadounidense Donald Ewen Cameron, quien era considerado como uno de los psiquiatras más eminentes del mundo. En realidad, uno de los hombres más siniestros, al estilo de algunos criminales nazis.

Timothy Leary (1920-1996) fue un gran personaje de la cultura pop norteamericana, muy ligado al LSD. Psicólogo, escritor prolífico y apasionado por las drogas, a las que llamaba “extáticas”, vehículos de búsquedas espirituales. No sólo defendía los beneficios terapéuticos, sino espirituales del uso del LSD, la psilocibina y el DMT, conduciendo los primeros estudios formales en la Universidad de Harvard.

Una de sus primeras experiencias psicodélicas fue en México en 1957 con el consumo de hongos del género Psilocybe. Luego de ello señaló Leary “La experiencia psicodélica es un viaje a nuevas esferas de la conciencia… la droga no produce la experiencia trascendente, meramente actúa como una llave química que abre la mente, libera el sistema nervioso de sus patrones ordinarios y estructuras”.

Pronto se convirtió en un referente y una especie de gurú para una juventud en la que crecía el consumo de drogas, incluyendo el LSD. A principios de 1967, Leary hizo una gira por algunas universidades presentando una interpretación multimedia llamada “La Muerte de la Mente”, con el fin de representar la experiencia con LSD. El Gobierno y la CIA, entonces lo permitieron.

En enero de 1967, Leary pronunció un discurso ante la Human Be-In, un grupo de 30 000 hippies en Golden Gate Park, San Francisco, donde dijo su famosa frase “Turn on, tune in, drop out” (enciende, sintoniza, abandona), que contribuyó a la contracultura hippie y amplió el halo romántico y espiritual alrededor de las drogas.

En colaboración con el escritor Brian Barritt, Leary formuló su “circuito modelo de conciencia”, donde dicen que la mente humana consiste en siete circuitos que, cuando son activados, producen siete niveles de conciencia (publicado por primera vez como un ensayo titulado, Las Siete Lenguas de Dios). Aunque más tarde añadieron un octavo circuito.

Los problemas con la ley no fueron pocos para Timothy Leary. Varias veces estuvo preso o exiliado desde 1965; en alguna ocasión estuvo en la celda contigua a la de Charles Manson. El expresidente Richard Nixon llegó a llamarlo “el hombre más peligroso de Norteamérica”. Sin embargo, nunca se sabrá que tanto la CIA estuvo tras el proceso masivo desencadenado por Leary, o fue permisivo con ello; siempre será preferible para el gran capital y para el imperio una juventud sumida en las drogas, aletargada, aunque sea la propia juventud norteamericana, sus hijos; antes que una juventud rebelde comprometida con transformaciones sociales.

Dentro de su búsqueda espiritual, Leary trató también en algún momento de tener acercamientos a organizaciones como Panteras Negras; pero esos acercamientos no fructificaron, pues más bien tenían una intencionalidad de buscar protección. Tal vez uno de sus acercamientos más importantes (también polémico), fue con John Lennon y Yoco Ono; Lennon compuso en 1969 para su compaña por la gobernación de California, en la que Leary compitió con Ronald Reagan, la canción “Come Together”.

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