2. Por un inusitado camino

(1985)

33 AÑOS DESPUÉS

  

Espera ansiosa y pausada a la vez, han pasado largos minutos y no llega el encuentro, ¿cuál será el signo que anuncia el anhelado momento?

Reflexiona y duda también, la duda ya tuvo su tiempo, pero es siempre recurrente, es humana.

De pronto, todo se precipita como una catarata, caminan, se mueven, recibe consejos, se descuadra, la luz se acaba… Pero se siente seguro aunque esté indefenso y aunque continúe así durante no sabe qué tiempo.

Sigue movilizado sin moverse, es que está subsumido, recogido en un rincón, desorientado, más en el espacio que en las ideas. Sin embargo cree o quiere intuir dónde está. ¡Maldita costumbre la de no dejarse llevar con el espíritu libre! ¡Maldita costumbre la de necesitar anclaje para pensar!

Llegan al fin. Pero piensa que en realidad nunca este viaje terminará, se trata solo de una pausa. Sonidos espasmódicos retumban y le atraviesan, siente amenazas, pero no teme.

Otra vez puede ver, tenuemente. Pero antes de contactar la realidad con las pupilas, lo ha hecho con el olfato que huele a moho y con el cuerpo que toca ráfagas de frío. Le espeluznan algunas frases porque no ha sido ajeno a la hipocresía ni a la vanidad, ¿y quién podrá decir que lo ha sido? Quizás por ello, le invade más la fuerza de las palabras que los símbolos óseos de la muerte, más que la austeridad que viste su cuerpo y le rodea.

Enceguece otra vez y al tocar las puertas, aún antes de que la luz retorne definitivamente, despierta con voces imponentes y espadas en el pecho, en una fusión de tiempos y culturas. ¡Varios siglos y varios pueblos se han reunido en un momento! Saborea lo dulce y lo amargo de esa dramática fusión.

Las voces y las aseveraciones añejas y frescas de un venerable anciano en el camino, le hacen pensar que no es más él, que se trata de otro ser y de otro mundo; que los caminos recorridos, desde el más áspero hasta el más placentero y musical, son caminos colectivos que buscan y aún no encuentran… la plenitud, que solo puede ser tal si es universal y, en cuya búsqueda, uno ya no es más ser solitario.

La sensación de que está en un mundo extraño se derrumba cuando recupera todos los sentidos. Es de nuevo él y está en su chacra. Es humano, con pocas virtudes y muchos envilecimientos, con la alegría de vivir y de morir, con la alegría de la esperanza.

Más tarde, en la resaca, piensa:

<Al fin tengo eso que llaman Fe. O, al fin reconozco que siempre la he tenido… ¿o no?... Sigo dudando.>

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