DUELE VENEZUELA


Resulta difícil desde lejos y con prejuicios, defender a Maduro. No así al proceso de transformación que inició en Venezuela de la mano de Hugo Chávez, cuya muerte temprana quebró las posibilidades de un rumbo más coherente. De todos los procesos progresistas de Latinoamérica en el presente siglo, el que más se acercó a un ideal socialista, fue la revolución bolivariana en Venezuela, muy sólida mientras Chávez vivió.

A más de la falta de porte político de Maduro para ser el estadista “correcto” que se requería para la continuidad del proceso iniciado por Chávez (después de todo Nicolás Maduro sólo fue un camionero antes de asumir la presidencia, un hombre del pueblo en el que Chávez confió antes que hacerlo en un intelectual); lo más grave ha sido, que la derecha, no sólo la venezolana, sino americana y mundial, no cesó nunca de atentar contra los gobiernos legítimos venezolanos del último cuarto de siglo.

Lo intentaron con todo. Con un golpe de Estado dirigido por lo que quedaba de la cúpula militar reaccionaria, formada en la Escuela de las Américas, escuela norteamericana de tortura y golpismo. Con un criminal bloqueo económico que incluyó la usurpación del oro y los activos petroleros de Venezuela en bancos internacionales, lo que contribuyó al empobrecimiento del pueblo venezolano y su masiva emigración; a lo que se sumaron varios sabotajes. Tratando de implantar a un títere presidente paralelo, Juan Gauidó, sostenido con una millonaria inversión empresarial y las acciones vergonzosas de la OEA y su lacayo Luis Almagro. Por último, con una nefasta Corina Machado pidiendo descaradamente la invasión de los marines norteamericanos a Venezuela (al estilo de lo que antes ocurrió en República Dominicana, Grenada y Panamá), lo que fue uno de los causales para su invalidación como candidata para cargos públicos.

Es decir, la misma estratagema que cincuenta años atrás utilizaron la CIA, los momios y los gorilas chilenos en contra del gobierno democrático y constitucional de Salvador Allende. Lo único que varía hoy es la modernización de algunas intervenciones golpistas y la nueva correlación de fuerzas económicas a nivel mundial (Rusia y China ya han reconocido al gobierno electo de Maduro).

El último proceso electoral venezolano llegó afectado desde un inicio. Tanto por las imprudencias del gobierno de Maduro y del Consejo Nacional Electoral, que han facilitado el cuestionamiento de la transparencia. Como por la narrativa y trampas que desde meses atrás montó la oposición ultraderechista de Machado, con las que quería convencer de antemano al pueblo venezolano y a la opinión internacional, de que su candidato de facha, Edmundo González, era ya el ganador. En esas condiciones, se creó el clima de violencia que querían y le conviene a la oposición más reaccionaria; han desatado su frustración contra las estatuas de Hugo Chávez (el mismo patrón usado en la invasión gringa a Iraq), pero también y lo que es más grave, esta violencia cobra ya varias vidas.

Hoy, los ojos del mundo están sobre Venezuela. El sionismo y el fascismo internacional, quieren que así ocurra, para que la comunidad internacional minimice el genocidio en Gaza, mire para otro lado. Se trata también de una estrategia de comunicación bien estructurada. Tal como en la década de 1960 se hizo contra la naciente revolución cubana, con la “Alianza para el Progreso” y la demonización de Fidel Castro y otros dirigentes. O como a inicios de la década de 1970 se hizo contra el gobierno de la Unidad Popular en Chile, levantando el terror contra el comunismo, a la vez que los cimientos para las dictaduras sangrientas del Cono Sur.

En este momento no se sabe cuál es el futuro inmediato en Venezuela. La violencia y vandalismo desatados por la derecha, afectan a amplios rincones del país. ¿Sobrevive el gobierno de Maduro a estos avatares o se impone el golpe que pretenden la CIA y la oligarquía venezolana?, aquellos que no han podido llegar a acuerdos económicos con el gobierno, como si lo hizo un importante sector empresarial de la FEDECÁMARAS.

En este marco, es entendible que los gobiernos y líderes ultraderechistas de América Latina se sumen al coro golpista. No es de sorprenderse que quien lidere ese discurso intervencionista sea Milei, secundado por otros personajes nefastos, como la usurpadora de la presidencia en el Perú, Dina Boluarte, o el niño Rambo de cartón del Ecuador, aquel que misteriosamente pasó a la segunda vuelta de las presidenciales luego del asesinato de Fernando Villavicencio.

Pero si sorprende que se hayan pronunciado casi en la misma tónica los presidentes o gobiernos de Chile, Brasil y Colombia, que se supone son de izquierda o al menos progresistas, ¡que decepción! Tratan de utilizar un lenguaje políticamente correcto (¿para quién?), pero en la práctica avalan el proyecto de la CIA. Lo mas prudente hubiera sido su silencio, dejando que sea el pueblo venezolano el que resuelva este conflicto, de por si bastante grave; pero no, con sus declaraciones echan más gasolina a un ambiente muy caldeado, irresponsablemente avivan desde afuera una posible guerra civil, que sería un desastre para el ya sufrido hermano pueblo venezolano.

Todos podemos opinar. Pero, el espíritu de las Naciones Unidas y de cualquier organismo multinacional, debería ser el tratar de proteger los derechos de la población afectada, especialmente de aquella que se encuentra en condiciones más vulnerables. Más no tratar de imponer desde gobiernos extranjeros u organismos internacionales modelos de procesos políticos internos, eso es intervencionismo y desprecio a la soberanía de los países y los pueblos. Puede que no simpaticemos con Maduro y el proceso venezolano, pero dejemos que los venezolanos resuelvan los problemas de Venezuela.

Se nos puede ocurrir, mirando desde lejos, que lo más viable sería la repetición del proceso electoral, para zanjar esta grave situación. Pero esas son sólo opiniones. ¿Qué derecho tiene cualquier actor que no sea venezolano, así sea un gobierno o un organismo internacional, de sugerir o peor aún de imponer procedimientos electorales o jurídicos a una nación soberana? Dirán que es a nombre de la “democracia”. Pero, ¿de qué democracia están hablando?; ¿acaso la democracia del Consejo de Seguridad de las NNUU que hace nada para detener el genocidio en Gaza?; ¿acaso la democracia de USA, sus bases militares y guerras intervencionistas en todo el mundo?; ¿la de la OTAN cercando con armas nucleares a Rusia?; ¿la de la toma de capitolios porque no les agrada los resultados de elecciones?

Al menos desde los demás países latinoamericanos, desde los hermanos pueblos latinoamericanos, no aupemos el golpismo de Corina Machado y sus secuaces, quienes ya quisieran en este mismo momento la invasión del ejercito de Estados Unidos de Norteamérica a Venezuela, para sentarse aliviados en el sillón presidencial, con el aval de misiles extranjeros.

El pueblo latinoamericano es digno y el venezolano tiene encarnada esa dignidad. Tiene la dignidad del Caracazo de 1989, que vio a los pobladores más empobrecidos bajar de las colinas y de las casas de cartón, para defender la vida.

HNC/31 julio 2024

Comentarios

  1. Felicitaciones Hugo claro y concreto ; mi opinion personal de que las "elecciones democraticas" no son garantia de que las condiciones sociales mejoran como el caso de Nicaragua donde se llego a esos "procesos transparentes" luego de 10 años de una guerra de baja intencidad y 70000 muertos ademas de amenazas no sutiles de intervencion directa de los marines todo lo cual sirvio para que el nuevo gobierno de la Chamorro quien impuso el neoliberalismo y el borrar de la memoria lo bueno de la revolucion derrotada por los votos... Esa democracia le impondrán a Venezuela si derrotan lo bueno que nacio con Chaves y lavoluntad de los de abajo

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