LUISA GONZÁLEZ SE
PERFILA COMO LA PRÓXIMA PRESIDENTA,
EL RETO DE ENFRENTAR
AL FASCISMO
Con los resultados de la primera
vuelta del 9 de febrero 2025, si no sucede algún fraude descarado (que esperamos
no dejen pasar los observadores internacionales), a pesar de los atropellos a
la constitución, a las leyes y la institucionalidad por parte del presidente
candidato, Luisa González se perfila como la próxima presidenta de la república
para el período 2025 – 2029. Si ello sucediera, el correísmo regresaría al
poder nacional a los 8 años, en medio de un país devastado, muy polarizado, y
un convulso mapa político internacional.
Apenas terminó la primera vuelta
de las elecciones anticipadas del año 2023, en las que Daniel Noboa se
benefició del asesinato de Fernando Villavicencio, escribí en mi blog una nota
con el título “¿DANIEL NOBOA A UN PASO DE LA PRESIDENCIA?, LAS REDES SOCIALES Y
EL PROYECTO OLIGÁRQUICO” https://www.blogger.com/blog/post/edit/1784040187631193149/4579990527128713437
. En esa ocasión el mapa político nacional aparecía muy claro, no había posibilidades
de que la novel candidata del correísmo, Luisa González, gane el balotaje. El correísmo,
hasta ese momento, no podía incrementar los votos necesarios para la segunda
fase, había sucedido con Andrés Arauz en el 2021. Ya no son los tiempos en que
Rafael Correa ganaba en una sola vuelta.
Sin embargo, hoy en el año 2025, una
más madura Luisa González, desvinculada un poco de su mentor, y seguramente con
un importante trabajo colectivo de base, logró vencer ese maleficio, prácticamente
un 12% más del histórico voto duro correísta de primera vuelta. Luisa González
no ha dejado de ser conservadora, prefiere evitar temas como el aborto (cuando
fue asambleísta se opuso férreamente al aborto por violación) o el
extractivismo (en el referendo sobre el Yasuní, abiertamente se pronunció por
la explotación del ITT) y muchos otros temas que le resultan incómodos. Sin
embargo, el electorado que hoy votó por ella, sobre todo ese 12% adicional,
sabe que se encuentra ante una disyuntiva difícil, apoyar (por acción u
omisión) un proyecto fascista de la derecha necroliberal o apoyar cualquier
alternativa (electoral se entiende) al mismo, en este caso el correísmo.
La clave para que el voto por el
correísmo (o más propiamente, por Luisa González) pueda crecer aún más en la
segunda y definitiva vuelta, está no tanto en enclaves territoriales sino en la
izquierda. Las posibilidades están no sólo en el 5,3% de los que votaron
(votamos) por Leonidas Iza, sino también en esas pequeñas fracciones de Unidad
Popular, del Partido Socialista, e incluso de Jimmy Jairala y Carlos Rabascal,
auspiciado este último por lo que queda de la Izquierda Democrática; pero
también en ese 6,79% de votos nulos, que generalmente se trata de un voto
contestatario, de la izquierda más radical, del anarquismo y los antisistema.
De tal manera que el espectro en el que pudiera recuperar votos Luisa González, está
en una parte de ese 13% que nunca votarían por Noboa y que podrían marcar la
diferencia en segunda vuelta, aunque para muchos sea un voto vergonzante.
Por otro lado, la votación que
Daniel Noboa obtuvo en primera vuelta (2025), es casi todo a lo que puede
aspirar. Al contario, ese voto podría desgastarse en los meses que le faltan de
gobierno lleno de abusos y arbitrariedades, porque no creo cambie de estilo.
Todo el voto de la derecha neoliberal y necroliberal, del anticorreísmo duro,
incluso de los ex izquierdistas y ex progresistas que decidieron optar por la
ultraderecha, ya es lo que logró juntar el 9 de febrero. Ni siquiera los exiguos
votos social cristianos es seguro que se le sumen, Jaime Nebot ha sido crítico
con el gobierno de Daniel Noboa.
En el Ecuador post revolución liberal,
la izquierda no ha podido aún acceder directamente al gobierno nacional, como
ha sucedido en otros países latinoamericanos. Han logrado llegar al poder presidentes
apoyados por la izquierda, que es diferente, como sucedió con Isidro Ayora, alguna
vez con Velasco Ibarra, o como sucedió con Rafael Correa e incluso con Lucio
Gutiérrez.
El movimiento progresista denominado
Revolución Ciudadana (antes Alianza PAIS) es la nueva socialdemocracia
ecuatoriana, con importantes dosis de populismo y autoritarismo (pero, ¿quién
no ha sido populista en el Ecuador?). De tal manera que nos estamos enfrentando
a un escenario parecido al del año 1984, cuando hubo la dura disputa entre el
socialdemócrata (ortodoxo) Rodrigo Borja versus el socialcristiano León Febres
Cordero. En esa ocasión triunfó apretadamente en segunda vuelta Febres Cordero,
pero cuatro años más tarde lo haría Rodrigo Borja, quien hizo uno de los
gobiernos más productivos y respetuosos de derechos (aunque tampoco al 100%).
El escenario se vuelve a repetir
41 años después (en realidad ocurre desde el 2006 en que Correa venció a Álvaro
Noboa), hoy en medio del renacimiento del fascismo (neo nazismo, sionismo,
supremacismos, falsos “libertarios” de derecha…), tan cierto a nivel global
como en América Latina y en cada uno de nuestros países. La derecha
necroliberal se está preparando para una guerra, sabe que sus días están
contados (vean los exabruptos de Trump), no son las elecciones su principal
objetivo; el crecimiento de grupos paramilitares ligados al narcotráfico y
otras formas de crimen, pero también al Estado y sus fuerzas represivas, la liberación
del porte de armas por civiles y la disminución de impuestos y precios de las
armas de fuego, son indicadores de ello en el Ecuador. Cuatro años más de poder
para un oligarca violento y despiadado como Daniel Noboa, facilitarían mucho el
proyecto fascista.
De allí que lo que nos jugamos en
abril próximo, no es algo sencillo. No se trata de un simple proceso electoral para
sentar en el poder a gobiernos de turno más o menos intrascendentes. La
socialdemocracia ecuatoriana, el progresismo ecuatoriano, sabe que se está
enfrentando a un gran desafío. Todo el pueblo ecuatoriano está enfrentando la
amenaza del neo fascismo. Y eso deberían reflexionar los diferentes sectores de
la izquierda y progresistas, tanto los que van a elecciones, como los que están
al margen de la democracia burguesa, los que se abstienen de votar o votan nulo.
Hay un anticorreísmo obsesivo en
algunos sectores de izquierda y son entendibles las razones. Uno de los
argumentos para ello es que durante 10 años (2007 – 2017) actores del correísmo
saquearon las arcas fiscales y bienes públicos, que el correísmo es corrupto,
dicen. Para mi eso no es lo fundamental, ¿qué fracción burguesa que llegó al
poder (gobierno nacional o seccionales) no saqueó al Estado?, eso está en la
naturaleza del capitalismo (que contaminó también a algunos ensayos socialistas
deformados), lo que varía es el tamaño del arca; en la historia reciente del
Ecuador tal vez las excepciones fueron Jaime Roldós y Rodrigo Borja.
El pero principal con el
correísmo, para la izquierda y las organizaciones sociales: es que reprimió
duramente a dirigentes y organizaciones populares, destruyó algunas de ellas o lo
intentó; es que desarrolló una política extractivista a ultranza, abrió las
puertas a la gran minería; es que arremetió duramente contra los derechos
sexuales y derechos reproductivos, especialmente de las mujeres; es que firmó
un espurio tratado de libre comercio con la Unión Europea; y acciones de ese tono.
En abril 2025, en la segunda vuelta,
sería importante dejar atrás esa falsa dicotomía “correísmo vs anticorreísmo”,
esa es una de las cortinas de humo puesta por los poderosos intereses
económicos de la oligarquía antipatria, que mientras tanto acumula en paraísos
fiscales el producto de la explotación y el saqueo.
O apoyamos al progresismo, a la
socialdemocracia ecuatoriana (aun a disgusto); o dejamos que avance el
fascismo. Esa es la disyuntiva.
hnc / 10 feb 2025
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